Por Itaí Cruz, Foto: Especial/ Este 2021, te invitamos a adentrarte en la dramaturgia nacional, comenzando con el padre del teatro mexicano contemporáneo, Rodolfo Usigli. Él creía que el teatro debía mostrar la verdad, hecho que lo llevó a revolucionar la escena en nuestro país.

Escribió 40 piezas teatrales y tradujo a grandes clásicos de la literatura como Molière, Chejov, O’Neill y varias piezas de Bernand Shaw, este último influyó en gran medida en la obra de Usigli. Además no sólo fue dramaturgo, también brilló como docente, crítico, director y promotor teatral.

Su vida y obras inspiraron a toda una generación de dramaturgos como Emilio Carballido, Sergio Magaña y Jorge Ibargüengoitia, por mencionar algunos.

Aquí te contamos sobre 3 de sus grandes obras:

El gesticulador. Escrita en 1938, es considerada la obra más importante de Usigli, sin embargo, fue censurada por el gobierno mexicano hasta 1943 y cuatro años más tarde llegó a escena. El texto, ambientado durante los años posteriores a la Revolución Mexicana, se centra en el personaje del general César Rubio, que se creía muerto, pero es descubierto vivo en un oscuro pueblo al norte del país. La obra nos muestra cómo este conflicto armado afectó a la sociedad, donde los líderes son fácilmente corrompidos por la ambición del poder.

Ensayo de un crimen. Pionera de la novela policiaca en nuestro país, fue publicada en 1944. Con la Ciudad de México como escenario, cuenta la historia de Roberto de la Cruz, un hombre soltero perteneciente a la burguesía que planea cómo ejecutar el asesinato perfecto, sin violencia ni vulgaridades, para convertirse en un gran criminal o un santo, para cumplir su anhelado destino. En esta trama, el autor hace una fuerte crítica a la sociedad burguesa y política de los años cuarenta.

Corona de luz. Esta obra forma parte de la trilogía de las Coronas, dramas históricos conformados por Corona de sombra (1942), Corona de fuego (1959) y Corona de Luz (1963), esta última basada en el mito guadalupano. En la trama se plantea una conspiración imaginaria instigada por el Emperador Carlos, el Obispo Zumárraga y otros dirigentes de la Iglesia para crear el fraude (el milagro) para beneficiar a la Corona, sin embargo, se vuelve el pilar de la soberanía espiritual de los mexicanos.

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