Por Arantxa Castillo, Fotos: Cortesía/ El escritor francés Bernard Le Bovier de Fontenelle decía que las pasiones son como los vientos, necesarios para dar movimiento a todo, aunque culpables de huracanes también.
La pasión como una pulsión de vida que enciende nuestra razón de existir ha llevado a muchos actores ha encontrarse con el gran amor de su vida: el teatro, experiencia que los ha llevado a entregarse en cuerpo y alma al escenario.
Para celebrar este 14 de febrero, platicamos con 4 grandes apasionados, Conchi León, Rogelio Suárez, Nora Huerta y Jerry Velázquez, quienes charlan con Cartelera de Teatro, recordando y confesando las mayores locuras que han hecho por amor al teatro.
Amor teatral vs. amor romántico
Conchi, quien ha escrito obras como Mestiza Power, Cachorro de León: Todo sobre mi padre y La Tia Mariela, recuerda, entre risas, el momento en que perdió un novio, por asistir a un ensayo.
“Tenía mi noviecito a los 15 años, yo ya estudiaba teatro y había planeado escaparme con él, porque mi mamá lo consideraba un vándalo. Lo era literal, pertenecía a una banda, incluso, mi mamá obviamente no quería que anduviera con él. Así que planeamos escaparnos, pero justo ese día tenía ensayo en mi taller de teatro. No pude llegar a la cita, habíamos planeado ir a Holbox, pero no me pude escapar porque tenía ensayo. Creo que él se fue con otra y se lo agradezco mucho, porque, mira a dónde me llevó el teatro”.
Las noches consagradas al cabaret
Nora Huerta, integrante de Las Reinas Chulas, quien ha subido a escena Paloma QuéHerida y Canción Taruga, cuenta que el cabaret se robó su corazón, al que le ha dedicado su vida entera, por más de 20 años.
“Al principio trabajar de noche es una friega, es complicado, las funciones de cabaret comienzan después de las 10, prácticamente desde que salí del CUT, hasta la pandemia había trabajado todos los viernes y sábados. Hasta hace algunos había decido parar un poco, porque han sido años enteros de dedicar mis noches. No ha habido bodas, fiestas familiares, reuniones con amigos y paseos, porque había que estar trabajando con Las Reinas Chulas dando cabaret hasta en año nuevo. Sin embargo, las recompensas han sido enormes, nos hemos consolidado como compañía, y nuestro trabajo es reconocido, a la gente le gusta lo que hacemos”.
Lo que sea por el personaje
Rogelio Suárez descubrió que quería ser actor cuando una maestra quiso castigarlo obligándolo a hacer un papel que nadie quería en una obra escolar.
“Una maestra me castigó, quería que interpretara a un personaje que nadie quería hacer, que era justamente un travesti. Haciendo la obra, descubrí que todo lo que había vivido, lo más feliz que me había pasado, era dar vida a este personaje, entretener a la gente y entreteniendome a mí. Me gusta decir que ese fue mi llamado, como las monjas”.
Rogelio asegura que su amor por el personaje lo ha llevado a comprometer su físico en más de una ocasión, desde usar tacones de números más pequeños, portar uñas largas durante meses, raparse o hacerse peinados que, a la larga, lo llevarían a perder el cabello como le ocurrió en Hoy no me puedo levantar.
“Hacer teatro es una locura, creo que todas las cosas que he hecho por el teatro no las llamaría locuras, sin embargo, la gente me dice: ¿cómo haces eso? Yo diría que es el compromiso con el personaje, para mí no son locuras, ni sacrificios, porque cuando amas algo, las cosas que te gustan las disfrutas”.
“Creo que peinarme con forma de picos ha sido una de las mayores locuras y de las primeras, fue en Hoy no me puedo levantar. Cuando daba vida al Chakas me querían peinar de una forma que no me parecía. Yo decía, ¿por qué quieren peinar al Chakas como al Pirruris? Acto seguido, me hice unos picos y les encantó, pero no tenía idea de la cruz que estaba cargando. Me ponía medio litro de gel, spray, usaba la secadora de martes a domingo. Una vez se me rompió un pico y cayó el piso. Por supuesto, a los dos años, ya tenía dos pelos en mi haber, y se me hizo la frente del tamaño de Houston, Texas”.
Velocidad de aprendizaje
Jerry Velázquez es un joven actor entusiasta que ha logrado hacerse un espacio en el mundo del teatro, gracias a obras como Mi hijo camina solo un poco más lento, Casi Normales, Chico conoce a chica y ahora en el programa de comedia, Backdoor. El actor señala que los teatreros son diferentes entre sí, pero el perfil del actor siempre mantiene una disciplina implícita, entre las locuras que recuerda haber hecho, destaca su paso por Bule Bule, El Show.
“Creo que la mayor locura fue llegar a Bule Bule, El show, ensayando solo 3 días. Me aprendí todas las coreografías y todas las canciones en 3 días, creo que alguien no iba a poder presentarse, yo dije sin dudarlo que sí, eso fue una gran locura que hice por amor a mi profesión. Nosotros decimos que es aventarte el torito”.
“Bule Bule me abrió las puertas y gracias a esta obra comencé a sentir que tenía un lugar en el teatro, porque era una obra muy querida, donde la gente ubicaba súper bien a este grupo de actores. Pertenecer a este grupo me hizo sentir muy orgulloso”.
Si bien las pasiones podrían desatar huracanes, bien enfocadas pueden hacer cosas maravillosas, desde interpretar un personaje, escribir una historia, hasta conmover al público desde el escenario.
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