Por Kerim Martínez/ En los años más recientes, la sociedad ha sufrido cambios demasiado vertiginosos que han llevado a la reflexión sobre muchísimos temas que en el pasado (incluso reciente) simplemente se daban por hecho y casi todo se podía resolver de la misma manera: “Es así porque siempre ha sido así y de esa forma funciona. ¿Para qué cambiarlo?”.
El movimiento feminista ha tomado fuerza y se ha hecho presente de diversas formas; el arte no ha sido la excepción. En esta ocasión, Leticia Pedrajo, autonombrada La Teatrera Solitaria, lleva a escena, Cómo deconstruirse del patriarcado sin morir en el intento, (de su autoría) para confirmar que el teatro tiene la suficiente fuerza y sustancia para mandar mensajes poderosos a los espectadores de un modo amable y certero.
La obra comienza cuando una mujer con flequillo, gafas gruesas y un frac bastante original, aparece ante el público anunciando que su conferencia está a punto de iniciar. Se trata de la Doctora Brunetta Anunciatta (Leticia Pedrajo), una eminencia argentina que tiene la misión de instruir a su audiencia con la finalidad de liberarla del sistema patriarcal que la ha oprimido sin ni siquiera saberlo. Luisito (Armando Tapia) funge como el encargado de lograr que todas las cuestiones técnicas del evento salgan a la perfección. Desde el primer momento, quedan acentuadas las diferencias entre los dos personajes y los asistentes pueden vaticinar que Troya arderá en cualquier momento cuando mujer y hombre defiendan aguerridamente sus posturas.
La puesta en escena de Olivia Barrera (Cleopatra y Antonio) es ágil e inmersiva. Al eliminar la cuarta pared, los espectadores se vuelven parte crucial de la función. Los actores toman en cuenta los puntos de vista del público y están al pendiente de sus reacciones para integrarlas hábilmente al espectáculo.
Para simular que realmente se encuentran en una conferencia, Anunciatta tiene el apoyo de proyecciones divertidas que ilustran sus teorías y hacen un poco más ligera la experiencia. Destacan los módulos donde se trata el mandato de la belleza y la aplicación del “machintómetro” al mismísimo Luisito, que en todo momento se justifica diciendo que él no ha hecho nada malo y que no está bien juzgarlo sólo por el hecho de ser hombre.
Como en otros de sus espectáculos de cabaret, Pedrajo repite la fórmula musical de integrar canciones populares con la letra cambiada. Muy en su personaje, la actriz se desenvuelve como pez en el agua y se muestra como una “chavoruca” (o chavaruca) divertida y elocuente, que se entrega a su público para que, de forma lúdica, aprenda sus lecciones a través de creativas canciones (con la letra proyectada en la pantalla como en un karaoke) sobre micromachismos o incluso entonando unas Mañanitas mucho más incluyentes que las que todos conocemos.
Pedrajo construye un personaje lleno de matices; su Anunciatta es una mujer muy intensa, gritona, desesperada, profunda, apasionada, libre, graciosa, reflexiva, impaciente, sensual, temerosa, moderna, incluyente, sensible, harta de su época y con grandes esperanzas de que el mundo se vuelva un poco más equitativo y justo con las mujeres. La actriz hace gala de su experiencia en los escenarios y se gana al público a los pocos minutos de iniciada la obra; lo lleva de la mano a través de situaciones absurdas (pero reales) y gracias a la comicidad que la intérprete maneja hábilmente logra que los asistentes se vayan a sus casas con varios cuestionamientos a resolver.
Las ocurrencias de Leticia Pedrajo hacen que temas tan serios como los tratados, durante casi noventa minutos de representación, se vuelvan digeribles y hacia el final del montaje la actriz se deslinde de su personaje para ser ella misma quien dé sus razones para atreverse a levantar la voz desde su trinchera: el escenario.
Armando Tapia dibuja acertadamente a ese hombre común y corriente que ha sido educado para tratar a las damas como todo un caballero, pero que no quiere darse cuenta de que posee conductas cien por ciento machistas que, si no se presta la debida atención, pueden desembocar en actitudes violentas hacia las mujeres. Tapia cautiva a la audiencia con su aparente inocencia y él se convierte en el ejemplo perfecto de cualquier persona del público a la que le enseñaron ciertos patrones de conducta que ya no funcionan (o no son correctos) en el 2023. El espectador se identifica y le celebra sus participaciones.
Pedrajo y Tapia hacen una dupla extraordinaria. Son verdaderos cómplices y compañeros generosos en escena. Disfrutan cada reacción del público y se notan comprometidos con un discurso social que han ido bordando los últimos años en distintos escenarios. Cabe recordar que durante el sexenio pasado parodiaban de manera brillante al ex presidente y a la primera dama en su show Quique y Angie, la pareja imperial.
Valdría la pena que este nuevo espectáculo comandado por la carismática doctora Anunciatta pudiera ir más allá de una cómoda sala teatral. Sería de vital importancia hacer funciones especiales para comunidades que no tienen acceso a ningún tipo de privilegio (como pagar un boleto de teatro) y quizás con este formato de conferencia humorística se logre vencer a la ignorancia o al menos enfrentarla con este montaje inteligente y mordaz.
Como deconstruirse del patriarcado sin morir en el intento es un trabajo sólido que demuestra que en el teatro no sólo se cuentan historias de personajes inexistentes, también se pueden lanzar dardos al público con la finalidad de que salga de su letargo lo antes posible, que por fin tome conciencia y accione. Nunca es tarde para cambiar, nunca es tarde para deconstruirse y reinventarse.
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Ya no se si reir o llorar
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