Es indudable que el aclamado y querido actor Héctor Bonilla, ha dejado un legado importante en la escena teatral mexicana, así como en el mundo del cine y la televisión, pero además, su partida ha sido el ejemplo perfecto de la entrega que un ser humano apasionado por su profesión, logra transmitir a sus compañeros de gremio, así como con incontables personas que, durante su vida, logró cautivar por la congruencia de su personalidad.

Durante más de 50 años de trayectoria, su repertorio en teatro incluye más de 140 obras que abarcan todos los géneros, entre ellas destacan ¡Vivan los muertos!, montaje de su autoría, que apostaba por revisitar la historia política nacional y mostrarla a un público que no había tenido la posibilidad de ver teatro, donde además, participaba, el fallecido actor, Héctor Suárez.

Sin embargo, cómo olvidar Almacenados de David Desola, el entrañable montaje familiar que reunía al experimentado actor, con su hijo Sergio en escena, bajo la dirección de Fernando Bonilla, el cual logró conmover a cientos de espectadores por la vigencia de su premisa e interpretaciones.

El actor, egresado de la Escuela Nacional de Arte Teatral del INBAL, tuvo la oportunidad de ser conmemorado en vida en el año 2019, por la Secretaría de Cultura en el Centro Cultural del Bosque, donde compartió anécdotas de su participación en la obra El principito, de Antoine de Saint Exupéry, y de su actuación, como suplente, en el papel de un microbio, en la obra La lente maravillosa de Emilio Carballido.

En ese mismo encuentro, aseguró que el punto decisivo en la vida de un intérprete se encuentra en los minutos previos a entrar en escena, donde no queda más, que la conexión que se puede generar con el espectador.

“A través de mi larga experiencia, lo importante en la representación, ya sea didáctica, cómica, es la catarsis que se logra en la comedia o en la tragedia, a la que se llega en el momento culminante de cada función, que es lo que puede atrapar al espectador”, expresó.

Y con estas palabras finalizó aquel homenaje: “Me pagan por jugar y voy diciendo: yo no soy mi pasado, yo no soy mi futuro, yo estoy siendo. Como los animales, por instinto, les dejo mis aciertos y fracasos; dudas, mi miedo cuando solo finto. Mi terco afán de no bajar los brazos y alguna petición: cuando me entierren, si van a ser mis órganos donados, no se avergüencen cuando los entreguen, porque voy a dejarlos muy gastados”.

En Cartelera de Teatro, también compartió su amor por el teatro en un momento complicado para los espectáculos en vivo, situación derivada de la pandemia, contexto que le permitió comprender la importancia de las nuevas tecnologías, sin sustituir su pasión por la presencialidad y la vigencia, inagotable, de los textos clásicos.

“Desde que se inventó la escritura, se tiene la gran ventaja de meditar lo que quieres decir antes de tomar la pluma y el papel, en cambio, ahora se vuelven más rápidos los pulgares para comunicarse, a través del teléfono y el idioma más compacto con abreviaturas, pero también desaparece la gramática, la sintaxis y la ortografía”, señaló.

Y de esta manera concluiría su reflexión: “Lo que es en vivo es muy revitalizante, porque podemos admirar obras de arte que ocurrieron hace muchos años y que valen mucho la pena, pero saber que es lo que está rozando nuestra realidad, vale mucho la pena”.

En Cartelera de Teatro nos sumamos a las condolencias por su partida. D. E. P. Héctor Bonilla.

Por Ulises Sánchez, Fotos: Cortesía Rodolfo Issac García y TW 

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