Por Arantxa Castillo, Fotos: Cortesía/ En México, cada estado cuenta sus propias tradiciones, usos y costumbres, pero sin duda alguna hay una tradición por excelencia con la que todos nos identificamos, el Día de Muertos,  que se ha convertido en la festividad más importante dentro de la cultura mexicana.

Desde el 2003, el Día de Muertos forma parte de la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial que otorga la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).

La ofrenda, las flores de cempasúchil y la magia de celebrar a los fieles difuntos es una tradición que ha cautivado al mundo entero, dándole aún más fuerza a esta fiesta mexicana, que es reinterpretada por los teatreros, quienes evocan a los muertos y, a su vez, rinden un tributo a nuestras raíces.

Para entender esta celebración en el teatro, platicamos con Nayeli Cortés, actriz de La Llorona ; Antonio Cerezo, director y dramaturgo de Día de los vivos y con Guillermo González, fundador del Ballet Folklórico Mexicano creador del espectáculo dancístico, Y ¿a dónde irán los muertos? Estos tres creadores escénicos comparten su visión y reinterpretación en la escena sobre esta festividad, que para algunos es vital, para regenerar el tejido de la sociedad mexicana.

Tal es el caso de Nayeli Cortés, quien piensa que hablar de Día de Muertos es generar identidad y unión: “Creo que tiene mucha importancia para quien lo ve, para quien lo está sintiendo y se vuelve parte de, a eso me refiero con la identidad. Cuando están viendo la danza, escuchando los instrumentos prehispánicos, cuando se canta La Llorona en náhuatl, algo pasa, un chip se enciende y nos reconocemos dentro de esto, sales bien orgulloso”.

La actriz con más de una década en el mismo personaje, también asegura que el Día de Muertos es la celebración que más nos hace contactar con nuestra mexicanidad.

“Es algo bien bonito porque es una revaloración de nuestra cultura, de no tener la necesidad de buscar encontrarnos en otras culturas, porque tenemos la propia y a veces desconocemos lo rica que puede ser. Creo que nos ha servido mucho para reencontrarnos como mexicanos, saber que no estamos solos, incluso en estos momentos tan difíciles para todos”.

Por otro lado, el maestro Guillermo González, fundador del Ballet Folklórico Mexicano, el Día de Muertos se convierte en un pretexto para hablar de la historia de México. Por ello creó el espectáculo ¿Y a dónde irán los muertos? en el que explora la danza prehispánica y el Virreinato.

“El Ballet Folklórico Mexicano tiene 41 años de haberse fundado, como todo conjunto folklórico quiere bailar sones, danza regional, pero desde los noventa rediseñamos nuestros objetivos y elegimos escenificar la historia de México a través de la danza. Eso nos obligó a estudiar profundamente. Cada montaje requiere por lo menos 3 años, 2 de investigación y uno de hechura”.

Respecto a la pieza coreográfica, añadió: “Esta obra recoge conocimientos prehispánicos bien sustentados, es una obra que te entretiene, te la pasas bien, pero también cuenta con un sustento histórico real”.

Para el director y fundador de la compañía es vital encontrar la manera en que el público conozca el origen de su país y tradiciones para comprender la idiosincrasia del mexicano.

“Esto ayuda a la gente a entender cómo éramos antes para comprender quienes somos ahora, te cuento que cuando comencé a bailar danza folklórica, no tenía idea de dónde venía , ahora décadas más tarde lo entiendo y conozco más a mi país”, aseguró.

En cambio para Antonio Cerezo, el Día de Muertos es la festividad ideal para valorar la vida. Ese fue su objetivo al escribir Día de los vivos, en el que comparte elenco con Alejandro Benítez, Armando Tapia y Sofía San.

“Más que hablar en un sentido antropológico, se me antojó más una historia desde cómo los muertos nos estarían viendo, pensando en un mundo de los muertos con sobrepoblación por toda la violencia y guerras, que deciden dedicar un día a los vivos para recordarles que deben disfrutar la vida”, comentó Cerezo.

Asimismo, Cerezo explicó que considera importante tocar nuestras tradiciones en la escena, pero no desde un tono educativo sino reflexivo que permita explorar, cuestionar nuestras ideas y formas de vivir.

“Esta festividad me parece que tiene una identidad nacional, que tiene que ver sí con los colores, con esta melancolía de traer a nuestros muertos con estos altares. Es parte de nuestra identidad mundial”.

Por último, el también actor expresó:  “Es importante llevarla al teatro sí, pero no necesariamente desde un perspectiva antropológica, en términos escénicos me parece vital si darle un punto de vista desde el creador, en mi caso con este montaje fue retomar que hemos olvidado cómo tratarnos bien creando divisiones muy peligrosas para la humanidad”.

Para el teatro las opciones para reinterpretar el Día de Muertos son infinitas, desde resaltar el folklor de la tradición, evocar la historia o situarnos en la reflexión social y personal. Todas ellas, diferentes caras de un espejo, buscan devolver el reflejo de lo que hemos sido, somos y podríamos ser.

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