Por Luis Santillán/La Compañía Nacional de Teatro en alianza con el Centro Cultural Helénico llevan a escena Valentino Clemens y los chicos perdidos de Wonder-Nada de Isabel Vázquez Quiroz. Esta puesta en escena es parte de lo que genera el Premio Nacional de Dramaturgia Gerardo Mancebo del Castillo.
El texto de Vázquez Quiroz tiene una estructura que juega con un detonante para que se desarrollen las causas y contextos y así entender la motivación inicial del personaje. El bloque de inicio es atractivo, a partir de que Valentino planea su suicidio y cómo éste se ve frustrado una serie de situaciones construyen el estado emotivo de Valentino.
Mahalat Sánchez está a cargo de la dirección. Sánchez es hábil para construir universos que equilibran circunstancias de problemáticas sociales y elementos de teatralidad que elevan el discurso, que potencian emotivamente tanto a los personajes como a las situaciones. En esta puesta en escena desarrolla la propuesta de la autora haciendo uso de lo que la caracteriza, y otro elemento que cuida son las variaciones rítmicas, de hecho, es ahí donde surge el soporte para que el relato se construya en escena.
La dinámica de los personajes, sus marcos de relación tienen fuerza por los matices con los cuales se crean. Se vuelve significativo lo que le ocurre a los personajes en medida de que se vuelven empáticos, aspecto que parece ser muy importante para la autora.
Uno de los aciertos de la directora es enmarcar el relato en un universo cercano a una estética de comics, esto permite que algunos aspectos de los personajes y de las situaciones sucedan sin necesidad de ahondar en las motivaciones o causas, también ayuda en el ritmo entre escenas y en los bloques donde la información pesa más que la acción.
Lo que no logra equilibrar la dirección es al conjunto de actores, mientras que algunos construyen de manera mesurada, otros exageran tanto la voz como la expresión corporal. Quizás es en Ana Paola Loaiza donde puede verse lo que deseaba Sánchez de su reparto. Loaiza ajusta tanto la voz como la expresión según la cualidad de cada bloque, por eso puede tener escenas donde la energía le dan fuerza al personaje, pero otras donde es necesario vulnerarlo, la forma en que pasa de uno a otro es lo que permite que haya lazos emotivos.
El texto tiene un buen arranque, los personajes se crean de manera rápida y eso permite el desarrollo de situaciones, pero ocurren dos cosas que lo afectan. Cuando la autora quiere cambiar a los personajes e incrementar tanto su conciencia social y sus acciones derivadas se siente forzado, hay un planteamiento ligero y el giro no funciona porque violenta a los personajes mismos. El otro factor es la premura del último tercio de la obra, cuando comienza a ocurrir las repercusiones, y se espera la afectación de los personajes se acelera el ritmo del relato y da la impresión de cerrar el texto a la carrera.
Valentino Clemens y los chicos perdidos de Wonder-Nada es la posibilidad de ver las repercusiones de un premio tan relevante en la dramaturgia mexicana, no solo por la aportación de los autores sino por la sinergia que requiere. Tres instancias se comprometen y así el estímulo para los nuevos autores demuestra que las voluntades son más importantes que los momentos de la política cultural.
Las funciones son en el Foro La Gruta hasta el 10 de septiembre, consulta precios y horarios, aquí.
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