Por Roberto Sosa/ En un bar Eddie evoca los buenos tiempos, aquellos cuando fue feliz a lado de su esposa Ani. Hoy las cosas son distintas, ella ya no está. Hace algunos meses ella sufrió un accidente vial que postró en una silla de ruedas. Eddie se ofreció a cuidarla. En otro punto de la ciudad John recibe en su casa a Jess, contratada para ser la nueva asistente. John es joven, rico y arrogante, por su discapacidad física necesita de un ayudante que lo asista de forma personal, como bañarlo, Jess necesita el empleo, acepta sueldo y horario.
En una fría ciudad y de forma paralela se tejen dos historias con cuatro personajes; dos parapléjicos y dos emocionalmente inestables. A Eddie y Ani los acerca aquello que vivieron cuando fueron pareja; Jess y John podrían relacionarse sentimentalmente, ella necesita afecto, él necesita quien lo ayude. Un viernes por la noche y fuera del horario de trabajo podría ser el momento propicio.
Costo de vida es una obra que nos habla de la necesidad de afecto, soledad y vacío emocional. Dos parejas en circunstancias distintas entrelazan un relato donde dos de los protagonistas limitan su poca movilidad a una silla de ruedas, esto los obliga a confiar en otra persona para poder sobrellevar su existencia. Interesante la dependencia física y emocional de los cuatro personajes.
La obra le dio a su autora Martyna Majok el Premio Pulitzer en 2018. Majok es estadounidense nacida en Polonia, emigró a EE.UU., cuando era niña creció en New Jersey. En sus obras está el compromiso político, el humor negro, experimenta la estructura y el tiempo. Para los protagonistas de Costo de vida, el tiempo transcurre de forma distinta; Ani y John lo sienten y perciben sentados en sillas de ruedas. A Eddie y Jess su trascurso urge de forma distinta.
La traducción y dirección son de Samuel Sosa, se trata de su ópera prima en teatro de gran formato, en el ámbito es más conocido como productor. Su trabajo se ciñe al texto; transiciones, tono y ritmo bien cuidados. Se apoya en las actuaciones, dirige acertadamente elenco y escenas. Traducir y dirigir le da la perspectiva de lo que quiere hacer sobre el escenario, cómo y con qué elementos, el resultado está bien logrado aún con su poca experiencia como director.
Las actuaciones son de Humberto Busto, Elena del Río, Sandra Jiménez y Arly Velázquez Peñalosa. Humberto aparece poco en teatro, cuando lo hace es con el compromiso de dar lo mejor en el escenario. Elena es un actriz bien preparada, su actuación refleja talento y rigor al dar vida a Jess. Honestidad es lo que ofrecen al espectador; encarnan a dos personajes cuyos aprecios se cimientan en el valor que otro más les otorgue.
Sandra y Arly son dos actores con discapacidad, sin duda es el mejor acierto de la producción convocarlos, no se llamó a una actriz y actor para sentarlos en una silla de ruedas para realizar el trabajo. El desafío para cada uno es actuar desde su propia discapacidad, lo cual aporta y valora la puesta en escena. Su participación es aplaudible, inclusión que visibiliza el talento de actores con estas características.
Costo de vida es teatro incluyente que toma la discapacidad física como un recurso que se integra y da forma al montaje. La historia está contada desde la necesidad que todos tenemos de alguien, aunque ese alguien le ponga precio para llenar nuestro vacío existencial. El costo pude ser alto o escaso, depende del valor que uno mismo se dé. Vivir tiene un precio, con salud o con algún tipo de discapacidad.
La puesta en escena cuenta con el trabajo creativo de Adrián Martínez Frausto en el diseño de escenografía; Ingrid Sac en la iluminación; Sebastián Romero en el vestuario; y Xicoténcatl Reyes en el diseño sonoro.
Las funciones son los lunes, martes y miércoles hasta el 28 de junio en el Teatro Helénico, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.
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