Palabras más o menos me dijo, “Voy a inaugurar un nuevo teatro, avísale a tus compañeros, les invito unos burritos norteños y una chelas para festejar…”. Fue después de una conferencia de prensa una mañana en la cafetería del Palacio de Bellas Artes. El lugar nadie lo conocía, me dio la dirección, Juan Lucas Lassaga 122, Col Obrera, Antonio Zúñiga estaba por abrir el Centro Cultural Carretera 45, nombre que toma de la carretera 45 o carretera Panamericana que atraviesa desde Hidalgo hasta Chihuahua.

Proveniente de Ciudad Juárez, Chihuahua, Zúñiga veía realizado su sueño junto con Rodolfo Guerrero, Yolanda Abbud, Gilberto Barraza, Sandra Rosales, Gustavo Linares y Margarita Lozano, quienes inauguraron este pequeño foro en la Colonia Obrera, vecina del Centro Histórico de la Ciudad de México. El proyecto era generar nuevos públicos, acercar más gente al teatro; además de dar funciones, se crearon talleres de actuación y dramaturgia con el fin de difundir la cultura en esta zona de la capital.

Después de nueve años de actividad el recinto cierra sus puertas, el pasado sábado 29 de enero al finalizar la función de la obra Cercanías, el actor y director Abraham Jurado dio la noticia: “Es la última obra que se presenta en Carretera 45, mañana se cierra…”. La noticia nos tomó a todos por sorpresa. ¿Qué fue lo que llevó a tomar esta decisión…? Un espacio alternativo e independiente, con gran oferta teatral… bajó el telón.

En febrero de 2019, Antonio Zúñiga fue designado a dirigir el Centro Cultural Helénico, aceptó y se desligó de Carretera 45, no podía ser funcionario y seguir al frente de un especio independiente. El actor Christian Cortés quedó como director y representante legal del Centro Cultural Carretera 45 A.C.

¿Qué pasó con Carretera 45 cuando Antonio Zúñiga se fue a dirigir el Centro Cultural Helénico?

“Cuando Antonio Zúñiga se fue a dirigir el Helénico, me comentó el propio Christian Cortés, el equipo de Carretera 45 se desintegró. Todos y todas se fueron, con excepción de Enrique Flores. El espacio iba por lo tanto a cerrar, pero yo no lo permití, pues justo iba en el último año de una carrera en Gestión Cultural y me parecía incongruente cerrar un espacio tan entrañable para mí, mientras terminaba una carrera en gestión cultural”.

Para Cortés la decisión fue continuar con el espacio como responsable legal de la A.C., empezó a gestionar recursos y armó un nuevo equipo de trabajo, para ello llamó alumnos y alumnas del taller de teatro de C45, los que tenían ganas de participar y con más tiempo en el taller. En una primera instancia contó con el apoyo del Sistema de Teatros de la CDMX y con recursos de una fundación privada, la fundación SERTULL, institución que apoyó para pagos de nóminas y algunas producciones, así como la creación del primer Diplomado Formativo de C45 que fue totalmente gratuito.

Los retos para él fueron enormes, inició su gestión cuando llegó la pandemia: “Esta situación nos trajo una gran problemática extra a la que ya teníamos, aún así, seguimos laborando desde lo virtual. Me resistí a cerrar y comencé a buscar recursos y un nuevo equipo de trabajo”.

El dinero fue para que las personas que seguían trabajando obtuvieran un pago aunque fuese algo simbólico por su trabajo, así ocurrió hasta el último mes de su mandato. La pandemia fue un desafío muy grande también, pues a pesar de tener el foro cerrado, siguieron pagando renta. “El pago de la renta ha sido siempre nuestro lastre más grande, es mucho lo que se paga, se paga más de renta que de nóminas, con eso te digo todo”, nos explicó.

“¿Por qué cerró Carretera 45? Cierra porque es insostenible en cuestión presupuestal. Pago de renta y de sueldos dignos a las personas que allí trabajaban. Cierra también porque todo tiene un ciclo, y este, ya se terminó. Yo seguiré trabajando en la gestión y dirigiendo la compañía como grupo sin espacio, hasta que, en un futuro cercano, pueda volver a abrir mi propia Carretera desde el inicio. Carretera 45 cierra gustosa por toda la labor hecha, cierra con esperanza y gratitud por todas las personas que forman y formaron parte de su historia. También queremos que nuestro cierre ayude a que no suceda nunca más lo mismo en otro Espacio Cultural Independiente”, concluyó.

En noviembre de 2015, El Bicho, un teatro independiente y autogestivo cerraba sus puertas, y en aquel año Antonio Zúñiga expresaba: “¿Porque cierra El Bicho? Al igual que nosotros en Carretera 45, hace tres años comenzamos la aventura. Todos sabemos que en ese pequeño espacio, se levantaron edificios, se construyeron ficciones sorprendentes, se dibujaron mundos fantásticos, se dio trabajo a muchas compañías, grupos, personas. ¿Cuántos grupos actores y actrices, dramaturgos y escenógrafos, vestuaristas y videoastas, sonidistas, y directores, performanceros y no, cuántos trabajaron en El Bicho en estos tres años? ¿Cuánta gente fue a El Bicho a reconocerse actual, vivo, vigente? ¿Cuántos salimos de ahí con preguntas acerca de nuestra misión en esta vida? ¿Cuántos, en cuantas veces reconocimos la luz del día distinta? ¿Cuántos salimos de ahí indignados, sonrientes, pensativos, atormentados, introspectivos, circunspectos, enojados, felices?”.

