El Teatro La Capilla, ubicado en la Colonia del Carmen, Coyoacán, cumple 70 años, los festejos se extenderán durante todo el 2023, sin embargo, para el día de su cumpleaños, el recinto ha preparado una celebración especial.
En este sentido, el director artístico del recinto, Boris Schoemann, nos dice en entrevista para Cartelera de Teatro: “Hay pocos espacios independientes que tengan esta duración, esta vida, entonces nos parece importante todo el año mantener la idea del festejo”.
Como parte de la celebración del recinto, creado por el dramaturgo, ensayista y poeta, Salvador Novo, se presentarán el domingo 22 de enero tres obras.
La celebración iniciará a las 12 horas con Kiwi, de Daniel Danis la cual además cumple 300 representaciones, por lo cual develará una placa conmemorativa.
Posteriormente, a las 16 horas, se presenta Beautiful Julia, de Maribel Carrasco. Esta obra, cuenta Schoemann, fue estrenada en 2018, pero será la primera vez que se presente en La Capilla, pues se tuvieron que hacer algunas adecuaciones para poder presentarla.
Finalmente, a las 18:30 horas, se presenta el monólogo de Evelyne de la Chenelière, Bashir Lazhar, el cual interpreta Boris Schoemann desde 2009. Al terminar la función de este montaje, nos dice el director, se develará una placa conmemorativa por los 70 años de La Capilla.
Los invitados para develar esta placa serán Pilar Boliver, Hugo Arrevillaga y Alejandro Morales. Se trata de “tres personas muy importantes tanto para el teatro como para la compañía Los Endebles, porque han trabajado conmigo desde el principio que tomé La Capilla”, destaca.
El nacimiento del Teatro La Capilla
El Teatro La Capilla, explica su director, se construyó en 1953 a partir de la capilla de una vieja hacienda que compró Novo. Una vez que decidió convertirla en teatro, reunió a sus amigos para ello, sin embargo: “le salieron las cuentas mal, y finalmente fue muy difícil lograr montarlo”.
La colonia del Carmen nace en 1890. Para mediados del siglo XX se pueden observar fotografías de la colonia todavía sin pavimentar; es famosa la imagen de la pulquería La Rosita, que se ubicaba a unas cuadras de La Capilla. Ahí, Frida Kahlo -vecina del barrio- y sus alumnos, “Los Fridos”, realizaron murales en la fachada. La primera ocasión en 1943 y la segunda en 1952. En 1985, Arturo Estrada, uno de “Los Fridos”, dijo sobre el mural a El Universal : “en un primer plano aparecía el maestro Diego con sus amigos más entusiastas, estaba Salvador Novo, Pita Amor y todos tomando pulque”.
Schoemann platica que si bien La Capilla comenzó a tener éxito: “Todavía era muy lejos irse a la colonia Del Carmen, para ir a ver teatro, entonces decidió montar su restaurante, El Refectorio, para atender a sus amigos, comensales y espectadores que tenía ahí, que eran María Félix, Dolores del Río, y toda esta banda maravillosa de aquellos años, que lo ayudó a montar La Capilla”.
El recinto, en 1968, debido al apoyo de Novo a Díaz Ordaz, sufrió de un veto por parte de la comunidad teatral, nos dice el director artístico de Los Endebles. Finalmente, en 1973, con la muerte del dramaturgo, La Capilla quedó prácticamente sin actividad, hasta que a finales de los 80 y durante todos los años 90 del siglo XX, Jesusa Rodríguez tomó el espacio, haciendo “una renovación enorme del teatro, consiguió financiamiento para poder renovar el espacio”, narra Schoemann.
La Capilla hoy
Para el actor de Bashir Lazhar, La Capilla ha tenido muchas vidas. Todas ellas, destacó, “en esta línea permanente de apoyo a jóvenes creadores, siendo un semillero de creadores, siendo un centro de teatro contemporáneo, tanto para México como para el mundo”.
El director artístico de la Capilla nos dice que la línea de montar teatro contemporáneo la fijó Salvador Novo desde el principio. “Se presentaron las primeras versiones de Esperando a Godot, de muchas obras importantísimas de aquella época”, destaca. En este sentido, agregó: “siempre fue un centro de dramaturgia contemporánea La Capilla, y esa es la línea que hemos retomado también por gusto propio desde que administramos La Capilla”.
La línea que sigue el recinto bajo su dirección, nos dice, la han buscado desarrollar y expandir. El espacio, señala, cuenta ya con dos salas, además del teatro principal: “con el Refectorio, que se convirtió en el 2016 en la Sala Novo, y también ahora un tercer espacio que es la cafetería que estamos convirtiendo también en un teatro al aire libre para algunas presentaciones”. El objetivo, destaca el también actor, es diversificar el tipo de espacios y ofrecerlos en las mejores condiciones posibles, tanto para las compañías como para el público. Además de ofrecer diversas actividades, que van desde la editorial, talleres, el centro de creación y formación LabCapilla, las coproducciones, compañías en residencia e incubadoras.
Razones para conocer el Teatro La Capilla
Hay tres razones por las que el público debe conocer La Capilla, nos comenta su director artístico:
- La diversidad de temáticas que se abordan dentro del teatro contemporáneo: “Siempre va a abrir la mente y va a hacer descubrir al público nuevos creadores y formas de hacer teatro”.
