Los unipersonales tienen un encanto especial cuando un texto poderoso se junta con una interpretación que llega y conmueve. Si estás de acuerdo conmigo, Hasta luego es una propuesta que no te puedes perder. Bajo la dirección de Daniel Bretón, este monólogo lo puedes disfrutar todos los lunes hasta el próximo 24 de abril en el Teatro la Capilla.
Este montaje, escrito por el dramaturgo Antoine Jaccoud, ha tenido un peculiar desarrollo desde que en 2018 fue estrenado por Boris Schoemann como lectura dramatizada en el Dramafest. Posteriormente, durante la pandemia, se montó una versión que se transmitió a través de Zoom.
Sin embargo, para esta nueva versión ser realizó un montaje distinto a lo que se había presentado anteriormente. Según nos comentó Boris en la función de prensa, es distinta tanto a nivel de dirección como interpretativamente.
1. Vínculo entre el actor y su público. Puede parecer redundante, pero ver en este monólogo al actor solo sobre el escenario es uno de sus principales atractivos. Déjame explicarte un poco, cuando decimos solo, nos referimos a totalmente solo, en el escenario hay una silla solamente además de Schoemann. Podríamos decir que se establece una relación y un vínculo en los que público e intérprete dependen el uno del otro. Ambos dependen de la guía del otro y lo que percibe que siente, de cómo reacciona el público y cómo el actor transita por el texto.
2. Un vistazo a un futuro no muy lejano. El texto de Antoine Jaccoud es como dar un vistazo a un futuro no muy lejano. Un futuro que, por los temas y las cosas de las que habla el texto, podría estar apenas a un par de décadas. Sí, hay un tono apocalíptico en lo que nos narra el personaje, pero también hay un tono de nostalgia, de despedida, de soltar lo que se ama, de dejar ir, pero hacerlo con esperanza y lleno de amor. Es un texto que conmueve pero deja esa sensación cálida en el alma.
3. El vacío. En esta nueva versión del montaje, en palabras de su director y de su intérprete, apostaron por el vacío. La apuesta no es solamente un escenario totalmente vacío, sino el vacío que va sintiendo el personaje y los huecos que quedan con la partida. Los elementos escenográficos son mínimos, tan solo un muro y una silla, por esto la iluminación, el vestuario y la musicalización se vuelven fundamentales en esta propuesta, no llenan el vacío, sino que lo acompañan.
Así que ya lo sabes, Hasta luego es uno de esos monólogos que te llegará, pero que también te dejará, como dije, un sentimiento de esperanza. No faltan las risas, pero tampoco momentos conmovedores. Aprovecha estos días de Semana Santa y Pascua para darte una vuelta por el Teatro La Capilla.
Por cierto, ya que hablamos de la escenografía y la iluminación, éstas son creación de Jesús Giles, el vestuario de Pilar Bolíver, la musicalización de Daniel Bretón y David Barrera, el video de Arturo de la Garza y la fotografía de Fernanda Olivare. La traducción del texto es del mismo Boris Schoemann.
Para más información del montaje, horarios, boletos, etc., haz clic aquí.
Por Óscar Ramírez Maldonado, Foto: Cartelera de Teatro
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