Hoy la resonancia es total, si quitamos El Bicho y cambiamos por Carretera 45, sus palabras son vigentes, actuales. Extendió: “No hacemos análisis de cómo estos espacios salvan o por lo menos le dan oxígeno a esta atribulada ciudad, país y como le dan vida y perspectiva a la gente. Un teatro menos, es un teatro menos. Y un teatro es un teatro, así sea chico o sea grande. Así se abrió, de ‘la nada’, y así cierra, sin la nada. Incluyendo la solidaridad. Cuando veo que eso le pasó al Bicho, meto mis barbas a remojar. Y pienso que ese destino es muy factible para los demás espacios independientes o alternativos. Carretera 45 se siente triste por El Bicho, porque se siente también amenazado, porque se mira en ese espejo y no le gusta lo que ve. Nos duele que cierre pero nos atemoriza más, la indiferencia de la que somos capaces, la simulación de la que somos capaces, la insufrible soledad. Nos levantamos de la nada y nos regresamos a la nada sin que nada nos pase”. La concordancia con lo sucedido a Carretera 45 es sistémica.

Más adelante, en noviembre de 2018, Carretera 45 estuvo a punto de parar actividades, en ese año Antonio Zúñiga declaraba: “Lo que está haciendo compleja la vida de Carretera, es la incertidumbre, no somos dueños del edificio, al dueño solo le importa la renta, es muy cara, pagamos 30 mil pesos mensuales y ya es insostenible; con la taquilla no se paga, a nosotros nos ha sostenido el programa México en Escena, sin embargo si no tenemos la potestad del edificio, será insostenible”.

El problema de Carretera es, uno, pasar de ser un grupo que trabaja libremente con el lugar que es propiedad donde vive, a uno que no lo tiene, y dos, la dificultad de vivir a expensas de México en Escena, es muy noble cuando lo tienes, pero también se acaba. Lo que puede suceder es que dejen de seguir dando el apoyo al mismo proyecto y si nos dejan fuera un año, yo de dónde pago los 30 mil pesos de renta más los servicios como honorarios; el proyecto cuesta unos cien mil pesos mensuales”.

Estas son algunas de las obras que se presentaron durante casi una década en este espacio: Vuelve cuando hayas ganado la guerra, de Bárbara Colio; Nadie quiere ser mi amigo, de Astillero Teatro; Sol de invierno, de Nora Coss; Jab Sparring, de José Alberto Gallardo; de España llegaron Juli Disla y Jaume Pérez con La gente; Manual de desuso, de Mitzi Mabel Karen Espinoza y Myrna Moguel; Ensayo sobre el destierro de El Coro de los Otros.

Esta semana lloverán pájaros de Hasam Díaz; Don araña, de Marco Vidal; Henequén, de Conchi León. En octubre de 2016 se presentó Casa calabaza de Maye Moreno, fue todo un acontecimiento, el día que se estrenó había más policías que espectadores, el motivo fue el permiso que se le otorgó a la dramaturga para salir del penal de Santa Marta Acatitla, y estar presente en el estreno, sin duda fue de las mejores obras que se presentaron en este teatro.

En ese mismo año se presentaron Los imprescindibles, de la compañía El Olvidado Asombro; El hombre menguante de Pérez & Disla (España). En 2017 llegaron, El callejón del sapo, de Antonio Zúñiga; Rabia dirección de Ireli Vázquez; El Nahual de Carlos Talancón; La isla de los perros de Guillermo León. En noviembre se llevó a cabo el Primer Concurso de Dramaturgia de Teatro para el Barrio. De España llegó la Compañía Estudio Zero Teatre con La cantante calva.

En coproducción Carretera 45 y Prisma Teatro (Colombia) presentaron La epopeya de los recicladores; de Jaime Chabaud se exhibieron, entre otras, Erase una vez Oc Ye Necha y Pipí; Corridos Chejovianos, de Jessica Canales y Cristian Magaloni; La vida de Helge dirección de Juan Carlos Delgado; Brockenhaus de Martín Zapata; Caos de Antonio Álamo.

Ya sin la gestión de Antonio Zúñiga, Carretera 45 presentó Vampilovers Forever, dirección de Christian Cortés; Lotte de Abraham Jurado; Noche árabe de Roland Schimmelpfenning; y la última fue Cercanías, dirección de Abraham Jurado. Sin duda faltaron muchas más, imposible nombrar todas.

 

En resumen, los espacios alternativos e independientes no sobreviven con el dinero que entra en taquilla, no subsisten sin el apoyo institucional y de los programas que de éste emanen, o con recursos que vengan de la iniciativa privada (que es lo menos probable). El Teatro que se hace en estos recintos subsiste bajo amenaza, en la incertidumbre. El TEATRO es cultura y es un derecho de todos los que habitamos este país.

Carretera 45 cerró sus puertas…bajó su telón. En su marquesina no habrá más el nombre de una obra. Ya no será necesario bajarse en la estación del metro San Antonio Abad en la colonia Obrera para llegar al recinto y estar en la cita con el TEATRO. Se termina un ciclo, todo inicio tiene un final. Y sí… me siento triste.

Por Roberto Sosa, Fotos: Cortesía Producción

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