Por Mariana Mijares y Fotos Francisco Bravo/Ver a un actor transformarse en un escenario siempre es un privilegio, pero poder ver lo que hace Cassandra Ciangherotti en Blackbird es una experiencia que resulta única.

La actriz que participara en 2017 en Romeo y Julieta y el año pasado en Señorita Julia, sorprende ahora en Blackbird, obra del escocés David Harrower que regresa a México luego de haber sido protagonizada por Humberto Zurita y Kate del Castillo hace más de una década.

La actuación de Cassandra es sutil y precisa; transmite con gestos y miradas el inmenso dolor que carga una joven, y los sentimientos que acumuló a lo largo de 15 años luego de ser abusada sexualmente.

Tuvimos el privilegio de platicar con la actriz sobre el proceso que realizó junto a la directora Katina Medina Mora y el actor Alejandro Calva para construir a ‘Uma’; sin duda, de los personajes más memorables que ha interpretado y que probablemente marcará un parteaguas en su carrera.

Eres una actriz con la clara capacidad de transformarte, pero una obra con esta temática, ¿te implicó un mayor reto?

Cassandra: Sí, siento que es una obra de teatro muy, muy pesada, pero la verdad ha sido un proceso súper gozoso actoralmente; porque estando con una mujer directora y con un compañero como Alejandro -que lleva machismos años dedicándose a esto-, y quien maneja un tipo de ego muy diferente al que me he enfrentado en otras ocasiones.

Fue un ejercicio de llegar a cada ensayo a darlo todo y a estar súper comprometidos con la situación y con los objetivos de los personajes; con qué quiere hacer cada uno.

Es una obra de teatro a la que hemos ido quitando y quitando capas, y esto para ir encontrando a los personajes y la personalidad para que esta conversación tan amplia que se ve, pueda suceder.

Hemos pasado de hacer esto como en tonos; porque de repente se nos iba al melodrama, a que pudiéramos encontrar el género de esta obra de teatro, que es trágico. Es una tragedia, y para que la tragedia funcione, necesitas tragarte todo el melodrama, como metértelo para que los momentos en los que sale la emotividad sean muy filosos y muy puntuales, y para que no se convierta en algo como de ‘qué hueva la víctima, o qué hueva el victimario’, y podamos darle espacio a los dos personajes.

Supongo que otra de las partes más interesantes en un trabajo como éste no es llorar, sino cómo se contiene el llanto…

Cassandra: Eso es lo peor, lo peor. Lo más difícil es la contención, justamente. Me doy cuenta cómo en mi carrera, cuando estaba empezando mis primeros trabajos, era todo lo contrario; era preguntarme: ‘¿cómo puedo llorar?’; y ahora con los años he aprendido a generar ese llanto y a tragarlo, que es lo más difícil. Sinceramente es lo más complejo, porque a veces uno quisiera ocupar el escenario para exorcizar todos los demonios y llorar todo lo que no lloras fuera del escenario, pero la contención es, justamente, el punto medular para que esta obra de teatro no se convierta en una cosa pesada y te acaben cayendo mal los personajes.

 

En ese sentido pienso incluso que este montaje hace detenerse a pensar en la edad de los personajes cuando sucedieron los hechos; de otro modo, podría haber sido una relación ‘normal’…

Cassandra: Es una historia de amor, y justamente eso es lo que es cabrón del texto.

Investigando mucho también entendí que no es lo mismo un pedófilo que un pederasta, y la conversación a la que invita esta obra no solamente es a entender a la víctima, sino también a entender que hay muchas personas que tienen este patrón o este deseo, y hay unos que cercenan su conciencia y actúan en pro de ese deseo, y hay otros que viven con el deseo, apartados de la sociedad porque no pueden sincerarse con nadie. Porque si llega un amigo contigo y te dice eso, a lo mejor deja de ser tu amigo, y no tendría que ser así. Tendríamos que ser un poco más maduros y preparados para tener esa conversación con nuestros familiares, e identificar quién tiene un problema para poder ayudarlo y acompañarlos, porque no es algo que se cure…

¿Conocías este texto?, ¿lo habías visto en México o en el extranjero?
Cassandra: No, no lo conocía. Katina me lo presentó y cuando lo leí, dije: ‘A mí me encanta el teatro así; que te deja con la boca abierta’.
Está muy cabrona la humanidad. Siendo el país número uno con abuso infantil y pensando que esto sí sucede en el mundo, seguramente muchas chavas se dan cuenta hasta los 30; dicen: ‘Oye no, creo que no viví una historia de amor’. Lo entienden después.
Uma se da cuenta a esa edad porque le dicen lo que pasó, y lo interesante también es que él estuvo en la cárcel, porque de alguna manera la justicia ‘ya existió’; pero no es verdad, porque finalmente uno puede salir de la cárcel, pero es muy difícil salir de la cárcel interior; que es a la que él somete a Uma.

Tú rompes a una persona cuando abusas de ella, la rompes. Los niños quedan emancipados a una cosa que no pudieron contener a temprana edad; es muy duro entender eso.

