Por Mariana Mijares/ Luego de sumar 1 millón de espectadores y más de 3800 funciones, además de una pausa por pandemia y un cambio de productores, Mentiras, uno de los musicales originales mexicanos más exitosos que ha tenido el país, regresa para presentarse en el Teatro Aldama.
Este trabajo escrito y dirigido por José Manuel López Velarde y que se estrenara en febrero de 2009, se enfoca en cuatro mujeres que deben averiguar quién mató a un hombre con el que todas estaban involucradas, al ritmo de éxitos de los ochenta.
Para un teatro con un escenario mucho más grande, la nueva producción de López Velarde, Oscar Carnicero (co-fundador de La Teatrería), Ari Boroboy (integrante de OV7 y productor de los 90s Pop Tour) y Alejandro Gou (productor de Hoy no me Puedo Levantar, Jesucristo Superestrella y actualmente José el Soñador), eligió crecer la obra, particularmente de manera visual y espacial.
Para ello, se acudió al reconocido escenógrafo Jorge Ballina, quien optó -acertadamente-, por iniciar con las cuatros protagonistas contenidas en cajas con elementos de utilería y colores que las representan, y que funcionan increíblemente al hacerlas ver como verdaderas muñecas de aparador. A la par, a lo largo de la puesta se emplean otras cajas que van enfatizando sus facetas: Quinceañera, Estudiante, Novicia, Maestra, Casada, etc.
Por otro lado se hicieron diseños más complejos como El Patio, un espacio en el que todos los personajes se involucran en una ‘noche de copas’, en el que aparecen unas letras gigantes por las que las actrices intentan transitar con algo de dificultad, y que por momentos resultan un distractor.
En contraparte, varios elementos gigantes que aparecen colgados en la pared desde el primer acto funcionan acertadamente pues realmente tienen que ver con los personajes: Daniela, la joven judía cuyo sueño era casarse con Emmanuel, tiene un zapato rosa y una bolsa; Yuri, su mejor amiga, tiene un encendedor y un reloj Casio; Dulce, la nana del hermano de Daniela y la segunda esposa de Emmanuel, juega con unos lentes y un osito de peluche (pues ‘osito’ es el apodo del personaje) y Lupita, la secretaria y amante del protagonista, tiene un colguije de un puma y un teléfono. Para el segundo acto, cada una interactúa con ellos.
Respecto a los personajes, diferentes actores alternan los papeles, nosotros vimos a Pahola Escalera, Brenda Santabalbina, María Elisa Gallegos y Jimena Cornejo.
Quizá el cambio más notorio se encuentre en Pahola Escalera, quien fue dirigida para interpretar a una Daniela exagerada y chocante; por lo que le podría costar conectar con el público.
Brenda tiene en Dulce un reto grande luego de haber conquistado a la audiencia y a la crítica como la joven protagonista de The Prom; aquí en todo momento luce su extraordinaria voz, y se divierte en divertidos momentos gracias al nuevo contexto religioso del personaje -que recuerda a La Novicia Rebelde-.
Gallegos verdaderamente destaca como Yuri, gracias a su estupenda calidad interpretativa y a la manera relajada y natural con la que da vida a esta férrea abogada que guarda un gran secreto hacia su mejor amiga.
Lupita siempre ha sido el personaje más carismático y aplaudido de la obra, y en este nuevo montaje no es la excepción gracias a una Jimena Cornejo, a quien no le asusta proponer gestos y movimientos sexys, aunque todavía podría perfeccionar el timming cómico.
Si bien por momentos el nuevo dispositivo escénico puede distraer, hay números como Acaríciame en donde todo se sincroniza: las actuaciones, la escenografía, y la destacada iluminación de Pablo Gutiérrez, logrando que el musical verdaderamente se potencialice; o números como Detrás de mi Ventana en donde la alta calidad interpretativa de las cuatro logra una unánime y entusiasta ovación de la audiencia.
Ciertamente esta nueva producción pudo haber sido una buena oportunidad para ajustar el libreto o añadir nuevas canciones, pero Velarde opta por apegarse casi por completo al libreto original y solo añadir pequeños fragmentos de temas como Me acordare de ti, de Mijares, No soy una Señora y Adelante Corazón, popularizados recientemente por María José. Además de una sorpresa para la escena final de Lupita que verdaderamente resulta gloriosa.
Asimismo, el final se ajustó acertadamente para restarle protagonismo a Emmanuel (ya no se convierte en Manoella) y regresarles el foco a ellas, enfatizando el mensaje empoderador de la obra: las muñecas quedaron atrás.
Durante la función que presencié, tuve a mi alrededor compañeros de butaca que creo representan bien el universo del público de Mentiras: una pareja, Sandra Echeverría y Leonardo de Lozanne, quienes reían y tarareaban las canciones; un grupo de chavos que portaban accesorios de pride y que ovacionaron continuamente a Lupita, una señora de 50 y tantos que se supo cada una de las letras; y Jimena, una entusiasta joven de 19 años que se emocionaba como si estuviera viendo a Justin Bieber y quien me contó haber visto varias veces el montaje anterior. Ella confesó que aunque aquella versión le gustaba mucho más, éste le había emocionado por los efectos, llamativos vestuarios y sobre todo por poder volver a cantar las canciones.
Quizá a eso se resume este nuevo montaje: detrás de toda esa parafernalia, sigue habiendo cuatro actrices que nos harán reír hasta las carcajadas, y que, una y otra vez, nos seguirán haciendo cantar al ritmo de los ochenta…
Mentiras se presenta de viernes a domingo en el Teatro Aldama, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.
