Por Itaí Cruz, Foto: FB Teatro Fru Fru/ Es imposible imaginar un teatro sin pensar en las historias de fantasmas que albergan sus rincones, cuando se apagan las luces. En el mundo existen diversos mitos y leyendas sobre seres paranormales, y el teatro no es la excepción, se dice que muchos de ellos están habitados por seres espectrales, mismos que han forjado parte de su encanto.

Te invitamos a conocer las leyendas urbanas que rodean algunos recintos mexicanos, puede ser que la próxima vez que acudas a un teatro y sientas escalofríos, quizá sean provocados por el aliento de un fantasma teatral…

Teatro Itson. Este teatro situado en Obregón, Sonora, debe su leyenda al asesinato de un payaso. La historia cuenta que, mientras se alistaba para salir a escena, este personaje tuvo una disputa con otros payasos, quienes lo lastimaron a tal punto de causarle la muerte. A esta alma errante, se le conoce como “el payaso del Itson” y suele aparecer al fondo del escenario del teatro.

Teatro Fru Fru. Este recinto ubicado en la capital es conocido por su excéntrica y oscura decoración, misma que ha propiciado el origen de diversas leyendas, debido a su ambiente lúgubre y decadente. Una de las historias que rodean este lugar es que está habitado por el fantasma conocido como “el catrín del Fru Fru”, quienes lo han visto dicen que es un hombre arreglado formalmente con un bastón y un bombín.

Teatro Carrillo. Este lugar se remonta a la época de la Revolución y está ubicado en Saltillo, Coahuila, aunque hoy en día sólo funciona como un pequeño auditorio. Los lugareños dicen que a menudo puede verse gente finamente ataviada saliendo del teatro a altas horas de la noche, como si estuvieran saliendo de la función.

Teatro Enrique Lizalde. Este teatro de Coyoacán, guarda muchos misterios, uno de ellos es sobre un anciano que dicen, suele aparecer entre las butacas del público para ver las obras que le llaman la atención y se deja ver, sólo en aquellas representaciones que han sido de su agrado.

Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. Uno de los recintos más emblemáticos de la capital, también tiene su propia leyenda. Se dice que está habitado por un fantasma conocido como “el niño de la diadema”, los técnicos de este lugar no la utilizan para comunicarse, porque en cuanto se la ponen, dicen que se escucha una pelota que rebota y después la voz de un niño que los invita a jugar con él, y que a veces, suele pronunciar el nombre de la persona a la que se le aparece.

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