Por Roberto Sosa/ Se conocieron en su temprana infancia, él tenía 5 y ella 3 años. Después de la muerte de sus padres compartieron su vida, “nos cuidamos como hermanitos, pero diferentes”. El orfanato fue su hogar, del cual escaparon una y otra vez. El padre de Wenses perdió la vida en manos de sicarios, le dispararon a él, a su madre y a su perro. El papá de Lala se fue en busca de trabajo al otro lado de la frontera, nunca regresó.
Sentados en una banca y ataviados elegantemente con ropa campirana, rememoran los pasajes más importantes de su vida y la relación que los une desde su niñez. Recuerdan su etapa de adolescentes, en la juventud descubren el amor y el sexo, de forma lúdica y romántica, nos comparten cómo fue “su primera vez” en el río, los dos inexpertos y su primera relación sexual.
La autoría, dirección y actuación son de Adrián Vázquez Hernández, su cómplice en el escenario es Teté Espinoza. La dramaturgia la construye con dos personajes en un ámbito campirano. Una historia con paisajes y aromas del campo, y es así mismo un relato que se teje en medio del crimen, la narcoviolencia e inseguridad que habitan en este afligido país.
Vázquez dirige y se dirige, ya lo hizo en otros montajes, sabe lo que quiere decir y cómo expresarlo, desnuda la escenografía y desnuda el alma de los protagonistas. Recarga el peso del texto en su actuación y la de su compañera en la escena, el resultado es una obra bien lograda que mantiene al espectador con el interés en la historia. La fórmula es abrir la entelequia del espectador.
Las actuaciones están bien equilibradas, Vázquez y Espinoza tienen bien agarrada la historia, bien asidos sus personajes. La obra camina como una máquina bien aceitada con dos expertos que la saben conducir, que saben pararse en un escenario para transportar en este artilugio al espectador hacia la ficción. El talento de ambos es innegable.
El teatro de Adrián Vázquez se basa en el texto y se apoya en el trabajo del actor con pocos elementos escénicos. Su labor en obras como: Más pequeños que el Guggenheim o los monólogos, El hijo de mi padre, Los días de Carlitos, No fue precisamente Bernardette, entre otros, son prueba y constancia de aptitud y talento que le son reconocidos como actor y director.
Wenses y Lala es un relato con el acento que tiene la gente que reside en el campo y las rancherías, que ven de frente, con un lenguaje sencillo, limpio y sincero. En este universo rodeado de campo, montañas y ríos habita el dolor, las desapariciones y los crímenes; concordar las dos líneas narrativas es el mayor mérito que tiene la obra.
El espectador que vea la puesta en escena, se encontrará con una bella historia de amor con dos personajes entrañables, hará un recorrido por su vida llena de anécdotas y canciones que ella interpreta. Le compartirán la soledad que los une desde su infancia y le hablaran del gran amor que les une…que sólo la muerte podrá separar.
Después de festejar su séptimo aniversario en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris, la compañía Los Tristes Tigres presenta Wenses y Lala en el Foro Shakespeare, los días 19 y 29 de diciembre.
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Es una obra magistral, como pocas veces se encuentran. Grandes y emotivas acusaciones . La recomiendo con los ojos cerrados. Con gran facilidad te llevan de la risa al llanto y viceversa. Una obra entrañable