Por Mariana Mijares, Fotos: Cortesía PinPoint/Luego de levantar este proyecto en 2015 con algunos imprevistos, y hasta de tener que vender una casa para lograrlo, Pablo Perroni y Mariana Garza retoman Sólo Quiero Hacerte Feliz, trilogía escrita por Alan Ayckbourn que lleva a los espectadores a descubrir diferentes aspectos de una familia a lo largo de un fin de semana en tres espacios: Comedor, Sala y Jardín.

Dirigidos por Juan Ríos, el elenco original: Mariana Garza, Pablo Perroni, Anahí Allué, Yuriria Del Valle, Mario Alberto Monroy y ahora con la adición de Carlos Rangel, presentan este proyecto de viernes a domingo en el Foro Lucerna con la intención de divertir; pero sobre todo, para que el público se espejeé en los distintos personajes.

Platicamos con parte del elenco sobre cómo han cambiado desde ese primer montaje, y qué los haces felices ahora.

¿Qué recuerdan de su experiencia en esta obra?, ¿hace cuánto fue la última vez que la hicieron?

Anahí: 5 años. Yo cambié de marido, ¡pero no en la vida personal, en la obra! Antes era Ricardo Fastlicht y ahora como él tiene otro proyecto, voy a hacer la esposa de Carlos Rangel.

Recuerdo habérmela pasado muy, muy bien; pero durante la época de ensayos fue un poco aterrador. Mariana me decía: ‘Acá entras con la cafetera y después te llevas la charola y entras con las lechugas’. y yo decía: ‘Dios mío, me voy a volver loca’, porque hay una gran cantidad de elementos y entradas diferentes; es demasiada información. De repente era decir: ‘¿hoy qué vamos a hacer? La escena tres del comedor, la cuatro del jardín y la uno de sala’, y yo quiero llorar, porque es como ‘¿qué?, ¿dónde estoy, qué estaba pasando antes?’. Hasta que se ordena dentro de ti.

Es una experiencia muy demandante; energéticamente, de memoria, de escucha, porque son personajes que se interrelacionan todo el tiempo.

Mario: Fíjate que no recordaba nada, o sea, recordaba sensaciones, pero en general por la vida yo soy así. Luego no recuerdo por qué estaba enojado, pero recuerdo cómo me sentía. Recuerdo mucho cómo me sentía en esta obra y a dónde me llevó este personaje en aquellos años. Sobre todo, recuerdo que me sentía miserable con el personaje, pero que eso hacía feliz al espectador.

Este proyecto me dio muchas cosas. Creo que si diseccionara mi carrera, a partir de Sólo quiero hacerte feliz apuntalé hacia otros lados. Estoy muy contento, pero también tengo un poco de pavor de no poder rehabitar ese molde que ya había fabricado, porque ahora, evidentemente, es otra cosa.

Mariana: Un reto inmenso de lo que significa montar las tres obras. Sostener el personaje. Crear esa atmósfera que es tan interesante de ver, y compartir la vida de estos seis familiares. Significó aventarnos a producir en un momento en el que estábamos aprendiendo a hacerlo. Fue muy complicado, pero nos enseñó mucho. Poniéndolo en una palabra: sobreponernos. Por un lado memorizar, y por otro, montar tres obras en un país en el que la gente no estaba interesada en asistir a las tres obras.

Pero si no hubiéramos hecho esa temporada, y tenido esos retos, esas exigencias, hay muchas cosas que como personas no tendríamos la capacidad de hacer hoy. Agradezco que nos pasaron todas esas circunstancias caóticas que nos permitieron saber de qué estamos hechos, y aprender a ya no esperar a que te llamen, sino generar contenidos.

Pablo: Recuerdo lo complicado que era que la gente entendiera de qué iba y cuál era el formato. Esta ha sido la única obra que he visto antes de producirla. De las otras nunca he visto los montajes; siempre es a partir del texto, y creo que tiene que ver con lo que me puedo imaginar y con lo que me habla solo el texto.

De ésta sí me enamoré de la producción que vi, que era la original, el remontaje del Old Vic de Londres, que vi en el Circle in the Square Theatre de Nueva York. Las vi el mismo día y fue así como me explotó la mente. Le marcaba a Mariana después de cada una -porque fue un viaje que tenía que ir por unos derechos-, y le decía: ‘Es que esto es brutal. Esto, no sé cómo, pero lo tenemos que hacer’.

Esa primera producción, esa primera temporada, fue muy complicada. Que la gente entendería de qué iba; se me iban las entrevistas completas en explicarlo. Y ya cuando la veían quedaba clarísimo; es más, ni siquiera tienes que entender, simplemente es como si tuvieras la posibilidad de cambiarte de cuarto y ver toda una realidad. Luego los teatros, como bien dijo Mariana, lo padecimos, porque aunque desde un principio esta obra había tenido muy buenas críticas, y a la gente le gustaba, lo difícil era que fueran.

