El teatro mexicano está indisolublemente unido a nombres de mujer. Directoras de escena, dramaturgas, empresarias, productoras, actrices, iluminadoras, vestuaristas, docentes, etcétera, en todas las áreas de la creación teatral hay mujeres implicadas y destacadas.

Virginia Fábregas, María Teresa Montoya y Esperanza Iris son nombres que nos refieren al teatro con sólo mencionarlas. Luisa Josefina Hernández y Elena Garro son sinónimo de dramaturgia. Lola Bravo, Clementina Otero y Soledad Ruiz abrieron camino en la dirección escénica.

Ellas no han tenido solamente que enfrentar la titánica tarea de sacar adelante un proyecto teatral. Además, han enfrentado y enfrentan sistemáticamente la invisibilización, la infantilización, la violencia, los micromachismos, una organización vertical y patriarcal.

Para entender un poco mejor este fenómeno, tuvimos una plática virtual con Bárbara Colio, directora y dramaturga, Jimena Saltiel, directora general de OnceOnce Producciones, que se transmitió a través de redes sociales de nuestra página, para ahondar más también conversamos con  Lydia Margules, directora de la ENAT.

Deudas y rezagos

El tema es vigente en un país en el que, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 10.2 mujeres fueron asesinadas al día en 2022. A nivel nacional, informó en 2021 el INEGI, entre las mujeres mayores de 15 años, el 70.1% han experimentado al menos un incidente de violencia de algún tipo, puede ser psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación en al menos un ámbito y ejercida por cualquier persona agresora a lo largo de su vida.

En lo que respecta al teatro, episodios como el #MeToo y el paro no activo que en marzo de 2021 iniciaron alumnas de la ENAT, agrupadas en el colectivo Morras ENAT, evidencian esta realidad. En ambos casos se denunciaron violaciones, abuso sexual, manipulación psicológica, acoso y abuso de poder.

Además, en los puestos de toma de decisión, podemos destacar que en 50 años de existencia de la Compañía Nacional de Teatro por primera vez una mujer alcanza el puesto de directora artística con Aurora Cano. Mientras que en la misma Escuela Nacional de Arte Teatral, en 76 años, han habido solamente dos mujeres directoras.

Sobre esto Lyida Margules explica: “Sólo habíamos existido dos mujeres directoras, bueno, tres, Clementina Otero es una de las personas fundadoras de la escuela. Fue la primera directora de la escuela en el 46, realmente no fue directora como tal, estaba cerca de la dirección, de las personas que fundaron la escuela, directoras como tales solamente hemos sido dos”.

Se trata, dice Lydia Margules, de una lógica imperante en la que “todo está organizado en función del imaginario social, de cómo está organizado socialmente los roles de género y qué se supone que debe hacer una mujer y qué debe hacer un hombre”.

Quienes acaban más o menos haciéndose presentes en el ámbito profesional suelen ser más los hombres que las mujeres

Pudimos comprobar que la población estudiantil en las carreras de teatro de la UNAM y en la ENAT la conforman mayoritariamente mujeres. Esta situación no se ver reflejada en su presencia en ciertos puestos de poder dentro del teatro.

Lydia Margules, Foto: Cortesía ENAT

Según datos proporcionados por la ENAT, en la licenciatura de Actuación hay un total de 156 personas, de estas 101 son mujeres y 55 hombres. En el mismo caso se encuentra la licenciatura de Escenografía, de 56 personas 36 son mujeres y 20 hombres. En lo que respecta a las maestrías se mantiene la tendencia: Dirección Escénica cuenta con 5 estudiantes (3 mujeres y 2 hombres); Pedagogía Teatral con  11 integrantes (7 mujeres y 4 hombres).

Estas cifras, en mayor o menor medida, son coherentes con los datos que la UNAM reporta en la licenciatura de Teatro y Actuación (57% mujeres y 43% hombres en primer ingreso)  y en la licenciatura de Literatura Dramática y Teatro (64% mujeres y 36% hombres en primer ingreso) en el ciclo 2021-2022.

