Muchas veces nos sentimos incomprendidos en el espacio que habitamos, donde las dudas, miedos e incertidumbres, a partir de la propia identidad se intensifican dramáticamente, y el cuestionamiento de quién soy yo frente al otro ocupa un lugar fundamental para encontrar un sentido propio de existencia.

El experimentar y repensar patrones de comportamiento que nos hacen ser no es tarea sencilla, incluso puede tornarse en pesadilla una vez que se decide profundizar en esos rincones de la consciencia y el espíritu, con la necesidad de hallar un propósito ante la inmensidad del espacio compartido.

Pocas obras retratan fielmente esos extraños momentos de ruido mental y emocional, donde la experiencia de esta inmensa y en ocasiones asfixiante realidad, es representada sobre el escenario con diálogos potentes, cargados de significados y quizá nuevas posibilidades.

A continuación te presentamos 3 razones para no perderte esta puesta en escena que ofrece funciones en Teatro La Capilla:

1. La premisa. Como ya lo mencionaba, muchas son las dudas y miedos que salen a la luz en momentos de soledad, ese instante donde no hay nada con que ignorar aquel sentimiento milenario de incertidumbre. En este sentido, esta producción detona la necesidad de explorarnos con mayor conciencia debido a una poderosa historia central que parte de una existencialidad con necesidad de encontrar razones y significados, mismos que a lo largo de la trama ayudan a reflexionar sobre la vida individual en un contexto compartido.

2. Las actuaciones. Elías Toscano, Ditmara Náder, Pamela Ruz, Diego Martínez Villa, Pablo Gálvez y Tamara Niño de Rivera conforman el grupo de amigos que se reúnen en una fiesta, donde los conflictos que nunca lograron resolver entre ellos, pero sobre todo, los problemas existenciales que cada uno carga y no ha resuelto por sí solo salen a la luz con el arte de fondo para llegar a una mejor comprensión de sí mismos. En la reunión cada actor ejemplifica perfectamente esas interacciones que se vuelven familiares para el espectador, gracias a la química en escena y la adecuada comprensión de un texto poderoso.

3. La dirección. Mariana Batista, creadora del montaje, retrata fielmente la catarsis vivencial que experimenta cada personaje, en donde cada movimiento, volumen de voz, construcción y ambientación del espacio favorece un encuentro íntimo con el espectador en temas de identidad, amor y soledad. Además cada pintura utilizada en escena, como parte de la escenografía, comprende más de una lectura en la profundidad creativa de la condición humana que vive en sociedad y experimenta incomprensión.

Ahora ya lo sabes, no te pierdas de Al cuerno por los toros con funciones los jueves de febrero y marzo en Teatro La Capilla, ubicado en Madrid 13, para conocer precios y horarios, aquí.

Por Ulises Sánchez, Fotos: Cortesía producción

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