Desde hace muchas noches, la noche de esta ciudad les pertenece. Con bailes sabrosos, canciones populares y, sobre todo colores y texturas espléndidas, las dragas han tomado la escena nocturna para disfrute de una legión cada vez más amplia de fieles que retacan los antros y salones dedicados especialmente a este delicado arte que se torna genuino entretenimiento: Salón Gardenia, Dragaret, Cabaretito, Kinky, Blow Bar, Spartacus, Estéreo, Pinche Bar y el restaurante El Sirenito, entre otros, son los lugares en los que los tacones, las plumas, lentejuelas, pestañas kilométricas, el maquillaje impecable y la alegría desbordada son asunto de todas las noches y memoria de todos los días.

Si nos atenemos al origen de la palabra drag, que además de ser el acrónimo de “dressed as a girl” (“vestido como una mujer”), es el término utilizado para definir el arrastrado de los largos vestidos que se utilizaban antiguamente en las obras teatrales -en donde, de hecho, los actores interpretaban los personajes femeninos-, podemos entender que el drag está anclado plenamente al teatro, a la escena.

Y que si bien en los espacios arriba mencionados podemos encontrar los espectáculos de este género, por sus características, el drag es una de las expresiones más bienvenidas dentro del teatro cabaret y cada vez son más frecuentes los montajes y espectáculos en la cartelera de teatro realizados a partir del drag.

En el Teatro Bar El Vicio, que sigue siendo el principal teatro cabaret en la Ciudad de México, en lo que va de este año varios son espectáculos que han tenido a drags como protagonistas, o bien, como parte del elenco en el caso de las varietés.

Sandy Pascual, programadora de este espacio que dirigen Las Reinas Chulas, hace un recuento de lo que ha visto pasar por el escenario de lo que alguna vez fue El Hábito. “Tuvimos una temporada bastante larga de La mujer hecha hombre, en donde Jules Granados utiliza la música como recurso escénico para contar sus historias y, al ser un personaje drag el que está en el escenario, es un discurso bastante transgresor. Ese show cuenta la historia de un hombre – mujer con rasgos muy masculinos y expresiones muy femeninas, es un drag con barba, muy hermoso y divertido”.

En efecto, sobre la escena, Julles es La Lupe, una norteña de 1.90m de estatura que enfundada en vestidos sexys va contando sus historias y cantando al ritmo de las canciones de rompe y rasga de los años ochenta: “Inocente pobre amiga” y “Acaríciame”, de la otra Lupe, la D’Alessio, abarcan todo Coyoacán gracias a su voz de barítono con la cual también ha interpretado comedias musicales.

Sandy evoca, entre otros, los espectáculos Los monólogos de la panocha del norteño César de León y la varieté con temática BDSM de Mariano Ducombs en la cual también un personaje drag ejecutaba un número de burlesque. “También hemos tenido burlesque con drag. Todos estos han sido espectáculos muy importantes. El drag es algo que pertenece a lo que presentamos en El Vicio”.

Recinto que desde sus orígenes como El Hábito ha recibido a artistas fundadoras del movimiento drag en México, como Las Hermanas Vampiro (Daniel Vives “La Supermana”, Oswaldo Calderón “La Superperra” y Sergio Alazcoaga), Carlos Bieletto y Roberto Cabral, además de creadores que, dentro de su propuesta cabaretera, han explorado este arte, como el maestro Tito Vasconcelos, Pedro Kóminik y Tareke Ortiz, quien en fechas recientes presentó dos espectáculos de contenido similar: Veneno y Boheme Darks.

En ambos, acompañado por el piano del estupendo músico Baldomero Jiménez, Tareke se mueve entre el drag, la androginia y el simbolismo para hablar sobre el mal, las obsesiones, las bajas pasiones y la delgada línea entre vida y muerte que en estos tiempos está más presente que nunca en el ser humano.

A través de un repertorio exquisito que lo mismo ofrece boleros azotados que son cubano, canto cardenche y baladas de José José, Tareke divierte a los espectadores con sus ocurrencias y los seduce con su canto, aunque en el fondo, como todo demonio que se respete, lo que hace es entrar en sus conciencias para sacudir su orden de vida establecido.