Siendo que ya habían hecho esta obra, ¿consideran que el texto aún está en su memoria? ¿o remontarla es el equivalente a empezar de cero?

Mario: Parecería que sí queda, pero yo soy más sensorial. Recuerdo un poco los espacios, recuerdo a Anahí, por ejemplo. Es como si soltaras una gota de pintura sobre una hoja de papel y se fuera expandiendo hasta colorearse toda; pero ahorita estoy en el centro de la hoja…

¿Qué es lo que más les gusta de este proyecto?

Pablo: Lo que más me gusta de esta obra, además del texto, es lo que se genera en el adentro, la hermandad que se crea. Ha pasado con las tres temporadas que hemos tenido; tanto, que prácticamente somos los mismos, a Ricardo lo amamos, pero él ya tenía un compromiso previo con el señor Morris Gilbert. Pero lo que genera, esa complicidad, ese cariño, y esos lazos tan fuertes que hacen que sigamos siendo los hijos de Mamuy tantos años después.

Mariana, como productora y como actriz, ¿cómo cambiaste en este tiempo?

Mariana: En muchas áreas, pero para resumir: fortalecer. Ser más determinada, ser muy ordenada, muy exigente conmigo y con las cosas que suceden, porque son muchos detalles los que exige convocar a un grupo de personas a crear una ficción. Mucha responsabilidad financiera también.

Eso, revisar los errores que tuviste y que te ayudarán a mejorar. Estar dispuesta a cambiar, a ceder, a delegar, a confiar y a fortalecer para que esta historia sea vista y el público pueda reflejarse. Todas las funciones salgo pensando: hoy alguien va a resolver algo, y eso es hermoso.

¿Qué los motivó a querer traerla de regreso este 2020?

Pablo: El hecho de que queríamos volver a hacerla en algún momento, y pues el reloj sigue avanzando. Y que ahora realmente tenemos la edad de los personajes, que están entre sus cuarentas, cincuentas.

Nosotros como actores cuando la hicimos no estábamos en ese lugar, y es muy importante el cambio de los 30 a los 40, y de los 40 a los 50; es otra realidad, otra vida, es otra manera de ver las cosas, quizá más triste.

Tu cuerpo también por supuesto ya no es igual; pero más allá del cuerpo, es la cuestión mental, cómo estás en la vida, las necesidades, lo mañoso que te vuelves y lo difícil que es compartir con alguien. Los acuerdos que haces con tu pareja, las batallas que decides o no pelear, todo eso es muy diferente.

Y la otra es que esta producción es muy complicada de hacer, y después de la maravillosa experiencia que he tenido con Juan Cabello, tanto en Happy, como en la última temporada de Monina, la increíble mancuerna que hemos hecho, dije: ‘¿por qué no?, por qué si esta es una producción que queremos tanto y estamos en la edad; la metemos a Efiteatro. Yo recibí la noticia en Time Square; ese momento creo fue el highlight del año pasado, porque el poder hacer esta obra disfrutando, sabiendo que lo que hay que resolver (el aspecto económico) está resuelto, es increíble. Aunque eso no nos quita la responsabilidad y las ganas de que todo mundo la vea; simplemente es la primera vez que podemos hacer la obra sin ese pavor de ‘¿irá a venir alguien?’ Porque es un proyecto caro.

Hablando del paso del tiempo, ¿qué les hacía feliz en ese entonces y qué les hace feliz ahora?

Mario: Me hace feliz mi hija, que mi hija me diga ‘papá glotón’. Han pasado muchas cosas. Siempre me ha hecho feliz la vida, o sea cualquier cosa que sea la vida, como el final de Jojo Rabbit que me parece perfecto: bailar me hace feliz; porque para bailar no necesitas nada más que hacerlo y sentirlo. Yo soy muy feliz bailando, así que en aquel entonces bailar, y ahora, bailar con mi hija.

Anahí: Antes me hacía feliz creo que lo mismo que ahora. Soy alguien sedienta de retos y la vida me los está mandando, en lo personal, en lo profesional; y poder atravesarlos y llevarlos a cabo felizmente y orgullosa del proceso y del final, está buenísimo. Me hace feliz estar en proyectos prestigiosos con compañeros que admiro. Me hace feliz ser una mujer valiente.

Pablo: ¡Ay! Es que me sigue haciendo feliz hacer teatro. Encontrar historias nuevas qué contar. Además, no me puedo estar quieto y lo peor es que me encuentro gente que está en las mismas. Una temporada se me ocurrió mandarle un mensaje a Miguel Septién, que es otro loco desquiciado; y nos dimos vuelo …

De las cosas que más me aceleran a mí como Pablo, es poder planear un viaje para ir a ver teatro a New York, o encontrar una obra y empezar a planearla, esas cosas me mantienen vivo.