- Por su formato. “Es un espacio mágico, acogedor, muy peculiar en cuanto a su formato de teatro de cámara”, explica. Se trata de un espacio “que va hacia lo profundo, poco ancho, la relación entre el escenario y las butacas es de una calidez impresionante”.
- La experiencia teatral que ahí se vive: “llegar a la colonia Del Carmen, en este lugar tan agradable. Poder ser atendido en la cafetería donde tenemos toda una gama de productos para buscar que la experiencia de visitar La Capilla vaya más allá de comprar un boleto, de sentarse en la butaca y de irse. La verdad es que convivir ahí, poder juntarse con sus amigos, con los creadores, con los artistas que se presentan ahí, la verdad es que esto hay que valorarlo”.
El futuro de un teatro emblemático
Sobre lo que espera para La Capilla en el futuro, Boris Schoemann confiesa: “En lo personal que siga vigente, que siga presentando lo mejor de la dramaturgia contemporánea”. En este sentido, abundó, el objetivo es que se pueda seguir financiando y apoyando a artistas dentro de lo posible. Asimismo, poder “arrendar este espacio en las mejores condiciones posibles a la comunidad teatral”.
Otro de los temas pendientes para el Teatro La Capilla es lograr la mejor transición posible, señala nuestro entrevistado. En este sentido, señala, “tal vez después de 22 años de dirigirla yo, necesita renovarse esta dirección artística.
Con este objetivo en la mira, Schoemann ha platicado con jóvenes y nuevas personas sobre este punto: “Creo que es algo que tengo en mente, ver cómo hago una sucesión tranquila, ordenada, rica, a partir de involucrar a otros creadores que quieran también ocuparse de un teatro tan maravilloso como lo es La Capilla”, señala.
Hay un antes y un después en mi carrera a partir de La Capilla
Sobre la importancia que ha tenido dirigir La Capilla, Boris Schoemann dice: “hay un antes y un después en mi carrera, efectivamente, a partir de La Capilla”. En este sentido, señaló que siempre ha creído que tener un espacio es “un lujo y es una esclavitud”. Lo anterior, debido a que, por definición, “la gente del teatro somos medio nómadas”, y el tener un espacio “también me ha limitado de girar a otras partes”.
Schoemann narra que al llegar a México a finales de 1989 y durante la siguiente década recorrió el país montando obras en muchas partes. Esto cambió cuando Jesusa Rodríguez le dijo, después de la presentación de Los Endebles: “Quédate con las llaves y encárgate del teatro”.
Y es lo que ha hecho, nos dice, “con todo el amor que le tengo a este espacio, porque realmente es un lujo poder tener un espacio donde creas, donde puedes ensayar a la hora que quieras y donde poder invitar a quien quieras”. Esto, considera, ha permitido que La Capilla genere una cantidad “enorme de proyectos”.
Sin embargo, Boris Schoemann reconoce que últimamente ha podido regresar, por una necesidad personal, a trabajar en otros estados y en otros países. Lo anterior, gracias a que el Teatro La Capilla cuenta con un gran equipo, con el cual, nos dice, “si yo estoy o no estoy, finalmente sigue funcionando el teatro”.
“Ha sido un regalo poder ser director artístico de La Capilla, espero que encuentre, poco a poco, la gente para encargarse del teatro, de la misma manera que nosotros lo hemos hecho durante todos estos años”, nos comparte. En este sentido, reflexiona, “hay que pensar en cómo renovar, como generar cada vez más actividades que permitan que siga vigente este teatro”.
El teatro independiente es fundamental
Sobre los cambios en el medio teatral desde que llegó a México también platicamos un poco. Schoemann señala que una diferencia es la duración de las temporadas, que antes eran muy largas. Asimismo, dice, había mucho teatro producido o financiado por el Estado. Lo cual hoy “casi no hay, o cada vez es más limitado”, dice.
Por ello, defiende la necesidad de que el Estado asuma su responsabilidad. “Poner un peso en la cultura da múltiples beneficios, más allá de lo económico”, refiere. Si bien un peso invertido en cultura sí se transforma en dos o tres pesos más a partir de lo que generan los grupos independientes, explica, “también el impacto cultural, el impacto social que esto genera, que no es cuantificable en términos económicos, es fundamental para el desarrollo de una sociedad”.
Por estas razones, el director artístico de La Capilla cuestiona el modelo que se ha impuesto desde poco más de una década. Destaca que se ha dicho que el teatro tiene que estar financiado por donaciones de impuestos de los empresarios. Esta idea, puntualiza, “no creo que sea la mejor manera de fomentar la cultura y la actividad artística en México”.
Para el director teatral, frente a temas difíciles, los empresarios “prefieren cosas más amables y actores más famosos, en teatros más acomodados o grandes”. Esto último, subraya, hace difícil sostenerse a jóvenes que van iniciando su carrera.
“Por eso es tan importante que espacios como La Capilla, y muchos otros, tengan este financiamiento para poder difundir este financiamiento. Dar este financiamiento también a terceros”, subraya. Estos terceros, consideró, son los jóvenes que desean acceder a espacios dignos para presentarse. También al público, agrega, que necesita tener precios accesibles para ver obras distintas: “que no sea pensar en comer, pagar la renta o ir al teatro, debería poder hacer todo esto al mismo tiempo, por eso el teatro tiene que ser subsidiado”.
Por Óscar Ramírez Maldonado, Fotos: Germán Nájera
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