Sobre este particular, Margules enfatiza: “Sorprendentemente tenemos muchas más estudiantes mujeres que hombres en ambas licenciaturas, pero realmente quienes acaban, hasta el día de hoy, más o menos haciéndose presentes en el ámbito profesional suelen ser más los hombres que las mujeres”.

Esto coincide con un conteo realizado a grosso modo en nuestro sitio. En 2022 se presentaron aproximadamente 840 obras en la Ciudad de México. De estas propuestas, unas 141 fueron dirigidas o codirigidas por mujeres, es decir, aproximadamente un 16.7% de las obras.

Esto apunta a una disparidad entre el número de mujeres que ingresan a las instituciones de formación profesional teatrales y las que en el ejercicio profesional acceden a ciertas posiciones.

Lógicas imperantes y modelos de producción

Jimena Saltiel, Foto: Paulina Watty

Jimena Saltiel, directora general de OnceOnce, consideró que estamos viviendo en el teatro “un momento muy femenino” con mucho empuje. Ante esto, cuestionó por qué sí hay “obras con perspectiva de género empujando directoras, dramaturgas”, están llegando menos directoras a encabezar proyectos.

En este sentido, señaló, “debemos cuestionarnos la figura del director. Es necesario regresar al origen y ver qué está pasando en las escuelas y en los cursos de dirección”.

Sobre este tema, Saltiel destacó que tiene más preguntas que respuestas y reflexionó si tal vez las directoras y dramaturgas se están acercando a historias más íntimas, la esfera privada frente a lo público. “Tal vez traemos una bandera un poco más de hablar de lo que rompe, de poner nuestras historias” y tal vez el público general sigue buscando otro tipo de historias. En este sentido, dijo: “No sé si eso está generando una distancia en el público, habría que preguntárselo también”.

Por su parte, durante la mesa de análisis, Bárbara Colio, dramaturga y directora escénica, refirió que el análisis debe pasar por los modelos de producción y los tipos de público. Sobre el punto de vista de los temas públicos y privados, la directora se dijo en desacuerdo: “Tenemos que empezar a romper eso, a romper esas categorías si queremos que realmente el teatro que hacemos, el teatro mexicano, le pertenezca a la humanidad, al ser humano que somos y no nada más si eres hombre, si eres mujer, niño o niña”.

Acerca de los modelos de producción, Colio consideró que el punto está en a quién contratan los productores para dirigir sus obras: “Óscar Uriel ha hecho una gran mancuerna con Angélica Rogel, una gran mancuerna, pero qué otro productor, de entrada, llama a una directora para producir sus obras”.

Invisibilización

Barbara Colio, Foto: Cortesía BarCo Drama

Bárbara Colio narró cómo generalmente la gente piensa en ella como dramaturga. “La gente cree que mis obras se dirigen solas”, a pesar de que ella inició su carrera como directora y que cuenta con una maestría en dirección escénica. Agrega: “se los digo con pruebas y puedo dar muchas anécdotas iguales, que sí hay una invisibilización maniquea de las mujeres que hacemos teatro”.

En su reflexión nos dice: “Estoy dando mi ejemplo porque yo puedo hablar de mí misma, pero lo puedo repetir con muchas de mis compañeras que son directoras. ¿Por qué? Porque les cuesta mucho trabajo, es una cuestión de un constructo social, a las mujeres de por sí nos cuesta mucho trabajo ganar un lugar, mucho más que a los hombres. Tenemos que estar comprobando todo el tiempo, los hombres no necesitan comprobar mucho, con un montaje bueno se hicieron famosos 15 años y siguen repitiendo el mismo montaje”.

La directora escénica recordó que hace 20 años cuando llegó a la Ciudad de México la situación era más difícil. “Si ahorita hay invisibilidad imagínate hace veinte años. Era, ‘no existes’, ‘no te atrevas’, ‘hazte para allá’. En este sentido, reflexiona, las instituciones y los productores son los que se han vuelto feministas, esto gracias al empuje que ha habido en la cuestión de la inclusión de género a partir de movimientos como el #MeToo.

