Por Mariana Mijares, Fotos: Cortesía Pinpoint/ Urinetown empezó para Ícaro como el deseo de compartir con el público de Querétaro un texto en el que creían y que invitaba a la conciencia social. Tiempo después, con el apoyo del productor Juan Torres, esta compañía queretana empezó una breve temporada en la Ciudad de México que siguió creciendo y que culminó al ser reconocida como el Mejor Musical de Año por la ACPT.

El director Miguel Septién nos cuenta en qué aspectos ha cambiado y crecido Urinetown en estos años, y cómo cuestiona tanto las convenciones de los musicales, como el estilo de vida de su público…

Estrenaron el musical en CDMX hace dos años y en Querétaro hace cuatro. ¿Cómo ha cambiado desde entonces la obra, la compañía y cómo cambiaste tú como director?

La obra ha cambiado enormemente. Quizá lo más evidente sean los rubros estéticos. En la escenografía hemos sintetizado hasta quedarnos únicamente con los elementos absolutamente indispensables. Además de ser una evolución natural al movernos de un escenario gigantesco como el Teatro Metropolitano de Querétaro, al íntimo Teatro Milán. También ha sido un ejercicio en encontrar maneras poderosas y funcionales para contar la historia con poco más que nuestros actores y sus cuerpos.

En el vestuario, hemos acotado nuestras influencias hacia un período histórico cada vez más específico sin perder la idea del reciclaje de materiales en formas creativas. Trabajar con Félix Arroyo (diseñador de escenografía e iluminación) y Luis Roberto Orozco (diseñador de vestuario) y encaminar sus diseños a complementarse entre sí ha sido un proceso maravilloso.

La compañía ha crecido gracias a otros proyectos de Ícaro y a proyectos externos en los que hemos trabajado por separado. Creo que cada vez apreciamos más el pulso y lenguaje que hemos descubierto juntos, y eso nos permite explorar el texto con cada vez más fuerza, confianza y profundidad. La sinergia entre Dano Coutiño (director musical), Arantza Muñoz Montemayor (coreógrafa) y yo, ha llegado a un punto de entendimiento muy profundo en el que podemos complementarnos y apoyarnos de la mejor manera.

Como director, he aprendido a confiar más en mis instintos, a ser más decisivo en las ideas que quiero probar, y a discernir con mucha más velocidad las cosas que funcionan. Es inevitable al vivir con un texto tanto tiempo, y al estar cada vez más sumergido en la idiosincrasia que Greg Kotis y Mark Hollmann tienen como autores. Estoy convencido de que este Urinetown es el más poderoso hasta ahora, y el que más refleja los ideales que tengo como director del proyecto y de Ícaro.

¿Qué te motivo a traer de regreso este proyecto?

El cierre de temporada en el 2018 fue un tanto prematuro; comenzábamos a generar más interés del público después de los Premios ACPT y el Teatro Milán resultó el espacio perfecto para el proyecto. En cuanto terminaron las funciones pactadas desde un inicio, no tuvimos oportunidad de buscar más vida por múltiples compromisos que ya habíamos adquirido.

Sabíamos que queríamos cumplir el sueño de los autores de presentar Urinetown y Nación Primordial en conjunto, y este año las piezas se alinearon para que pudiéramos hacerlo. El mensaje social, ecológico y artístico que profesan ambos musicales es más pertinente que nunca.

Antes los actores iban y venían cada jueves a Querétaro; ahora, ¿la mayoría continúa esa dinámica? ¿Es distinto?

La dinámica continúa de esa forma. El 90% de la compañía (actores y equipo de producción) va y viene entre ambas ciudades. Es un esfuerzo muy grande para todos (sobre todo en momentos como éste, donde se combinan funciones y ensayos técnicos en CDMX y ensayos regulares en Querétaro) pero sabemos que vale la pena.

Para esta nueva producción, ¿qué cambios se hicieron en la escenografía y vestuario?

Quise que la síntesis que ya habíamos logrado en nuestra primera estancia en el Milán fuera un paso más allá. Creamos una poderosa caja geométrica de “nada” en la que se desarrolla toda la historia con la ayuda de muy pocos elementos realistas.

En contraste, el vestuario siguió la misma línea que habíamos utilizado: materiales reciclados de forma creativa, y hasta caricaturesca, que dan a entender la precariedad del mundo en el que viven los personajes, donde todo debe ser reutilizado al extremo.

Ajustamos las formas y cortes del vestuario inspirándonos en la Alemania entre la Primera y la Segunda Guerra Mundial, la época del dramaturgo Bertolt Brecht, una influencia absoluta en este musical. Para mí, la relación entre la poderosa dureza de la escenografía y la explosión en formas y colores del vestuario refleja perfectamente el núcleo de Urinetown.

