Para saber por qué los pastores a Belén corren presurosos y llevan de tanto correr los zapatos rotos, lo ideal es acudir al teatro para enterarse de toda la historia.

Y es que, como su nombre lo indica, las pastorelas son la escenificación de todo lo que ocurre en ese camino que lleva a Belén, con todas las peripecias y vericuetos experimentadas por los pastores convocados para presentarse ante el niño Dios y adorarlo. Entre ángeles y demonios que les salen al paso en cada esquina, los pastores deben sortear las tentaciones propuestas por los malvados y seguir la estrella que les muestran los bondadosos. Mientras eso sucede, el espectador puede disfrutar de ponche y tamales y, en algunos casos, ser parte de los peregrinos.

La de la pastorela es una de las tradiciones más longevas de la escena teatral. Su orígen es plenamente evangelizador y es una de las tantas formas en la que se impuso el catolicismo a los indígenas. Ya como representación teatral fue en el siglo XIX con La noche más venturosa de José Joaquín Fernández de Lisardi que se inauguró la tradición y, desde entonces, como todo clásico que se respete, ha tenido una infinidad de transformaciones que permiten que en pleno siglo XXI la eterna lucha del bien y el mal se siga llevando a escena y que haya más de una opción en nuestra Cartelera de Teatro.

Actualmente se puede ver desde pastorelas que se fusionan con el drag y el cabaret como Pachecas a Belén, que por más de treinta años ha transgredido la tradición y se ha convertido, a fuerza de los años, en un espectáculo representativo del teatro LGBTQ+ y de la escena decembrina.

Pero también hay pastorelas que preservan los elementos originales como la Pastorela tradicional de Coyoacán, Diablos revolucionarios, escrita y actuada por la actriz, locutora y dramaturga Luz María Meza, quien durante poco más de treinta años la ha puesto en escena haciendo convivir, con lujo de picardía mexicana, la tradición de la pastorela con la de la posada: los espectadores ríen con la forma en que los pastores sortean los obstáculos que les ponen los diablos y después forman parte del espectáculo al convertirse en peregrinos, cantar en el nombre del cielo os pido posada…, pegarle a la piñata y finalmente cenar tamales y ponche.

Igualmente apegada a los elementos originales, pero atenta a los cambios que trae el paso de los años, es la Tradicional Pastorela Mexicana que se presenta en la Capilla Gótica del Centro Cultural Helénico. Iniciada por el actor, director y productor Rafael Pardo, el montaje ha sido delegado al director Miguel Ángel Morales, quien actualmente está al frente de un proyecto que, a pesar de pensarse como algo inherente al mes de diciembre, ha padecido los embates de los nuevos tiempos.

Siempre es una gran lucha tener en escena un montaje como éstos, que es muy grande, con muchos actores, de mucha producción. Y también con el cambio que ha tenido la sociedad: la cuestión tecnológica nos ha dado una vuelta de 180 grados en todos los aspectos, entonces al hablar de tradición, sobre todo en las partes urbanas, nos topamos con cierta resistencia. Pero desde el año pasado pudimos ver que la gente está ávida de volverse a unir y a identificar con algo. Y eso es lo que hace la tradición: unirnos y regresarnos al arraigo de lo que somos. Y eso es lo que hacemos nosotros en esta pastorela”.

Las pastorelas tienen un patrón literario: es la lucha del bien contra el mal y la búsqueda de la fé. Este largo andar de los pastores para poder llegar a Belén para ver al niño Dios y adorarlo, con los diablos poniéndoles trampas y tentaciones. Eso es lo que la mayoría sabe, lo importante es cómo se escenifica.

En el caso de la Tradicional Pastorela Mexicana, Miguel Ángel destaca la presencia del grupo Son del Pueblo, que es una banda que tocará durante el montaje, además de ofrecer ponche, tamales y atole y, por si fuera poco, hacer una posada y rifar piñatas, todo en un marco pleno de los colores vivos que representan el espíritu de fiesta de los pueblos mexicanos. Juntando la parte literaria, la visual y la musical, buscamos que las personas de la ciudad o de los diferentes poblados de la República puedan sentir que están en un pueblito”.

