Sobre el amplio escenario del Teatro de los Insurgentes dos hombres están frente a frente en una mesita de bar. Conversan sobre las bondades de los viejos tiempos de los medios de comunicación y lamentan las condiciones actuales. Se hablan con camaradería, se conocen bien el uno al otro: son Howard Beale, el conductor del noticiero nocturno de la cadena UBS y Max Schumacher, su productor. No hay duda para el espectador que son amigos, que a pesar de la desazón que parecen enfrentar, se respetan y quieren.

Y, en ese momento, no hay nada más cierto dentro y fuera de la ficción: los dos hombres que los interpretan, que en el momento en que están solos sobre el escenario del Teatro Insurgentes lo llenan con su sola presencia, son compañeros y amigos desde hace varias décadas: son Daniel Giménez Cacho y Arturo Ríos, que aunque se conocen y han compartido proyectos desde hace años, es la primera vez que son actores en la misma obra, en el montaje mexicano de la celebrada Network de Lee Hall.

Para Daniel, se trata de un regreso al Teatro Insurgentes, en donde en estelarizó Juegos siniestros de Peter Schaeffer junto a José María Yázpik. Entonces ya lo precedía una fama bien ganada de celebridad internacional, lo cual con el paso de los años se constata y fortalece gracias a sus apariciones en filmes como Zama y series como Un extraño enemigo. Por ello, los productores Tina Galindo y Claudio Carrera no han escatimado palabras para expresar lo importante que es para ellos que sea él quien asuma el personaje que en Londres y Nueva York interpretó Bryan Cranston.

Una de las mayores sorpresas en el reparto, conformado en su totalidad por actrices y actores anclados diariamente al escenario teatral, es la presencia de Arturo Ríos completando la tríada protagónica junto a la muy conocida -y estupenda actriz- Zuria Vega. Durante casi cincuenta años, Ríos ha sido una de las figuras fundamentales de la escena mexicana, gracias a la profundidad que ha impreso a personajes como Tío Vania, Macbeth, el Rey Claudio o el Duque Orsino. Shakespeare, Chéjov, Beckett y Pinter son autores que el actor ha interpretado en escenarios dedicados al teatro de propuesta, de vanguardia y experimentación.

En esta ocasión, ambos se reúnen por primera vez, como actores, en un escenario y, aunque están en un formato grande, en una producción abiertamente comercial, están muy conscientes de que la obra que estelarizan aborda temas tan oscuros y complejos como aquellas que han marcado su trayectoria.

Para Daniel, regresar al teatro con un proyecto así es un regalo: “Es un texto insólito, muy provocador, muy agudo, muy vertiginoso. Al ser originalmente una película, mantiene el espíritu cinematográfico y es muy rápida. En el proceso encontré muchas cosas que me hicieron muy feliz como actor y hay frases que es un placer poder gritarle en escena a la gente.”

Arturo coincide: “La dimensión del texto exige ese gran formato: todo sucede de una manera muy estridente, es el mundo de la comunicación ahora. La obra sucede en los setenta pero es totalmente actual: se augura esta explosión histérica, rabiosa de los medios de comunicación que ahora está en pleno apogeo, esta estridencia en la que se involucra de manera directa al espectador va muy bien con este despliegue hacia lo espectacular.”

Los dos celebran el tener la oportunidad de, a través del teatro, hablar de un tema que domina la actualidad: “Se habla de la ética del periodista, del control de la información, un tema que sigue siendo muy provocador: ¿la televisión sigue controlando… o tal vez ahora lo hacen las redes sociales? ¿somos sujetos libres o nuestras opiniones están condicionadas por lo que nos dicen las redes o por los likes que queremos tener? Son las discusiones que desata la obra“, reflexiona Daniel, quien además de ser reconocido como figura del espectáculo, es un notable activista y su opinión sobre temas políticos y sociales es muy solicitada por esos medios de comunicación.

Si bien siempre ha participado en películas independientes y su prestigio lo han aprovechado varias telenovelas, es muy reciente la incursión de Arturo en la T.V. de formato internacional, esto sucedió gracias a la serie La casa de las flores de Manolo Caro, en la que interpreta a Ernesto de la Mora, el patriarca de la famosa familia. Parte del espectáculo que ofrecía la serie en su arranque era ver a Ríos entregado a la comedia ligera y haciendo pareja con la estrella internacional Verónica Castro.