Infantilización como parte de la dinámica

Jimena Saltiel abordó el tema de si tal vez, dentro de estos constructos, la dramaturgia es más permisiva hacia las mujeres, no tanto como perspectiva de género, sino simplemente como espacio. En este sentido reflexionó sobre el caso de Paula Zelaya, quien a los 31 años de edad la siguen viendo “súper niña”, es una especie de infantilización hacia las mujeres que hacen teatro, reflexiona.

Sobre este punto, Bárbara Colio coincidió y destacó que esa infantilización, ese “eres chiquita”, es parte de la misma dinámica que se ha vivido por muchos años. La cual incluye, explicó, el “yo soy hombre niña, esto es cosa de gente grande”.

Respecto al particular, agregó que, en un episodio de su DESCORCHE que realiza en redes, la directora y dramaturga colombiana Carolina Vives habló sobre el tema y lo dijo de una forma muy sencilla: “En el momento en el que sales del mercado sexual ya puedes ser una gran directora”.

Estrategias frente a la invisibilización

Jimena Saltiel confiesa que cuando inició su casa productora: “Me subí a un río que tenía un cauce y ese cauce me llevó primero a todos los directores”. Al respecto, señala que al principio trabajó con directores consagrados, de los cuales aprendió mucho. Sin embargo, agrega, si bien en un principio no se lo cuestionaba, “hubo un momento donde empecé a sentirme incómoda y darme cuenta de esto”.

“OnceOnce no empezó siendo una empresa femenina ni feminista, también fue una cosa que se fue depurando”, señala la productora. En este sentido, considera que fueron dos historias paralelas, pues de la gente que llegaba para producción, “las personas mejor preparadas siempre eran mujeres”. Esto hizo que fuera natural hacer equipos de mujeres en proyectos que corrían “por el río en el que estábamos flotando hacia directores hombres”.

Sobre esto destaca: “Creo que quienes hemos decidido empujar y visibilizar el trabajo de las mujeres en el teatro lo hemos tenido que agarrar como bandera”. Al respecto, destacó que hay una generación de directoras jóvenes que viene empujando.

Para Barbara Colio, la situación plantea ventajas y desventajas. Las ventajas incluyen, por ejemplo, sentirse con total libertad de hacer cosas. Explica que a sus obras les va muy bien en taquilla y cuenta con su propia compañía BarCo Dram. Esto le permite darse trabajo a sí misma: “Tengo muchos años dirigiendo, he montado muchas obras y a mí nadie me contrata como directora”.

Jimena Saltiel agrega que ella está a favor, no de las cuotas de género, pero sí de un esfuerzo extra de las instituciones, de quienes difunden y de toda la comunidad. Esto se requiere, agregó, porque “estamos en el momento de hacerlo. Maravilloso fuera que no lo necesitáramos y nuestro trabajo fuera suficiente”.

Las mujeres han estado trabajando por años ahí

Si bien se está dando este cambio, considera Colio, las mujeres han trabajado por años ahí. “Hemos estado, solo que las instituciones como quieren verse políticamente correctas nos están abriendo espacios”. Sin embargo, agregó, se sigue encasillando como teatro de las mujeres. Al respecto dijo: “no estoy nada en contra del feminismo, pero ojo con las etiquetas. No porque seamos mujeres tenemos un discurso tal”.

Como ejemplo puso a Aurora Cano, quien desde hace 10 años pudo “haber sido la primera directora de la Compañía Nacional de Teatro”. Ella, agregó, tiene la experiencia como ninguna otra persona en este país.

Para la directora , se deben analizar los mecanismos de producción actuales y la contratación de mujeres. ay otro aspecto, dijo, en el cual las mujeres que ahora están en cartelera son productoras y generadoras de sus propios proyectos. “Nadie viene a hacernos nada, nosotros lo hacemos todo, cuando a muchos hombres se les contrata nada más para dirigir tranquilamente”. Esto, afirmó, ha dado a las mujeres mucha más experiencia en toda la mecánica teatral, “no sólo en dirección, a mí eso me parece muy poderoso”.