Decías que habías leído sobre el tema, ¿cómo fue tu proceso de documentación?, ¿viste documentales? Se me ocurre por ejemplo el de Michael Jackson (Leaving Neverland)

Cassandra: Sí. Vi el de Michael Jackson, también vi una película que se llama The Tale.

Sí, sobre este tema y donde Laura Dern está increíble…

Cassandra: Increíble, sí. Es como una contención padrísima de su personaje. Vimos también un documental en Youtube, que se llama The Paedophile, next door; es super interesante porque es el primer pedófilo que sale a hablar, dice: ‘Yo tengo este problema, nuca he hecho nada y sé que hay muchos como yo, entonces necesitamos empezar a hablar del tema’.
Existe una cantidad de información impresionante; hubo una vez una liga de pedófilos en Londres: abusadores, pedófilos que querían que se legalizaran las relaciones entre adultos y niños. Incluso llegó a proponerse en el Congreso; es una parte de la humanidad muy cabrona.

Háblanos sobre el proceso que tuviste con Katina, la directora, porque me parece que es palpable la sensibilidad de una mujer que le aporta muchísimo a este trabajo…


Cassandra:
Cabrón, porque siento que las mujeres tienen una capacidad de anular su ego en pro del ejercicio; eso hace que las obras, de repente, puedan tomar dimensiones como las que toma ésta. Porque ella nos dejó explorar, nos dejaba llegar a un ensayo y probar cosas, o que habláramos; de repente decir: ‘No, no me está funcionando esto, pruébalo así’.
Tengo además un compañero de huevos que me decía: ‘No estoy seguro que va a funcionar, pero ahí te va’. Y es que actuar no es una ciencia exacta, y no vamos a saberlo hasta que lo probamos; a veces funcionaba a veces no, pero pues ya le diste la satisfacción al compañero de que eso que estaba buscando no era; o sí era, pero ya lo hizo, y viceversa. Esa apertura de los tres nos llevó a un puerto de muchas capas.

¿Cómo fue colaborar con Katina, una directora sobre todo reconocida por su trabajo en cine?

Cassandra: Me parece que había dirigido dos obras de teatro anteriormente, aunque no las vi. Yo había visto su trabajo en cine, pero creo que los directores dan saltos cuánticos en su aprendizaje, porque finalmente tienen pocas oportunidades. No es como los actores que a cada rato estamos puliendo el oficio. Los directores tienen que ser muy filosos porque sus oportunidades son muy pocas, entonces siento que ella tomó esta oportunidad con todo el amor, con todo.

Y hablando de saltos cuánticos, me parece que en este trabajo tú también das uno en el sentido de que lo último que vimos de ti fue la película Solteras…

Cassandra: No creas que estaba yo muy lejos de ver Solteras desde este punto de vista; o sea como que esa película, para mí, es esta cosa de las mujeres que están como totalmente equivocadas en su forma de aproximarse a la vida, era cagado pues.
Creo que todos los géneros pueden ser abordados desde otro lugar, Solteras podría ser también una tragedia, pero la abordas diferente. Estaría muy cabrón atreverte a contar esta historia desde la comedia, pero de que se puede, se podría…

¿Por qué te gustaría que el público venga a ver Blackbird?

Cassandra: Me gustaría que vinieran por la intención que yo pongo cuando la estoy haciendo; quisiera que vinieran muchas mujeres a verla porque verte reflejada en el personaje de Uma, si pasaste por una experiencia así, verla y decir: ‘No quiero ser esa mujer atrapada en ese lugar. No quiero quedarme en ese cuarto y que Ray se vuelva a ir y me vuelva a dejar’. Como vivirlo por ellas para que ellas puedan decir: ‘No quiero eso. Quiero salir adelante, quiero estar en otra cosa; ya no quiero ser esto’.
Me encantaría que fuera como un acto psicomágico de despertar en la conciencia a través del sufrimiento y de la cárcel en la que vive este personaje.

Además, resulta un trabajo sumamente pertinente por el movimiento de mujeres que estamos viviendo…

Cassandra: Es la más pertinente del mundo ahorita; porque además se hizo hace 15 años, y cuando se hizo, había montajes donde era simplemente una historia de amor, y otros donde la odiabas a ella porque llegaba como con sarcasmo.
Una cosa que me planteé muy claramente con este personaje es que nunca iba a usar el sarcasmo; y es difícil porque hay unos textos en que el sarcasmo es lo primero que se te viene a la mente. Darle la vuelta al sarcasmo es toda una tarea; pero me parecía muy interesante no abordarlo desde ese lugar, porque quería que fuera un personaje muy sincero y que no emplea el sarcasmo como una herramienta para no tocar sus emociones.

¿En dónde te podremos ver próximamente?

Cassandra: Ahorita hasta el 29 de septiembre estaré haciendo Blackbird y después me voy a hacer la segunda temporada de la serie Los Espookys.

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