Aunque ya llevan 34 años con la escenificación, la compañía está consciente que si bien se recibe con entusiasmo, no tiene el alcance de antaño.

“Nos ponemos a platicar con el público al final y muchas de las personas mayores nos cuentan que les da añoranza y melancolía, pero también felicidad porque les recuerda su infancia y lo que vivieron de jóvenes. Y para los jóvenes sí resulta una experiencia casi nueva. La visión social de las navidades ha cambiado tanto que muchos jóvenes no tienen la experiencia de una posada y de la dramaturgia de una pastorela. Sí es un encuentro que va más allá de nada más ver la obra de teatro y ya: intentamos que vivan la experiencia de lo que es una pastorela y de lo que han sido en México estas fiestas, que afortunadamente en algunos lugares se siguen haciendo y que son muy propias de nuestro país, no se encuentran en otra parte del mundo”.

Miguel Ángel asegura que, en su propuesta, conviven las diversas épocas que ha atravesado la escenificación desde su origen catequista hasta nuestros días.

“La pastorela se ha ido transformando haciéndola cada vez más del pueblo, más de la gente y eso tiene que ver con la parte pícara y jocosa del mexicano. A la gente le gusta la pastorela porque no siente el lenguaje alejado. Es un humor muy mexicano, pero no es vulgar. Esta pastorela inicia con un baile prehispánico y sigue con versos de Sor Juana y Fernández de Lizardi a través de marionetas: queremos mostrar el sincretismo de cómo se va transformando el lenguaje y el mensaje evangelizador para llegar a la tradicional pastorela mexicana, en donde el lenguaje de los diablos, ángeles y pastores es muy contemporáneo”.

El actor Pablo Valentín, conocido por sus participaciones en programas de tv como Vecinos, encabeza el reparto. Gracias a las pláticas que el actor sostuvo con el desaparecido Rogelio Guerra, no dudó en integrarse al reparto de esta producción. Y es que son varios los actores que han dado vida a los singulares personajes ya sea en las versiones tradicionales como en las diferentes adaptaciones teatrales.

Además de Rogelio Guerra, quien fue un férreo defensor de la tradición y trabajó en pastorelas aún cuando su salud ya estaba mermada, otros actores como Manuel El Loco Valdés y Martha Ofelia Galindo, en formatos muy distintos, hicieron época interpretando al Diablo. Galindo fue, durante muchos años, cabeza del elenco de las pastorelas de Miguel Sabido, uno de los más importantes creadores, innovadores y, sobre todo, divulgadores del género. Durante la pandemia, presentó una pastorela en formato virtual, estelarizada por Rafael Inclán.

Durante la Tradicional Pastorela Mexicana que se efectuará en El Claustro del Centro Cultural Helénico, se podrán escuchar a los Reyes Magos en las voces de los finados Héctor Bonilla y Enrique Rocha, así como de Juan Ferrara, con lo cual se rinde un pequeño homenaje póstumo a los dos primeros.

Al cuestionar al director sobre el papel de las pastorelas en una época en la que también hay visibles cambios en la concepción de la religión en nuestro país, Morales aclara: “El patrón literario de la pastorela implica la parte religiosa: el final es la llegada para ver el milagro del nacimiento del niño Dios, si eso no está, pues no es una pastorela. Esa parte no se puede negar. Nosotros, más que tomarlo por el lado meramente religioso, que está presente, es mostrar el tema de la fé: la fé no solamente está ligada a la religión, sino a cada ser humano de manera distinta. Cada día nos levantamos y tenemos fé o esperanza de encontrar, lograr, obtener… algo”.

Montajes como Alitas a la diabla, Los encantos del relajo y Te pasas de la Mancha son otras de las opciones para vivir unas navidades muy completas, con una tradición que, desde el teatro, es tan representativa como las doce uvas, el arbolito o, claro, el Nacimiento… del niño Dios, con todo y los pastores que corren presurosos.

Por Enrique Saavedra, Fotos: Cortesía Producción

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