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DAMIANA Y CAROLA: Distancia y cercanía entre vida y muerte



Por Alegría Martínez/ En torno a un oscuro espejo de agua ubicado al centro de un jardín, dos hermanas maquinan un plan macabro que las hace soñar una vida feliz, libre de padre y madre. Sergio López Vigueras, autor y director de Damiana y Carola, toma como punto de partida el deseo impostergable de dos hijas por deshacerse de quienes, consideran, oprimen su existencia.

Sin revelar con mayor detalle el cúmulo de motivos que impulsan a los personajes rumbo a su objetivo, el texto del joven dramaturgo da a conocer al público los pormenores en los que involucrarán a un joven para hacer realidad su plan.

Recuerdos de infancia revelan el dominio que Damiana ha ejercido durante años sobre su hermana menor, Carola, cuyas reacciones cree conocer a fondo.

Como director, López Vigueras ubica a los personajes delante y detrás de un ciclorama plástico y después de un telón del mismo material, que oculta y descubre siluetas, con lo que acerca la acción y ponen distancia.

Así es como los personajes se hacen presentes o se difuminan en un thriller que alude al nudo formado por ambición y traición, al tiempo en que da un giro que desconcierta tanto a Damiana, como al público, que espera -como ella-, el funcionamiento de lo pactado.

Damiana y Carola es un texto sobre un crimen que integra fragmentos de poesía. López Vigueras, exhibe, sin juzgar a sus personajes, la relación de poder entre las hermanas, el punto de unión que engarza sus acciones y una maniobra sorpresa que reformula lo previsto.

El dramaturgo y director consigue, mediante el trabajo de su elenco, una comunicación abierta con el público que comprende la impulsividad de Carola, la rabia de Damiana y la zozobra de Diego.

Sin la intención de evitar cabos sueltos, -como habitualmente sucede en las obras policiacas-, ni de analizar a fondo lo que impulsa al delito, castigar, culpar, o transitar del caos al orden, la obra de López Vigueras concentra las acciones en torno al objetivo mayor de sus personajes, con lo que realiza un acercamiento a la parte obscura del ser humano y a su afán de derribar cualquier barrera concebida como obstáculo para alcanzar lo que concibe como felicidad.

Los personajes exponen, enfatizan, uno de ellos recupera algún episodio traumático y juntos propician instantes en el presente.

Verónica Bravo crea una Damiana calculadora y ruda que va con naturalidad de la amenaza, a la falsa dulzura y al asombro. Michelle Betancourt, en el papel de Carola, hace transitar a su personaje de la docilidad al arrebato y la autonomía, como un ser perverso con traje de inocencia. Federico Zapata conduce eficazmente a su personaje del temor a la convicción en medio de la auto conmiseración.

Damiana y Carola es una propuesta que aborda matricidio y parricidio desde un ángulo que se aleja de moral y estereotipos para centrarse en los obstáculos del camino, los tropiezos al pasar del proyecto a la acción y los cambios de ruta.

Los personajes son dos mujeres sedientas de un bienestar y una cercanía humana que sienten no haber obtenido. El episodio de su vida expuesto a al público se concentra en el qué y en el cómo, sin dedicarse al por qué de lo que piensan hacer.

En ese jardín de centro líquido, donde el terreno verde muestra desniveles, entre ligeros telones plásticos que pudieran ser como una gran piel transparente, dos hermanas buscan desesperadas cumplir su deseo, hasta que una de ellas toma decisiones propias.

López Vigueras interesa al público en un teatro que alude a un acto atroz sin gota de sangre, donde narración, movimientos, voz y sonidos, echan a andar la imaginación de una audiencia, que sin aflicción, contempla a las perpetradoras urdir su proyecto de vida mientras conspiran a favor de la muerte.

Producido por Bocanegra y Gaudeamus Arte y Entretenimiento, el presente montaje cuenta con la escenografía y vestuario de Abigail Cinco, quien viste de negro a las jóvenes, en una mezcla de prendas actuales con reminiscencias antiguas, como si portaran un lastre del que requieren despojarse.

El diseño sonoro de Yayo Villegas, ubica al público en una sensación activa de incertidumbre creciente, mientras la iluminación de López Vigueras, completa el juego de distancia y cercanía en el que ubica a los personajes de forma que se diluyan las preguntas sin que la historia se detenga.

El texto y la dirección de López Vigueras hacen que el espectador no sienta pena por los padres ni empatía por las hermanas y sin embargo las acompañe, escuche lo sombrío de su discurso poético, perciba lo abrupto de su vida cotidiana y el temblor de su corazón, por los motivos que sean, al ritmo de los sonidos que envuelven la escena.

La obra se presenta los marte en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, consulta horarios y precios, aquí.

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