Si bien El Vicio sigue siendo el principal cabaret -en su concepción de sátira política- de la Ciudad de México, otros espacios como el Foro A Poco No han recibido espectáculos drag e, incluso, el Sistema de Teatros de la Ciudad de México organiza en junio, en este y el resto de sus foros, el festival Entre Lenchas, Vestidas y Musculocas, en donde esta expresión tiene cabida, al igual que en otros teatros que reciben propuestas de cabaret.

Como El 77 Espacio Cultural Autogestivo, en donde durante agosto se presentó Lady Dragbeth que, como su nombre lo indica, fusiona el universo del drag con el mundo shakesperiano. El drag, el teatro y el cabaret se dan la mano en este monólogo dirigido y actuado por Fabián López, quien escribió el texto junto al dramaturgo Osmar J. Urbina, quien vuelca sus inquietudes como artista y activista al servicio de este proyecto.

Para Osmar, el poder unir drag con teatro y cabaret, “se ha vuelto un juego de límites imposibles, ya no sé dónde empieza uno y dónde termina el otro. Trabajar con la complejidad pensando en amalgamas, en cúmulos, en coyunturas, significa no binarizar el mundo, no reconocer posturas enfrentadas sino reconocer que la realidad es inasible. Particularizar mi mirada, asumir mi subjetividad y hacer de la representación un proyecto político ha llevado mi trabajo a vincularse con expresiones drag, por encontrar ahí una resonancia significativa. Los lindes escena-público personaje-actor teatro-drag se desdibuja”.

En el escenario, la sanguinaria esposa del rey de Escocia es más bien una bruja que regentea un bar clandestino en plena época de guerra -es decir, de violencia de género, de feminicidios y transfeminicidios, de intolerancia a la diversidad, de heteropatriarcado latente-.

Las razones por las cuales Osmar se involucra en este cruce de géneros son muy simples, pero revelan un muy profundo deseo de hacer un cambio en las convenciones que precisamente sustentan a estos géneros: “por participar en una experiencia comunitaria, por unas ganas inmensas de hacerle fisuras a la noción de teatro y robar lo que se pueda de ahí para llevarlo a territorios mucho más habitables, por las ganas de devolverle su dimensión de juego, ganas de divertirse, de reflexionar, de criticar, de exponer: todo al mismo tiempo. Ganas de que las trans, las jotas, las morenas, las feas, las migrantes, las bichotas, existan ahí. Ganas de aventar retazos de obra y estimular que las personas agencien sus deseos artísticos y entonces sean partícipes del juego que es el teatro y el otro.”

Actualmente, en nuestra Cartelera de Teatro se pueden ver obras de teatro en las que la expresión drag es parte fundamental: lo mismo la farsa Las devoradoras de un ardiente helado de Antonio González Caballero, en versión y dirección de Emmanuel Márquez Peralta -que se presenta en el Teatro Julio Castillo, el foro más importante del Instituto Nacional de Bellas Artes– que MentiDrags, versión drag del celebrado musical Mentiras, escrita y dirigida por José Manuel López Velarde -que se escenifica en el Teatro Aldama, uno de los más populares de la ciudad-.

Recientemente terminó una larga y exitosa temporada Torch Song de Harvey Fierstein en versión y dirección de Alejandro VIllalobos y está por volver la propuesta Fierce del creador escénico César Enríquez, en la cual ha participado Bonita Giles, cuyo intérprete, Jesús Giles, es creador del proyecto Bonita, que consiste en fiestas ancladas a elementos teatrales. En otro concepto, la pastorela drag Pachecas a Belén se sigue presentando cada diciembre.

Siguiendo con las fusiones entre drag, cabaret y teatro, Delirio tropical se estrenó poco antes de que la pandemia por COVID-19 cimbrara al mundo. Este espectáculo también hace y deshace géneros para evocar los grandes años de las vedettes dentro del cine mexicano.

