Fotos: Roberto Sosa
Por Roberto Sosa/ Nadie sabe lo que pasó, en dónde se encuentra, se desvaneció en el desierto; “el desierto trae gente suicida…” Ángel era un joven cineasta, dijo que iba al desierto de Sonora a filmar el paisaje y levantar imágenes fijas. Después de varias semanas su familia no tiene noticias, desapareció. Su madre, tía y amigos tienen versiones distintas; cada quien intenta llenar con sus recuerdos, su propio vacío. “¿Cuántos muertos hay bajo los pies…?”
Su madre se siente como un fantasma, igual que muchas mujeres en este país. La joven que lo vio por última vez, está muerta. Con ella compartió caricias, besos, sexo…”. “El hijo de Ángel que llevaba en el vientre, murió”. Ella sabe lo que pasó y en dónde está, ahora solo los puede ver y escuchar. La familia conserva el rollo de 16 mm que Ángel rodó, lo que muestra la película es un paisaje inhóspito donde nada se mueve, solo el desierto.
Está historia la protagoniza un personaje que no se ve en escena; Ángel desaparece bajo el cielo azul del desierto, en un país sembrado de cadáveres. La autoría y dirección son del dramaturgo francés Pascal Rambert (Clausura del amor, Hermanas), el relato lo construye después de visitar México. Los muertos y desaparecidos en nuestra nación lo motivó a crear la dramaturgia. Es triste que nuestro país inspire a escribir un texto desde está visión que damos a un extranjero.
El escenario se llena con sillas blancas que contrastan con el color negro del vestuario; hay una pantalla al fondo y un piano de cola. Algunas escenas se acompañan con música y canciones; Rambert significa el discurso escénico de esta forma, análogo con en el vacío emocional que viven los protagonistas. Para el director, en su obra la muerte dialoga con los vivos, en nuestro México sus habitantes lo vemos cotidianamente.
Las actuaciones son Julieta Egurrola, Concepción Márquez, Arcelia Ramírez, María del Mar Nader Riloba, Sofía Espinoza, Antonio Rojas, Emilio Carrera Quiroga y Fernando Álvarez Rebell. El elenco se conforma en el talento, experiencia y versatilidad. En el reparto predominan las mujeres, acertada decisión, son ellas quienes al momento que algún miembro de la familia desaparece, lo recienten más y más lastiman. Cada personaje está perfectamente encarnado, bien construido e interpretado.
Desaparecer es el reflejo de nuestra realidad, pareciera una frase trillada y repetitiva, y lo es, porque así sucede, es nuestro contexto. Que más diéramos porque esto solo fuese ficción, que no estuviera pasando aquí, que se tratará de una obra que habla de otro país lejano al nuestro. Sin embargo es cierto, aquí vivimos con los muertos bajo nuestros pies; aquí el tejido social está roto y quienes habitamos este territorio estamos rotos. La obra se construye desde las lágrimas, el dolor…y el coraje.
Texto, dirección, escenografía, iluminación y vestuario es de Pascal Rambert –hace suya la obra- ; música, Pedro de Tavira Egurrola. Traducción, Humberto Pérez Montera. La presentan Cultura / UNAM a través de la Cátedra Bergman, Teatro UNAM, el Centro Universitario de Teatro, la Compañía Nacional de Teatro, la Universidad de Guadalajara y el Instituto Francés de América Latina.
Las funciones son en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario, hasta el 5 de abril, consulta precios y horarios, aquí.
