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SEGUIR MOVIÉNDOSE HASTA QUE ALGUIEN NOS VEA: La voz de estas nuevas generaciones



Fotos: Roberto Sosa

Por Roberto Sosa/Y nos escuche, moverse para saber que estamos vivos, que pensamos y sentimos. El texto se articula desde la necesidad que tienen los jóvenes de hoy, de comunicar y estar. Los tiempos que les toca vivir son violentos, desprendidos y monstruosos. Su existencia está inmersa en la tecnología y se rigen por las redes sociales; se relacionan de otra manera, la proximidad con el otro es de otra forma.

En este relato el personaje femenino entra a un lugar a comer y espera que todo sea “normal”, una mesera le sirve los alimentos…y la realidad se transforma. “Estoy a la expectativa de lo que pasa…”. La escena reproduce el irreal que nace en su mente “¿Qué hago aquí…?” Un hombre comparte su mesa y participa de la misma utopía. El entorno se vuelve ambiguo y la luz cobra otra dimensión.

La autoría y dirección es de Manuel Cruz Vivas; su obra refleja el pensamiento de una juventud que de pronto no se identifica con su hábitat, que no saben ni deben permanecer estáticos. Sus personajes transmutan su contexto sentados frente a una mesa. Y desde esta irrealidad indagan su pasado para entender y encontrar respuestas a su presente. La dramaturgia de Cruz, es la voz de estas nuevas generaciones.

La dirección es congruente a lo abstracto del texto, juega en dos planos que bifurcan la realidad de la ficción. Su trabajo en la escritura y dirección se podría aplicar al existencialismo, que considera la presencia parte fundamental en el ser. Su texto destaca la importancia subjetiva que la objetividad. La iluminación de Alejandra Escobedo enfatiza acertadamente las transiciones.

El elenco lo integran Ingrid Cebada y Edgar Landa, dos jóvenes actores que entienden y traducen al escenario lo que el relato les demanda. Su trabajo transparenta su vocación actoral, a través de su labor los personajes toman el espacio y expresan sentimientos y sensaciones. Sus actuaciones están niveladas y son destacadas.

Es patente la afinidad que tienen con el espectáculo todos los que intervienen en la obra. El equipo creativo se adhiere a las necesidades creativas del director y compaginan su talento con el elenco, sin duda, el resultado es favorable. La puesta en escena está bien realizada y acabada. Como espectador me queda claro que ésta es la forma de ver, sentir y hacer teatro de los nuevos creadores.

Seguir moviéndose hasta que alguien nos vea, forma parte de la primera residencia artística que el colectivo Monosabio tiene en Teatro El Milagro. Las residencia se compone por tres puestas en escena e inició el 6 de marzo y concluyen con Pulso, con funciones del 17 de abril al 3 de mayo. Bien por El Milagro que cobija el talento de estos jóvenes.

El diseño de movimiento es de Belén Mercado; escenografía, Alejandra Escobedo; producción, Monosabio; diseño gráfico, Daniel Loyola.

Las funciones son en el Teatro El Milagro hasta el 11 de abril, consulta precios y horarios, aquí.

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