Por Mariana Mijares y Fotos: Berenice Villatoro/En un futuro, los humanos pueden viajar a otros planetas, principalmente a Tierra 2, donde aparentemente hay mejor calidad de vida. Pero antes de irse, Bran y Joel, una pareja, debe lidiar con el saber si Mila, una pequeña de 10 años, quiere adoptarlos (ahora son los niños quienes toman la decisión); mientras a la par Bran enfrenta la enfermedad de su padre.
Los actores de la obra Mañana: Pablo Perroni, Héctor Berzunza y Ana González Bello, además del dramaturgo: Reynolds Robledo, nos hablan de este montaje enfocado en las dinámicas familiares dirigido por Cristian Magaloni, que se presenta de jueves a viernes en el Teatro Helénico.
¿Qué les atrajo del proyecto de Mañana?
Pablo: Me gustó la historia, los personajes y la manera de relacionarse. Me sorprendió que sea una obra de Reynolds Robledo en la que no haya una tragedia de por medio; que la tragedia no sea el motor que desarrolla todo el drama. Que si bien es interesante y es ya un sello que tiene él, esta obra es muy diferente a lo que ha escrito; una historia que habla sobre las relaciones humanas. También las obras que decido contar son de eso: de la felicidad o de las relaciones entre seres humanos, entre familias. Me parece que hay mucho qué explorar y que es un tema muy universal que nunca pasa de moda, y que además es inagotable.
Aquí en particular, la relación de los hijos con los padres, cómo los hijos a veces pueden volverse padres de sus papás, de lo complejo que es tener medios hermanos, de la posibilidad de adoptar, de la responsabilidad, el deber ser, qué es lo que la sociedad, o la familia, o la gente de alrededor tuyo espera, y cómo puedes llegar a perderte en todo eso.
Héctor: Amo que el protagonista de la obra (Bran) sea gay y que eso no sea el tema, que sea solo contexto. Normaliza a las parejas heteroparentales y nada me puede hacer más feliz que dejar atrás la estupidez.
Ana: Lo que más me emocionó fue regresar al Helénico -que es de mis espacios favoritos- y trabajar con Cristian Magaloni, de quien ya conocía su trabajo.
A ti, Reynolds, ¿Qué te inspiró para escribir la obra?
Reynolds: No sé si fue la inspiración inicial, pero cuando me invitaron a hacer 24 Hour Plays, en 2014, yo quería hablar de la relación padre-hijo y en ese pequeño microcosmos de un par de horas salió este texto que se llamaba El hombre en la luna. Me decían: ‘hazlo una obra larga’, pero cuando hice un primer intento, sentí que no era por ahí; porque de alguna manera lo que ya había hecho en esos 15 minutos, en esa experiencia, ya había ocurrido,;todo lo demás se sentía como pretexto de alargar y no se sintió correcto.
Hace dos años Ana Kupfer me invitó un café, y pasó algo muy distinto a otras ocasiones a cuando alguien te dice: ‘¿por qué no hacemos un proyecto juntos?, creo lo primero que me dijo es que no había una línea a trabajar; fue: ‘escribe esa obra que tengas atorada’, y me acordé de esta. Empecé a trabajarla, la empecé a pensar mucho y empezaron a surgir muchas ideas que hasta se sentían como retos por querer ir contra la corriente de mí mismo, por no querer repetirme, pero también por no querer perder voz, querer jugar con estructura. Yo estaba estudiando en CasAzul en ese momento y creo que fue el área de juegos ideal y el pretexto para generar un nuevo proyecto. Quería hablar de eso: hablar de la familia, de la memoria, de lo difícil que es ver cómo nos olvidamos de lo importante, de lo que significa para mí la paternidad; y no solo la paternidad de qué pasaría si yo fuera papá, sino qué significa para mí ver a mis papás como seres humanos y no como superhéroes; verlos con defectos y verlos viejos. Eso me ha traumado mucho, darme cuenta que mis papás ya son grandes…
Uno de los diferenciadores es que en Mañana se ve una dinámica en la que hay nuevas formas de hacer familias; un futuro donde no importa si ésta consta de dos hombres, dos mujeres, quizá una mujer y su perro, pero cada vez con menos prejuicios, ¿creen que nos estamos orientando a ese camino?
Pablo: Pues ya son así, lo que pasa es que todavía hay gente que está en contra de eso, y todavía hay manifestaciones. El mundo plantea que ya fueron aceptadas, esperemos que sea un futuro muy esperanzador, que esa sea la realidad.
Lo que me gusta de esta obra es que ya no lo plantea como un tema, la obra perfectamente podría ser contada con una pareja heterosexual y no cambiaría absolutamente nada, hay únicamente dos comentarios que hace el padre -y los hace en plan de burla-, porque eso sí, machistas siempre vamos a ser los mexicanos; pero está aceptado, asumido y no es un tema, no es de lo que trata la obra, es circunstancial que sean dos hombres.
