Por Roberto Sosa/ Se llamaba Irena Sendler, algunos la conocían como “Jolanta”. Nació en Varsovia, Polonia el 15 de febrero de 1910; fue una trabajadora social y enfermera polaca católica. Durante la Segunda Guerra Mundial y a riesgo de su propia vida, organizó el rescate del gueto de Varsovia de unos 2500 niños judíos, condenados a los campos de extermino, víctimas del Holocausto.
En 1939 Alemania invade Polonia, Irena era enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia. Los nazis crean en 1940 el Gueto de Varsovia (el más grande establecido en Europa por la Alemania nazi), horrorizada por las condiciones que allí se vivía, se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos. Fue arrestada, torturada y sentenciada a muerte por la Gestapo en 1943, logró escapar el día de su ejecución.
De Tomás Urtusástegui, El ángel de Varsovia es un relato doloroso y así mismo entrañable. Un monólogo donde la protagonista años más tarde, le habla al espectador desde la intimidad de su habitación. En su memoria residen los sucesos que marcaron su existencia. “Los recuerdos es lo único que tenemos….”. Y en tiempos de paz: “de los alemanes me gustaba la música, de los rusos la novela…”.
El eje temático es el salvamento de cientos de niños judíos que serían llevados a morir a los campos de exterminio, principal propósito de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Para lograr el rescate, Sendler les cambió el nombre judaico por uno católico. La historia le tiene un sitio a los sucesos. El texto de Urtusástegui lo sustenta en hechos reales; la tragedia subvierte y desestabiliza al espectador.
Carlos Rangel dirige afín al sensible relato, traslada al escenario todo el peso dramático del texto. Un monólogo por naturaleza es complicado, sin replica se puede caer en lo monótono; Rangel cuida que la obra tenga ritmo y movimiento. Compagina bien su trabajo con el desempeño de la protagonista. El resultado es una puesta en escena bien lograda.
Cabe destacar la actuación de Fanny Sarfati como Irena Sendler, está espléndida, excelente… magnífica. Para lograrlo conoció, estudió, se acercó durante dos años al personaje. Dialogaron de mujer a mujer; Irena le mostró el gueto, a los niños que había que salvar. Fanny se metió en su piel, habitó en ella. Fanny es Irena, Irena es Fanny; una le habló a Dios para lograr su propósito; otra le habla a la historia para no olvidar los sucesos.
Pocas veces un personaje es interpretado y encarnado como lo hace Fanny Sarfati en esta obra. Su sensibilidad como mujer y actriz ponderan su admirable actuación; al final el público de pie, con una interminable ovación reconoce su labor. Algunas y algunos aplauden con lágrimas en los ojos. Por la manera en que aborda y matiza al personaje, su carácter y la forma de representar a la enfermera polaca, nos toca el corazón.
El espectador tendrá su propio juicio sobre el Holocausto y todo lo que la Alemania nazi hizo con el pueblo judío. Acá el acento se pone en lo que una mujer realizó para salvar la vida de niños que estaban condenados a morir; sin importar la religión o el color de piel, lo que hizo Irena Sandler fue salvar seres humanos. De esto habla la puesta en escena con un lenguaje que perturba.
El ángel de Varsovia es teatro documental que versa sobre los horrores del pasado, en una guerra que nos recuerda la estupidez humana. La historia habla de lo sucedido, el teatro de lo que está sucediendo. Hoy seguimos inmersos en guerras que nadie gana, viviendo en pánico. Hoy necesitamos que baje un ángel del cielo para recatarnos de nosotros mismos… de nuestra propia y gran estupidez.
Con el auspicio de la Embajada de la República de Polonia en México y MAFAES producción, El ángel de Varsovia se presenta en el Foro Shakespeare hasta el 17 de febrero, consulta horarios y precios, aquí.
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Una obra imperdible, de una alta sensibilidad, espeñndida por donde se la mire
Extraordinaria actuación