Por Alegría Martínez/ Botas de militares en marcha, un arma que avanza a espaldas de su objetivo y celebraciones que ocultan futuras derrotas, ocurren mientras prosigue su andar un desvencijado carromato, contenedor de vida, transporte de mercancías y bebidas conciliadoras, que amortiguan por instantes lo que dejará la ambiciosa destrucción de un mundo a manos de quienes debían preservarlo.
El telón expone como si fuera el obturador de una cámara gigante, escenas que muestran las llagas físicas y espirituales de una incesante guerra. Imágenes fragmentadas que se anteponen más cerca o más lejos, entre notas de violín, fagot, clarinete, percusiones y trompeta, al avanzar la historia de una mujer que depende de la guerra para vivir.
El texto que Bertolt Brecht escribiera en 1939 cobra vida escénica en 2022, como si la humanidad hubiera congelado su desarrollo durante los años transcurridos. La Guerra de los 30 años, entre católicos y protestantes, (1618- 1648), que aborda la obra Madre Coraje y sus hijos, expande su significado hoy, al revelar los actuales lastres de la acción bélica en cualquier parte del mundo.
Con traducción del alemán realizada por Stefanie Weiss, versión y dirección de Luis de Tavira, la estética del montaje ubica al espectador siglos atrás, al tiempo en que evidencia vicios y cicatrices que las distintas guerras continúan dejando en la especie humana.
Desde sentencias relativas a “la inmoralidad de la paz”, afirmaciones como “donde hay guerra, hay orden”, incluidos cuestionamientos como, “dices que vives de la guerra pero no quieres que toquen a tus hijos”, entre otras frases que aluden a conflictos de política internacional, religión, fe y ética, entre muchos más, la versión de Luis de Tavira subraya lastres como el crimen organizado, la discriminación y los feminicidios, con lo que redimensiona la crueldad, la ambición, el dolor, la ironía, la cerrazón y la muerte transformados en hechos cotidianos e incrustados en una guerra que es todas en su persistente expansión territorial, donde sin embargo, el único personaje sin voz nos devuelve la esperanza .
Especialista en la obra de Brecht, de Tavira, -que ha dirigido La honesta persona de Sechuán, Santa Juana de los mataderos y El círculo de cal, a partir de una creación dramatúrgica libre sobre los textos del dramaturgo y director alemán-, emprende en esta oportunidad, con actores que se han desarrollado en el norte del país, la travesía que implica el exhaustivo análisis del texto, la búsqueda de la expresión gestual, corporal, de la voz hablada y cantada, así como de una actuación acorde a una estética, una composición, un ritmo y un estilo expresionista, que permitan la fragmentación de una historia que se ramifica.
El maestro y dramaturgo que generalmente ha trabajado con elencos familiarizados con su minucioso método de análisis tonal y puesta en escena, estrena en la Ciudad de México el resultado de la labor emprendida en Ciudad Juárez, invitado por la compañía Telón de Arena en su 20 aniversario, cuyo elenco se expresa con empuje y entrega, apropiándose de un texto que tiene eco en una actoralidad nutrida por la emergencia.
Imágenes, canto, música, sucesos trágicos, irónicos, absurdos, dolorosos y heroicos tienen lugar detrás de un telón dividido en partes, que abre y cierra como si fuera un párpado negro, para mostrar el interior luminoso u obscuro de cuadros vivos que se contraponen y complementan a la vez, como lo enmarca el diseño escenográfico y de iluminación de Jesús Hernández, quien de la mano del director, traslada el encuadre del lenguaje cinematográfico al teatro, en concordancia con la conciencia que busca la obra de Brecht mediante cada rompimiento.
A través del diseño de un vestuario que cruza épocas, de modo que el espectador viaje al pasado desde su presente, Jerildy Bosch viste a los personajes con ropa que los hace reconocibles al tiempo en que les otorga características propias, como ocurre especialmente con el vestido blanco de la muda Cata, -interpretada por Saura Emilia Subiate-, poblado de mariposas negras que parecen atrapadas con sus alas abiertas, como el personaje al que están asidas.
La composición musical de Iván del Prado, que guía, subraya y detona la atmósfera sonora, cuenta con la interpretación en vivo de Alejandro Vázquez (violín), Luis Ledesma (clarinete), José Ibarra (fagot), Eduardo Apodaca (percusiones), Héctor Moreno (trompeta) y Roberto Jurado en la dirección musical.
Con asesoría gestual de Ricardo Leal y clases de canto a cargo de la soprano Hadassa Varela, el elenco está integrado por la directora y actriz Perla de la Rosa, por Jesús Piña Meza, Saura Emilia Subiate, Ezra Padilla De la Rosa, Marco Antonio García Delgado, -actor invitado del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro-, César Cabrera Sánchez, María Guadalupe Balderrama Vela, Guadalupe de la Mora Covarruvias, Alan Escobedo, Mario Alberto Vera Elizalde, Claudia Cecilia Rivera Carrera y Norma Meraz Herrera.
Madre Coraje y sus hijos invita a ser testigo de una valiosa obra de la dramaturgia universal llevada a escena por un director que se ha dedicado a traducir a Brecht, mediante escenas de hermosas composiciones visuales, nutridas de música, actuación y canto, que urgen a la reflexión y la conciencia del gran cambio que requiere generar el ser humano.
La obra se presenta de jueves a domingo hasta el 24 de abril en el Teatro Helénico, consulta horarios y precios, aquí.