Héctor: Sí, es una razón por la que yo hago teatro, para sembrar preguntas en la cabeza de los espectadores. Este planteamiento va definitivamente encaminado hacia allá. En lo personal es una manera de pelear mi causa de la mano de lo que amo. Creo en que tenemos la responsabilidad de pavimentar el camino de los que vienen, como otros lo dejaron más parejo para nosotros.
Ana: Eso me gusta mucho, la onda futurista solo se plantea en el sentido de que ya existe otra Tierra y una hay posibilidad de irte ahí (porque ya nos acabamos la nuestra). Pero lo padre es que no es una cosa como de ciencia ficción, sino de plantear que las tristezas y alegrías de hacer una familia van a estar siempre. Como decía Cris -y me gusta mucho- es una sociedad más avanzada donde el punto no es quién tienen un hijo, su edad o sexo; sino qué significa tener un hijo, lo que implica integrar a alguien a tu familia. Va a seguir pasando que haya una mamá a quien no le guste mucho con quien se casa su hijo, y también lo mismo dentro de parejas del mismo sexo, porque los papás pueden solo decirte: ‘no me gusta para ti’.
Reynolds: Es muy interesante porque cuando lo escribía no pensaba en eso; sin embargo, es algo que resuena mucho ahora que lo estamos haciendo. Se me hace increíble que esta frontera de una madre soltera o una pareja homoparental no sea un tema, y ojalá no sea un tema, desafortunadamente -no sé si llamarlo desafortunadamente-, pero a veces luego algunos medios le dan solo ese enfoque y no creo que vaya a alienar a la gente a verla, al contrario. Espero que una vez que vengan, se den cuenta de esa naturalidad con la que estamos tratando el tema, y sea punto y aparte y se den el tiempo de ver durante casi dos horas a estos cinco personajes, seres humanos, equivocarse y sufrir e intentar un poquito ser felices y a ver si en su búsqueda de intento se logra. Aunque creo que es una obra que aunque digan que no hay niños muertos, es más trágica de lo que yo espero.
¿Cómo se imaginan que serán las relaciones en un futuro?
Héctor: Igual que ahora, complejas. Tal vez el futuro solo les dé mejor contexto.
¿Cómo puede identificarse el público con las dinámicas familiares que se ven sobre el escenario?
Pablo: La manera en que lo está abordando Cristian, en su dirección, estamos ahí todos. La gente que ha ido, sobre todo los creativos, lo que decían es: ‘ahí estamos’, porque son relaciones muy reales. No es el gran drama donde todo el mundo se grita; simplemente se ve mucho amor y una imposibilidad de estar juntos -como sucede en las familias-, donde a veces la gente que más amas es con la que menos puedes estar. Y luego también surge la familia que empiezas tú, la que creas, y las decisiones, con quién te quedas.
Héctor: ¿Cómo no hacerlo? En esta reunión familiar pasa de todo: reímos, recordamos y se habla de hacer equipo, de dejar atrás, olvidar, perdonar, puntos de encuentro y decisiones para la vida. Mila, el personaje infantil, habla de la familia diciendo: “ustedes se pelean, porque se quieren, se preocupan por el otro, porque se quieren, no se sonríen tanto, pero porque se quieren… los quiero porque son una familia real”.
Ana: Mi personaje tiene un papá que la tuvo que criar a fuerza y a una madrastra que tuvo que quedarse a la hija de la amante de su esposo; eso debe ser muy difícil. Por eso ella quiere que la acepten y que la amen. Creo que el público se podrá identificar porque en las familias siempre hay con quienes te llevas muy bien y también quien hace que se te paren los pelos. Pero en la familia hay esta cosa de que puedes gritarles un segundo y al ratito ya estar bien; con las familias puedes ser tú en las buenas y en las malas.
Si ustedes, como el personaje de Mila, estuvieran en la posición de poder elegir a sus papás, ¿qué cualidades querrían que tuvieran?
Héctor: Personas sin expectativas, inteligentes y que se dejen descubrir, y si se puede millonarios ¡mejor! (risas).
Ana: Creo que un buen papá debería tener los medios económicos suficientes para darle una buena vida a su hijo, pero también ya haber cumplido la mayoría de sus sueños personales para no sentir que su hijo es un obstáculo. E idealmente contar con alguien que te apoye; tener hijos debe ser más fácil no sólo si tienes pareja, sino una red de apoyo de gente que te ayuda porque está cañón.
