Por Mariana Mijares/ Ante un llamativo sillón de terciopelo rojo, un columpio y seis candelabros, cuatro personajes se toman de la mano y se alistan para comenzar Noche de Reyes, una adaptación original del conocido texto de William Shakespeare en el que un grupo de 9 actores da rienda suelta a su talento para crear personajes únicos.
“Vine a Comala porque aquí vivía mi padre”, señala Festen ‘Fiestas’, el narrador andrógino de la obra (Adriana Montes de Oca) antes de ser corregido de que ésta se trata de una historia diferente, lo que resulta una primera pincelada en esta gran comedia de enredos adaptada y dirigida por Alonso Íñiguez.
“Si la música es el alimento del amor, ¡toquen, dénmela en exceso!” dice Festen, dando pie a que se escuchen las primeras notas de un piano, un acordeón y una batería, instrumentos que crearán la música en vivo de este espectáculo que anteriormente se presentó en el Foro Shakespeare, en el Teatro Helénico y ahora llega al Teatro Milán.
Después, como parte de la letra de esa primera melodía “Si la música es el alimento del amor”, los intérpretes hablan sobre algunos personajes que, cuando beben, desafían los roles de género establecidos por el patriarcado.
“Si eres hombre y quieres ser mujer, o si solo te quieres disfrazar, bienvenido seas a este teatro, que aquí no te vamos a juzgar”, cantan los actores de esta obra que también incluye toques de cabaret.
Luego se nos presenta a los personajes principales de la historia: Orsino (Julián Segura), un conde ensimismado que desea conquistar a Lady Olivia (Diana Bovio), quien sigue encerrada y de luto tras la muerte de su hermano, y que tiene dos sirvientes: Malvolio (Carlos Aragón) y María (Jacobo Lieberman), además de su siempre borracho tío: Sir Toby (Pablo Chemor) y de Sir Andrew (José Ponce), quien pretende a la condesa.
Paralelamente, se nos da una introducción de unos gemelos: Viola (María Penella) y Sebastián (Antonio Alcántara), quienes serán cruciales para esta historia al volverse el objeto de afecto de Orsino y Olivia.
Desde su primera aparición, tanto en la introducción como en su primer intervención musical: “El Luto Perfecto” Diana Bovio hace gala de sus dotes cómicos, pero también de seducción, luciendo un sexy vestuario (de Mauricio Asencio) que incluye un ajustado corsé y una falda que contonea juguetona y provocativamente. Sin duda el encierro ha provocado que se le acumulen las ganas.
Aunque Olivia está confinada y se niega a recibir visitas, deja que el sirviente del conde Orsino: Cesario (en realidad Viola haciéndose pasar por hombre) le diga unas palabras. Ese primer encuentro resultará suficiente para emocionarla, por lo que demanda seguir viéndolo.
Al mismo tiempo, en otro rincón de Iliria, su hermano Sebastián es rescatado por el capitán Antonio (Lieberman) y se encuentra devastado al pensar que su hermana murió ahogada.
Entre cada encuentro de Cesario y Olivia, o de Cesario con su amo: el conde Orsino (de quien empieza a enamorarse), los tres actores y músicos: Lieberman, Chemor y Ponce, junto a Adriana Montes de Oca, provocan las risas con sus lúdicos movimientos y expresiones, producto de los efectos del mezcal que los personajes toman durante la obra.
Además de Festen, Montes de Oca interpreta a otros personajes como un bufón, un mensajero o un policía, a quienes dota de acentos divertidos, pero además de su habilidad para transformarse en hombres y mujeres, esta actriz destaca enormemente gracias a sus expresivos ojos y su voz cantando.
Uno de los grandes atributos de este montaje dirigido por Alonso Íñiguez es que cada uno de los actores tiene momentos para brillar; ya sea en números musicales, en viñetas cómicas, en los diferentes personajes que interpretan Jacobo y Adriana, y hasta en los vestuarios que de pronto luce Malvolio, quien en algún momento sale con una llamativa pijama de flamingos o con medias amarillas tras ser producto de una broma.
Además de gloriosos momentos individuales, el elenco se eleva aún más cuando se une en números como “Canción del Alma” que inicia como una emotiva balada y que evoluciona hacia volverse una fiesta que es interpretada hacia el final de la historia. Toda la música, los arreglos y la dirección musical son de Pablo Chemor.
En conclusión, esta nueva producción de Nocturno Teatro sigue sorprendiendo con una propuesta que se mantiene fresca y que resulta tanto una forma contemporánea para acercarnos a Shakespeare, como de reforzar que el amor y la música como su alimento merecen re verse, y festejarse…
La obra se presenta de viernes a domingo hasta el 9 de diciembre en el Teatro Milán, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.
No dejes de recibir en tu correo, Facebook o Twitter toda la información y los estrenos de las obras de teatro de la Ciudad de México.