El hilo conductor de esta varieté es Coral, una hermosa chica otaku que bromea y seduce a los espectadores, sin importar si son parte de la comunidad LGBTQ, si son heterosexuales o curiosos, si vienen en pareja o si andan solitos y su alma. Emilio Bastré, actor egresado de la Escuela Nacional de Arte Teatral personifica a Coral, su alter ego drag, a la cual descubrió poco tiempo después de salir de la ENAT y confeccionó hasta lograr el espectáculo unipersonal Paraíso bajo los pies. Aunque Delirio tropical es una idea concebida y dirigida por la coreógrafa trans Patricia Kattkins, Emilio lo asumió desde el principio como un proyecto muy personal en el que ha tenido oportunidad de consolidar su trabajo y discurso drag.

Es un espectáculo hecho completamente por un equipo femenino. Yo soy la única no-mujer, pero sí-mujer, porque la que es parte es Coral, más que Emilio. Lo que estamos haciendo es una revolución, porque aunque hemos tenido invitadas como Astrid Haddad, la Princesa Yamal, Rosy Mendoza, Pedro Kóminik, tenemos un certamen llamado Señorita Delirio Tropical en el que más de 30 artistas enviaron su postulación“.

A pesar del éxito que hemos tenido, no deja de ser un esfuerzo muy grande, es un espectáculo autogestivo, hecho enteramente por mujeres. Mantener un espectáculo autogestivo, independiente, hecho por mujeres, en un año en el que muchas obras han tenido que suspender funciones porque no llega público, sí nos parece un acto de resistencia, un acto revolucionario y creemos que eso es lo que tenemos que seguir haciendo. Ya no somos las vedettes al servicio de los hombres ricos que quieren producir un espectáculo para ver encueradas: somos vedettes trabajando para salir adelante y seguir luchando. No deja de ser un esfuerzo de cada día, algo difícil pero que nos retribuye a nosotras y creemos que retribuye a la sociedad“.

Emilio es parte de una nueva generación que, entre otras luchas, busca que el drag vaya aún más allá de los antros y bares donde regularmente puede encontrarse. “A partir de Delirio tropical han empezado a surgir otras variedades de vedettes, burlesque y cabaret. Y es muy bonito ver cómo hay un resurgimiento del cabaret en ese estilo y cómo el arte drag se está abriendo estas puertas. Bárbara Durango, que es una drag queen muy chingona de la ciudad de México, casi toda su carrera ha sido de la vida nocturna de los antros y los bares. En el momento que llega como invitada a Delirio tropical nos dice: gracias por invitarme, porque yo siento que éste es mi lugar, que necesito trabajar con personas así”.

Y sabe, claro, que aunque poco a poco se logra la fusión entre artes y disciplinas, el camino no es del todo llano. “Seguimos siendo esta parte del espectáculo no tan bien recibida en el ámbito cultural. Entre el arte culto y el arte popular, pertenecemos a lo popular. La gente no va a Delirio tropical a quedarse callada y decir ¡oh, qué gran obra, qué gran iluminación del maestro tal…! No, la gente va a Delirio tropical a emborracharse, reírse, pasar un buen rato, aplaudir, gritar, desfogarse y regresar a sus casas”.

Si bien el panorama actual del drag en nuestro país tiene mucho que ver con el impacto de proyectos televisivos como Ru Paul Drag Race, La Más Draga y una variedad de series de ficción o documentales cada vez más prolífera, esto ha sido benéfico para que el drag sea un tema cada vez más constante sobre la escena teatral y cabaretera.

Y es que, a final del día, a decir de Emilio Bastré, el público está entendiendo que, muy probablemente, al estar en un espectáculo drag, está frente a eso que tal vez no sabía que necesitaba: “Mi trabajo se vuelve muy interesante porque va mucho hombre heterosexual que se compra esta convención del teatro en la cual durante dos horas yo soy la presentadora y ellos me coquetean y me dicen que yo soy su vedette favorita. Son cosas que estando en la calle no se van a permitir, pero dentro de la convención teatral se ríen, me coquetean y Coral se vuelve cálida con el público, porque le permite al público lo que ofrece el arte: liberarse un rato”.

Por Enrique Saavedra, Fotos: Secretaría de Cultura de la Ciudad de México y Cartlera de Teatro

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