Sobre unir los universos del teatro y la televisión en esta obra, apunta: “Uno como actor siempre quiere hablar de cosas importantes y el poder expresar la experiencia de estar trabajando en los distintos medios es una oportunidad de lujo, porque es la posibilidad de ir a terapia y gritar; el teatro da la oportunidad de expresar emociones y sentimientos frente a un público y da la posibilidad de contagiarlo de esa necesidad.”

Además de actuar en montajes míticos de nuestro teatro como Viaje de un largo día hacia la noche dirigido por Ludwik Margules, Roberto Zucco bajo la dirección de Catherine Marnás y el Hamlet en versión de Juan José Gurrola, Giménez Cacho también ha dirigido celebradas puestas en escena como El homosexual o la dificultad de expresarse de Copi, Persona de Ingmar Bergman y El dragón dorado de Roland Schimmelpfenning. En esta última, dirigió al propio Arturo Ríos.

Ambos coinciden en que uno de los puntos fuertes de su experiencia en este proyecto es precisamente alternar con actores con quienes han trabajado desde el inicio de sus carreras, como Alberto Lomnitz, Diego Jáuregui y Luis Miguel Lombana.

Al respecto, Ríos bromea: “¡Somos El Club de la Tercera Edad! Nos conocemos desde chavitos y ahora decimos que nos traen de la Casa del Actor y luego nos regresan.” Más serio, aplaude el trabajo del otro club: “El setenta por ciento del reparto está conformado por jóvenes, que son actores de hueso colorado que están aquí al cien por ciento“. En efecto, estos primeros actores encuentran una réplica justa en Mahalat Sánchez, Francisco Rubio, Julián Segura, Paola Arrioja, Jerónimo Best, Jacobo Betech, Roberto Cavazos, Dan Cervantes, Samantha Coronel, Michel de León, Jatzke Fainsod, Eli Nassau y Viridiana Olvera, actores -y varios de ellos también directores o productores- que no es difícil encontrar en los diversos teatros privados, subvencionados e independientes de la ciudad de México.

Asimismo, Giménez Cacho acepta que es un reto el estar en escena con tanta gente y dependiendo de un gran equipo de producción en contraste con sus anteriores experiencias teatrales en las que él, al lado de la excelente actriz y docente Laura Almela, ha hecho todo o casi todo: adaptar, escribir, producir, codirigir, autodirigir, recibir al público, actuar y controlar luces y utilería. Así han surgido montajes memorables como Trabajando un día particular, La tragedia de Macbeth, Él y Quién teme a Virginia Woolf, siempre en el escenario del Teatro El Milagro, el recinto teatral que Daniel dirige junto a David Olguín y Gabriel Pascal.

Y también junto a Laura Almela y David Olguín, Arturo Ríos ha tenido varios éxitos teatrales. De hecho, él fue uno de los primeros actores en ser merecedor de un homenaje dentro del ciclo que El Milagro ha dedicado para reconocer a las personalidades fundamentales de nuestro teatro.

Aunque reconoce que de niño era admirador de las grandes obras del Teatro Insurgentes y ya durante los primeros años de su carrera decidió enfocarse en otros escenarios, “la vida y las expectativas cambian: uno se va transformando y como actor es un deseo el ocupar todos los espacios teatrales que existen. A mi me pasa que digo en este teatro ya trabajé, en este no he trabajado. Y uno de los que me faltaba era el Insurgentes. Por aquí han pasado muchas generaciones, yo le he dedicado cincuenta años de mi vida al teatro, hasta cierto punto era una consecuencia lógica que en algún momento dado yo cayera en este teatro“.

Y eso, el que ambos actores se adueñen de un escenario legendario y con una tradición de fastuosos musicales o comedias ligeras, es de celebrarse y consignarlo en la tele, en las redes sociales, en todos lados.

Por Enrique Saavedra, Fotos: Cortesía Manojo de Ideas

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