Mariana: Ahorita me hace feliz que solo soy la actriz (ya no productora). Me da gusto que mediante el estímulo fiscal se nos haya podido apoyar para hacer esta creación artística. No estar como productora me da la posibilidad de tener más tiempo de enriquecer mi ejercicio como actriz

Y lo que me hace feliz en la vida casi no ha cambiado. Me hace feliz poder hacer esto: estar en este espacio haciendo este montaje, porque otros lugares actuaron en contra de nosotros y del público. Económicamente cambiar de lugar fue un caos, tuve que vender una casa para que a nadie se le debiera dinero. Y esa decisión no se dudó, pero no fue fácil, porque así producíamos, y porque representaba una inversión para mis dos hijas. Pero todas esas decisiones que se tomaron en beneficio de la producción, me hicieron ver que no eran solo para nosotros que nos gusta actuar, sino para el público que aprecia estos personajes. Que la gente se atreva a cuestionarse por qué está triste, o ansiosa; porque ahora se habla más de esto, de la depresión. Para nosotros el teatro siempre ha sido un mecanismo para sanar.

¿Recomiendan ver la trilogía en un solo día, en diferentes, y en qué orden?

Mario: No la recomiendo en un orden en particular, porque creo que también eso es lo padre: que lo dejen casi al azar, que hagan lo que quieran, y que después cuando se encuentren con gente que también la vio, tengan esa experiencia de platicar y decir, ‘yo vi primero tal, y luego tal’. Es muy, muy rica, y es lo que experiencias teatrales como ésta te pueden dar.

Pablo: Si tienes que escoger un solo orden, el que se recomienda es Comedor, Sala y Jardín. Las tres son muy divertidas, tienen un feeling totalmente diferente, una esencia distinta. El Comedor se llama Table Manners, que es como todo propio, pero ya sabemos en qué termina; la Sala es Living Together, que es una cuestión un poco más reflexiva pero también tiene sus puntos álgidos; y el Jardín, Round and Round the Garden, que es una locura.

El Jardín tiene la primera y la última escena de toda la trilogía, entonces es mejor verla al final, para que de alguna manera cierres; entonces es: Comedor, Sala, Jardín; que es como la presentamos.

Mariana: Yo recomiendo Comedor, Sala y Jardín y que las vean el mismo día; o una un día, y dos el otro. Pero lo que creo que es importante, y que hace la experiencia más disfrutable, es que las veas muy seguidas para que tengas toda la información fresca y no se te olvide lo que pasó; como si te echaras toda la temporada de una serie en un día. Con todos esos elementos podrás descubrir los vicios en los que caen cada uno de los personajes.

¿Por qué les gustaría que el público venga a verlos a Sólo Quiero Hacerte Feliz?

Mario: Que vengan porque verdaderamente creo que estos son personajes entrañables, con una huella de dolor muy clara, pero con el objetivo de ser felices.

Anahí: Creo que se pueden espejar perfectamente en cualquiera de los personajes; todos hemos tenido un ‘Neto’ dentro de la familia, ya verán lo que es. El personaje que interpreto yo, ‘Sara’, es una mujer que no para de juzgar y criticar todo, y ser la ‘chingaquedito’ de la familia. ‘Reynaldo’ es un marido, digamos que maltratado por ella, porque lo regaña todo el tiempo.

‘Ana’ (papel de Mariana) es la menor y se quedó cuidando a la mamá. Nunca vemos a Mamuy, pero la presencia es muy fuerte porque ahí está, en el cuarto de arriba y es el motivo por el que todos llegan a esta casa ese fin de semana.

Más allá de las actuaciones, del reto actoral y de los tres espacios, creo que es una obra donde te puedes espejear perfectamente.

Pablo: Porque van a ser felices porque está comprobado que es divertidísima; una obra que a la gente no sólo le gusta, sino con la que se encariña. Tienes la posibilidad de conocer a estos 6 personajes desde varios ángulos, bajo tantas circunstancias. Como decía Mariana, una serie en la que los haces casi parte de tu familia y son tan entrañablemente defectuosos que no puedes más que quererlos. A lo mejor una hora los odias y luego ya entiendes por qué, y eso te hace quererlos más.

La posibilidad que da Alan Ayckbourn de ver todas estas facetas hacen que haya una conexión, y las circunstancias de las situaciones son increíblemente divertidas, trágicas, y reales, por la experiencia que da esta necesidad que tenemos de saber más, y de querer conocer. Esta obra tiene esa posibilidad de que estés viendo, de que veas lo que te están contando o lo que asumes que está pasando, como es. Y si las repites más de una vez, sólo te va a hacer más sentido, te vas a reír más, vas a disfrutar más.

Mariana: A la gente le gusta conocer la vida de alguien más, y de lo que se trata esta obra es que sí conozcas a esta familia; pero, sobre todo, que te conozcas a ti. Que digas: ‘ah caray, esa soy yo, ¿Quiero eso o voy a modificar algo para no estar así?’.

Me hace muy feliz poner espejos.

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