En este sentido, Jimena Saltiel señala que el camino es seguir “empujando desde todos lados” […] Porque es un lugar que tendríamos que haber tenido hace mucho y nos lo estamos autogenerando.

Alegría Martínez, Foto: Jordi Forcada

Alegría Martínez, docente y colaboradora de Cartelera de Teatro, moderó la mesa de discusión. Así resume la situación: “es parte de este sistema, de este patriarcado, realmente creo […] que toda esta comunidad de mujeres ha venido empujando”. Destacó que “lo que está pasando es que, por  fortuna desde hace unos años, se están dando los pasos de decir ‘llevo toda la vida haciendo esto, aquí estoy y me abro paso a como dé lugar’. Porque el paso no nos lo va a dar nadie”. 

El cambio desde el sistema educativo

Lydia Magules nos dice que la lógica imperante es “una lógica en donde los roles de género establecidos socialmente se repiten también en las academias”. Esto provoca, considera, que los lugares de cierta autoridad y poder lo ocupen hombres. Lo cual ha sido muy evidente en el ámbito docente y en ciertas lógicas creativas, destaca.

Sobre el tema educativo apunta que, en el espacio de las docentes y docentes de actuación, se encuentra ante todo hombres, “por una razón que tiene que ver con esto de los roles”. Si bien, “estamos esperando que estas cosas vayan cambiando, no tan lentamente ojalá, la voz cantante la lleva el maestro de actuación”.

“No es que no haya mujeres directoras, hay, justamente, una cuestión de invisibilización y que forma parte de la misma lógica del imaginario social”, explica.

Al respecto destaca, es interesante que, debido a esta invisibilidad, las mujeres directoras más jóvenes han tenido que buscar su propia voz. Es decir, reflexiona, ya que no hay visibilidad, ni acuerdos a priori con el ámbito teatral, las mujeres directoras buscan su propia capacidad expresiva. Buscamos, agrega, una manera propia de “entender el universo teatral y de cómo se trabaja en el universo teatral”.

Las mujeres, “frente a la invisibilidad, lo que hemos hecho es fortalecernos en otro ámbito, de otra manera, finalmente lo que ha sucedido ahí es que nosotras somos las voces cantantes de la innovación en el lenguaje”, apunta la directora de la ENAT.

Margules señala: “Hablaría de las mujeres creadoras, porque es muy interesante, la mayor parte de las mujeres que dirigen no sólo dirigen, también escriben, producen, algunas de ellas actúan, otras como yo que somos diseñadoras de iluminación o de espacios en general, es decir, nos concebimos de otras maneras frente a la adversidad”.

Nuevas narrativas y nuevos discursos en la enseñanza

Para Lydia Margules es necesario que desde la escuela se comiencen a integrar nuevos discursos y se empiece a visibilizar el trabajo de las maestras. Para esto es necesario que las alumnos y los alumnos conozcan la trayectoria de sus maestras. Parte del trabajo de las autoridades, en el caso de la ENAT, es “que hagamos visible a quién tienen enfrente”, destacó.

Otra forma de transformar las perspectivas, considera Lydia Margules, es “hablar de creadoras y de creadores escénicos, mucho más que intérpretes, diseñadoras y diseñadores”. Esto, abunda, no significa que no se quiera ya intérpretes ya. Sin embargo, agrega: “La idea de creadoras y creadores, nos permite justamente buscar romper con las verticalidades. Nos permite buscar que ellas, elles y ellos se conciban desde otro lugar”.

Esta perspectiva, reflexiona la docente, permite un trabajo de manera mucho más integral. Ayuda, dice, a transmitir desde otro lugar y a visibilizar el trabajo femenino. “Esa visión en sí, es una visión que viene de una postura ya desde otro lugar, desde un trabajo distinto en el ámbito teatral”, afirmó.

Por Óscar Ramírez Maldonado, Fotos: Paulina Watty, Cortesía BarCo Drama, Cortesía ENAT, Jordi Forcada

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