Por Roberto Sosa/ El eterno verano de la guerra, que no termina, el perenne conflicto que atrapa a quienes se alistan a participar en una guerra que no es suya, en territorio ajeno… enviados lejos de su patria. Las guerras inician en verano. En la frontera norte un soldado mexicano se despide de su padre, para él, su expectativa es ver regresar a su hijo con algún tipo de reconocimiento. Su papá no lo quiere, el soldado no entiende el odio.
La despedida es en el sótano de El Chicago Club, prostíbulo que su padre regentea. El militar suplica un poco de afecto de su progenitor, ruega por un abrazo, a cambio encuentra rechazo, indiferencia y resentimiento. Un cigarrillo y una copa de whisky sustituyen el cariño de un hombre que duda de su paternidad; las emociones son encontradas, el lazo afectivo entre ambos es un hilo muy delgado que se rompe fácilmente.
La autoría es de Hugo Alfredo Hinojosa (Deshonra, Misericordia, Sepulturas Fenómeno, Fariseos), ubica su relato en la frontera norte de México dentro de un sótano, donde convergen personajes distantes, apartados, en un submundo que fragmenta alientos y aspiraciones. Su dramaturgia se erige con relatos que entrelazan el dolor físico y emocional. La tragedia es el género que Hinojosa maneja para enganchar al espectador.
El elenco lo integran Álvaro Guerrero, Laura Almela, Miguel Tercero, Víctor Oliveira, Hamlet Ramírez, Tamara Mazarrasa, David Montalvo y Elías Toscano. Cabe destacar la escena donde el soldado (Miguel Tercero) se despide de su padre (Álvaro Guerrero), dan una exhibición de cómo sus personajes trastocan emociones y sensaciones que sacuden al espectador; sus actuaciones en esta escena son formidables.
Lorena Maza dirige con solvencia, descifra en cada personaje su conflicto interno, los amalgama y sin perder inercia logra un espectáculo que une lo visual y dramático. El encuentro del reportero con la prostituta fusiona melodrama y sensualidad, Maza trabaja la escena con dos personajes emocionalmente deteriorados, los lleva al límite de sus pretensiones anímicas.
El eterno verano de la guerra es teatro cuya ficción se erige en un territorio que el autor conoce; nacido en Tijuana, Baja California, Hugo Alfredo Hinojosa sabe de cerca cómo se mueven estos personajes en el bajo mundo; no ignora la trata de personas, conoce indocumentados, apostadores, familias fragmentadas etc., etc. Quizá El Chicago Club abrió sus puertas en algún tiempo y allí conoció algún personaje que ahora aparece en su texto.
La puesta en escena tiene en su equipo creativo a Jesús Hernández en el diseño de iluminación y escenografía; música original y diseño sonoro, Miguel Hernández; diseño de vestuario, Jerildy Bosch; asesoría de movimiento y coreografía, Nora Manneck. Con su labor el montaje impacta desde lo visual. El espectador podrá encontrar una puesta en escena diseñada para contarle una historia, lo atrape y lo tenga atento a lo que sucede sobre el escenario.
El teatro visto desde aquí anima a ver más, consumir lo que dramaturgos, productores, actores y directores mexicanos ofrecen, el público que paga boleto para ver esta obra no saldrá decepcionado. Así se cierra un círculo virtuoso que logra mantener al arte teatral que ha vivido eternamente en crisis.
La obra se presenta de jueves a domingo, hasta el 16 de abril, en el Teatro Salvador Novo del Centro Nacional de las Artes, consulta horarios y precios, aquí.
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EL ETERNO VERANO DE LA GUERRA ES UNA OBRA EXCEPCIONAL, CON UNA TEMATICA DE GRAN DRAMATISMO EN UNA SOCIEDAD DONDE NO EXISTEN LOS VALORES NI EL AMOR. MAGISTRALMENTE INTERPRETADA POR EXCELENTES ACTORES. NO PUEDEN PERDERSELA