¿Por qué se decidió para la iluminación tener decenas de pequeños focos como marco?

Para nosotros, el marco de focos evoca dos cosas: los teatros antiguos y los espectáculos del cabaret alemán de la época en la que nos inspiramos para varios elementos estéticos. Además, es una manera bella y poderosa de jugar con la metateatralidad inherente del texto, recordándole constantemente al público que está viendo un musical que se cuestiona a sí mismo y que no pretende ser real.

¿Cómo fue tu colaboración con Aitza para incorporarla a una compañía que llevaba varios años ensamblada? ¿Cuál fue el reto y qué consideras ha aportado ella a esta nueva propuesta?

Para mí era importante revisitar esta obra con el elenco prácticamente intacto. Todos hemos aprendido a hablar el mismo idioma, y en una pieza con una idiosincrasia tan particular como Urinetown esto no puede darse por sentado.

Nuestra Hope original (Irlanda Jiménez, ganadora del Premio ACPT como Actriz Revelación) ya no vive en este continente, por lo que necesitábamos encontrar una actriz que no solo tuviera el talento que el papel demanda, sino que también tuviese la garra y sensibilidad para contar una comedia tan feroz como esta, y la fuerza para soportar el peso que pueden implicar los constantes traslados a Querétaro para ensayos.

Yo admiraba a Aitza desde hace tiempo y decidí invitarla a audicionar. Después de ser testigo de su versatilidad y poder como actriz y cantante, y de su brillante sentido del humor, me quedó claro que debía ser Hope. En muy poco tiempo se integró a la compañía perfectamente y puedo decir que la admiro aún más por ser una actriz que, a pesar de tener una trayectoria envidiable, posee un hambre constante y un arrojo personal y profesional que hace que trabajar con ella sea muy inspirador y satisfactorio.

¿Qué le dirías a los jóvenes de Provincia que, como alguna vez les pasó a ustedes, sueñan con hacer una carrera en el teatro musical?

Les diría que el trabajo no traiciona. Que los sueños se construyen con cimientos de sudor y lágrimas. Y que, si de verdad lo desean, todo el dolor en el camino es una nimiedad comparada con la alegría que implica avanzar cada vez más.

En un momento en el que lejos de emplear energías renovables y limpias, nuestro país sigue apostándole al petróleo, ¿cómo crees que Urinetown puede inspirar, o motivar, a un cambio? Como dicen en la obra, llegar a entender que nuestro estilo de vida ya no es sostenible…

Creo que todos debemos hacer lo que esté a nuestro alcance para mejorar nuestro entorno. Fuera de las decisiones personales que tomo día a día, la única herramienta real que tengo para tratar de generar un cambio es el arte que produzco.

Carezco de los conocimientos o recursos concretos que pueden modificar nuestras estructuras a gran escala, pero puedo utilizar historias como ésta para plantar una semilla en la mente de nuestro público. Creo que es un primer paso…

Ahora que están preparando un nuevo musical, ¿cómo combinaste, y sigues llevando, la dirección de ambos montajes?

¡Ha sido una locura! Sobre todo porque el equipo creativo, el elenco y los músicos de ambos proyectos son prácticamente idénticos. Armar el rompecabezas logístico con todas sus implicaciones geográficas, económicas y creativas ha sido todo un reto.

Afortunadamente, contamos con César Ramos (productor ejecutivo de Ícaro) y Ale Arenas (Asistente de dirección y Production Stage Manager), quienes han hecho que los engranes giren de una manera más armónica de la que pude imaginar, permitiéndome enfocarme casi al 100% en el lado creativo de las cosas. Sin ellos, nada de esto estaría funcionando.

Hablando específicamente de la dirección, Urinetown fue y sigue siendo una enorme escuela. Entender el estilo tan sui generis de Greg y Mark es el arma más importante con la que entramos a atacar el montaje de Nación Primordial, y considero que nos ha permitido que las piezas de este nuevo proyecto se acomoden más ágilmente de lo que pensaríamos que el montaje de un musical tan nuevo podría permitir.

¿Por qué te gustaría que la gente viera Urinetown?

Porque creo que, a pesar de la sobrecarga de contenido a la que todos estamos sujetos en estos tiempos, son pocas las historias que combinan el deseo ferviente de entretener con la urgencia de comunicar mensajes relevantes sobre nuestra condición humana. Puedes disfrutar Urinetown por su maravillosa música y por su feroz comedia, pero también saldrás de la función con cuestionamientos sobre lo que estamos haciendo como sociedad y como especie.

Además de lo que se comunica a través de la obra, también vale la pena compartir con un grupo de artistas que creen con todo su corazón en lo que están haciendo y comunicando. Me siento afortunado por dirigir una compañía como ésta y puedo garantizar que la potencia de estos artistas cambia vidas, aunque sea por una noche.

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