Por Mariana Mijares/ Un hombre maduro: Juan (Alberto Lomnitz) llega molesto al estudio de Iván (Pablo Perroni), le ha costado encontrar estacionamiento y ha llegado tarde. Iván, de manera amable y empática, se disculpa por no haberle explicado que estacionarse sería complicado; con este primer encuentro en el que uno habla y el otro escucha comprensivo empezamos a entender que la dinámica en Ciudad Luminosa no es de amigos, sino de paciente y terapeuta.
A lo largo de tres escenas, y en tres líneas de tiempo diferentes, Juan le contará a su nuevo psicólogo sobre la muerte de su esposa Mari, lo que pasó previo a su accidente y cómo ahora la ve aparecerse como fantasma en la que fuera su casa. Estas situaciones lo han llevado a pensar que, de alguna manera, él tuvo que ver con su muerte. Así, este sentimiento: la culpa, se vuelve una constante en esta obra escrita por Conor McPherson, y estrenada y dirigida por él mismo en el Royal Court Theater de Londres, en 2004 y en Broadway en 2006.
El también de dramaturgo de “The Weir,” “The Seafarer” y “The Night Alive” fue muy alabado por este trabajo; incluso, The New York Times la describió como “una de las historias de fantasmas más empáticas jamás contadas”, pues lo interesante, es que los fantasmas se manifiestan aquí de manera literal y metafórica.
La historia original tenía lugar en Dublín, Irlanda, país con una significativa tradición de cuentos de fantasmas gracias a autores como Bram Stoker, Oscar Wilde, Sheridan Le Fanu, W. B. Yeats y Rosa Mulholland, pero Miguel Septién, el adaptador y director, elige Querétaro como escenario, y es que, realmente, esta historia podría suceder en cualquier parte y en casi cualquier tiempo: todos tenemos fantasmas.
Con una escenografía sencilla que consiste en una sala (la oficina de Iván) y elementos de utilería como un librero, algunas mesitas, tazas y cubiertos, entendemos el paso del tiempo por el movimiento de los muebles entre cada escena (además de una nota en el programa de mano digital que indica que han trascurrido dos meses). Así, en cada nueva conversación entre los personajes, la vida, y el tiempo, siguen pasando.
En consulta, parte de la labor de Iván consiste en escuchar a su paciente, pero el trabajo de Perroni es muy preciso en ese sentido, realmente está presente con Juan, procesa y siente lo que le está diciendo; es empático en la mirada, pero también con sutiles movimientos corporales.
Durante su rol de terapeuta sabemos poco de Iván, un ex sacerdote, pero lo conocemos más a través de sus interacciones con dos personajes más jóvenes; primero, cuando es confrontado por la madre de su hijo: Nadia (Gloria Toba), quien le reclama que la dejó sola viviendo en casa de su hermano, haciéndolo sentir realmente culpable.
Más adelante, lo vemos con un joven (Miguel Narro); es ahí donde entendemos la verdadera realidad de Iván y por qué tomó la decisión de dejar a su ex pareja. Esta breve secuencia es probablemente el momento más conmovedor de la obra, pues vemos a un hombre mayor intentando descubrir, y sobre todo, ser congruente, con lo que en verdad es.
Porque Ciudad Luminosa es también una obra sobre lo difícil que puede resultar ser nosotros mismos, la cantidad de máscaras que nos ponemos para nuestras interacciones con otros y cómo el no ser consecuentes con nosotros puede llevar a complicaciones, hasta llegar a un punto en el que es demasiado doloroso seguir fingiendo.
Lo más valioso de este trabajo es ver a un grupo personajes perseguidos por algo más que simples fantasmas que se esconden en el clóset o en las puertas, todos tienen dificultades para conectar, físicamente; pero, sobre todo, emocionalmente, un trabajo que es notorio en los actores gracias a la guía de Septién.
El final que elige McPherson resulta sorpresivo e impactante, una decisión que hace que este drama gire hacia un thriller. ¿Es real lo que el espectador acaba de ver? ¿Es una fantasía? Solo el público que acuda podrá decidirlo.
Ciudad Luminosa se presenta en el Foro Lucerna del Teatro Milán de viernes a domingo, consulta horarios, precios y descuentos, aquí.
