Por Luis Santillán/ John Pielmeir es un autor estadounidense que ha trabajo ficciones que inician en la escena teatral y transitan al universo cinematográfico (Agnes de Dios), eso le da la experiencia para tomar un libro emblemático para el cine de terror y hacer una propuesta para la ficción teatral. El exorcista es un proyecto que se estrenó en el 2012 en Los Ángeles, este año con la dirección de Alejandro Herrera y la producción de Eduardo López se estrena en el Teatro Rafael Solana.
La historia mantiene la línea del relato original donde Regan, después de jugar con una tabla ouija, entra en contacto con una entidad que la transforma, y sólo la ayuda del padre Karras la podrá salvar.
Pielmeir toma una afortunada decisión al fortalecer la línea anecdótica distribuyéndola en los personajes de Chris (la madre), Regan y el padre Karras. Las motivaciones individuales tienen mayor acento porque el formato no propicia ver un desarrollo, sino concentrarse en la repercusión emotiva, eso aporta matices tanto de los temores como de las fisuras de los personajes, los vuelve vulnerables y eso permite ir generando la tensión que el género requiere.
El autor aprovecha el tiempo que da la escena para estimular la imaginación del público por medio de pequeños momentos que van deformando la vida cotidiana de Chris, la alteración en la conducta de Regan se muestra a partir de la relación de personajes.
El gran acierto en la propuesta del director está en el diseño sonoro, si bien emplea el recurso de los sonidos estridentes para sobresaltar al público, lo atractivo es todo lo que queda de fondo, va alimentando la atmósfera, hay un uso estimulante de la distribución de salidas de audio para integrar al espectador con los momentos de la escena, además que le da soporte al empleo de las voces distorsionadas para los momentos donde Regan deja de tener voz propia.
Alejandro Herrera, con el personaje del “tío Burke”, logra el mayor enlace con el público, su trabajo alcanza mucha empatía, da las variantes de tono para fortalecer los momentos de tensión, logra que su desenlace conmueva.
Los efectos en escena para mostrar la alteración del cotidiano son desequilibrados, los que se resuelven de manera más “teatral” son los más afortunados, como el momento final del “tío Burke” o el desenlace del padre Karras; la levitación de Regan es atractiva, las “sacudidas” del espacio tienen más fuerza cuando la actriz que interpreta a Regan (Patricia Larrañaga o Paola Meixueiro dado que alternan funciones) las ejecutan que cuando el mecanismo las provoca.
La propuesta cumple con las expectativas, lo logra porque es el trabajo actoral lo que sostiene, a partir de las afectaciones de los personajes, un mundo que se quiebra, los recursos técnicos no pasan a primer plano sino son ayuda para sostener la atmósfera, la versión teatral no imita lo logrado por una película, por al contrario expone que la escena puede brindar un terror más significativo porque involucra al espectador.
El exorcista es una muy buena opción porque es una oferta escénica que no apuesta en los efectos, sino en la construcción del terror a partir de las bondades y características de la escena.
La obra se presenta de viernes a domingo hasta el 13 de noviembre en el Teatro Rafael Solana, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.
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