Por Roberto Sosa/ ¿Qué fue los que los hizo venir a ver esta obra…? ¿Quién cree en fantasmas…? ¿Quiénes tienen experiencia con lo sobrenatural…? Son preguntas que el profesor Phillip Goodman lanza al público al inicio de la función. El escéptico Goodman encontró un archivo con tres casos inexplicables de fantasmas. La introducción es con un breve recuento de historias de apariciones a través de la historia.
La primera es de un velador cuyo trabajo es cuidar una bodega donde se almacenan maniquíes; esa noche a las 3:45 de la madrugada hace su rondín como todos los días, por radio se comunica con otro velador. El trabajador tiene una hija enferma en estado de coma desde hace cinco años, solo la ha visitado dos veces; esa noche la rutina en la bodega cambia, lo que ve y escucha nunca lo pudo olvidar.
La siguiente historia la protagoniza Simon, un joven que regresa a casa por un desolado camino a altas horas de la noche, conduce el automóvil de su mamá, de pronto un incidente lo hace detener el auto; necesita auxilio vial, hace una llamada, la respuesta es que la ayuda llegará entre 10 a 45 minutos. Simon se queda solo, de madrugada y con el coche descompuesto. El escenario está dispuesto para lo sobrenatural.
El tercer y último relato es el de una pareja que esperan la llegada de su primer bebé. A Julia inexplicablemente le aparecen manchas en su piel; él no quería entrar al cuarto del bebé. Esa noche el reloj marca las 3:45 de la madrugada, entra en la habitación, siente una presencia que lo estremece y percibe un olor cómo de hospital. El cuarto destinado para el bebé que esperan lo habita un ente maligno.
Para incrédulo Phillip Goodman todo tiene una explicación científica, a veces uno ve lo que el cerebro quiere creer, dice. Habla de la pareidolia, un fenómeno sicológico donde un estímulo vago y aleatorio se percibe como como una forma reconocible. Lo que ignora Goodman es lo que está a punto de sucederle y lo que el propio espectador está por presenciar, quizá sea el momento de salir de la sala a toda prisa.
Las historias son narradas y posteriormente representadas; música, iluminación y efectos crean apropiadamente la atmósfera. A diferencia del cine de terror, el teatro no cuenta con la tecnología y efectos especiales. El mayor acierto de Santa Rita es lograr que el espectador se enganche con las historias y se sobresalte con lo que sucede en el escenario, logrado gracias al trabajo de todo el equipo creativo que participa en el montaje.
La representación nos acerca a nuestras propias experiencias con lo sobrenatural. ¿Quién no ha sentido miedo de pronto ante algo que vio, escuchó y no le encuentra explicación…? ¿Quién percibe y siente que una presencia fantasmal habita su casa…? Bajo el manto de la noche salimos del teatro, el camino de regreso a casa quizá sea en compañía de un ser desencarnado.
De Jeremy Dyson y Andy Nyman, Historias de fantasmas se presenta con las actuaciones de Alfonso Borbolla, Alfredo Gatica, Daney Mendoza, José Sefami, Nacho Tahhan y Miguel Tercero. Participación especial de Miguel Santa Rita, Yarimar Varona, Elemy Agüero y Rubén Acacio.
La traducción y dirección son de Miguel Santa Rita. Escenografía, Aurelio Palomino; iluminación, Matías Gorlero; vestuario, Natalia Seligson; ilusiones / ingeniería escénica, Daniel Haddad; música original y diseño sonoro, Franco Medina-Mora. La producción es de Oscar Uriel, Rodrigo Trujillo y Morris Gilbert.
La obra se presenta de viernes a domingo de forma alternada con la obra 100m2, hasta el 15 de enero, en el Nuevo Teatro Libanés, consulta días, horarios, precios y descuentos, aquí.