Reynolds: Me siento muy afortunado con los papás que tengo, a pesar de que en las obras mis papás personajes sean terribles. Perroni dice que se nota que nunca me llevaron a Disney y por eso estoy malito de mis nervios, pero tengo papás increíbles, y mi papá es un cabrón en el buen sentido, un chingón porque para mí es alguien que vino de abajo, que se esforzó, que sacó a su familia adelante, que no me cortó las alas cuando le dije que yo quería dedicarme a esto, que me dejó volar y venirme a otra tierra, literalmente, a ser yo…
Un papá que sea un refugio, que puedas regresar al nido, y volar, pero puedas regresar y tocar base. Siento que sí me dieron mis cachetadas a tiempo para corregir lo que había que corregir; que me enseñaron valores de ética, laborales, de responsabilidad. Hacerme responsable de mí mismo ha sido una enseñanza que antes podía sonar a ‘choro’ de papá, pero ahora más que nunca lo entiendo.
A la par, ¿qué cualidades de ustedes mismos, hoy, creen que los harían un buen padre/madre?
Pablo: Ah, híjole, pues yo creo que sí soy un buen padre; en otras cosas no soy muy bueno, pero padre sí porque disfruto mucho hacerlo, y creo que cuando disfrutas algo, eres bueno haciéndolo. En la gran mayoría de los casos -y por lo menos en mi experiencia con mi hija-, no hay nada absolutamente más importante que ella, y eso se nota cuando estás del otro lado, cuando eres hijo, ves el amor. Yo tengo la fortuna de tener a dos padres que me aman, y que siempre me apoyaron, a pesar de que haya problemas. A pesar de que exista en lo que no estemos de acuerdo.
Héctor: Creo que los niños para mí son personas completas, siempre trato de guiarlos y ayudarlos en sus propios caminos para para que tomen sus propias decisiones, y jamás pensando por ellos. Eso sería chido: observarlos libres y respetar su individualidad y compartir mi experiencia mientras los cuido con responsabilidad.
Ana: Me da gusto cuando veo amigos y conocidos que ven a sus hijos como seres individuales y no como extensiones de sus fallas o de lo que no lograron hacer. Los que quieren que sus hijos sean buenos ciudadanos del mundo, que aporten; que tengan las herramientas para ser buenas personas y a la vez contribuyan a un mundo mejor.
Reynolds: ¿Para mis hijos? Yo no sé si sería un buen papá, pero siento que el sueño que tengan de ser, de pertenecer en su lugar en el mundo, que se hagan responsables de su voz, que lo trabajen, que crezcan, que se equivoquen y que no traten de correr a volar, sino que aprendan todo lo que necesitan para volar. Y cuando sea el vuelo, despeguen; pero si se caen, aquí estamos.
¿Por qué le gustaría que el público venga a ver Mañana?
Pablo: Para que se planteen preguntas, para que se vean identificados. Me encantaría que disfruten esta historia tanto como nosotros, que se diviertan, y eso: que hagan un poco de conciencia en todos estos temas; en particular de los temas cuando se llega a una edad en la que pareciera que hay un intercambio de roles, y que ellos tomen las decisiones, y hagan su propio juicio; pero por lo menos plantearlo. Es un tema que se tiene que hablar más, porque para allá vamos todos, sino con Alzheimer, es inevitable que no haya un momento -si vivimos suficientes años-, que empecemos a perder nuestras facultades. Hay varios puntos de vista y entonces el público puede decidir, optar y opinar acerca de lo que ellos consideran que es lo mejor.
Héctor: Para ver que lean de ellos mismos en esta obra que además es divertida. Para dejar atrás ideas de familia viejas, obligaciones mentales y culpas. Para que encuentren en su familia a quien amen y lo abracen, y a quien no, lo dejen ir.
Ana: Porque es una situación extraordinaria en el sentido de que hay un contexto de otra Tierra, pero sobre todo porque habla de relaciones familiares; por eso creo todos se van a poder identificar. Y porque hay que apoyar a la dramaturgia, y a los actores mexicanos.
Reynolds: Porque creo que es importante conocer nuestras propias historias y hacer espejo con nosotros mismos. Hablamos mucho de Ibsen, de Chejov, de Shakespeare, y son obras que vendrán y venimos a verlas porque son obras clásicas, y sí lo son y son importantes, y siempre las haremos; pero cuando nos podemos ver reflejados en nosotros mismos, es porque se está hablando del ser humano, y no solo eso, sino de los mexicanos hoy en día.
La gente está muy acostumbrada a no ver lo que le pasa a su alrededor, a sentirse un poco indiferentes con el dolor ajeno y el propio aún más. Sabemos que estamos arrancando el año, que la economía, el país, los sistemas, todo está muy mal, pero estamos aquí para entretenerlos y para que reflexionen; que se vean en el espejo. Ojalá eso se suficiente para salir con una sonrisa, y recomendarla, y salir con la satisfacción de que les contamos algo que los conmovió, que les importó y los tocó. Y si le quieren llamar a su mamá o papá después de haber visto la obra -si es que no vienen-, o que vengan con ellos.
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