Fotos: Cortesía Producción
Por Roberto Sosa/El personaje que nos toca representar. Se dice que esta vida es un teatro y el mundo que habitamos el escenario. Cada uno personifica a otro yo, y a veces ese otro no es el que deseamos, luego entonces caemos en un conflicto existencial, nos estresamos, deprimimos, enfermamos y queremos que todo se vaya a la mierda. Es lo que sucede con dos actrices que comparten el mismo departamento (hoy les dicen roomies).
La competencia entre ellas es por conseguir un papel en alguna obra de teatro, serie de televisión o película; lo grave acontece cuando la competición es consigo mismas. El rol que representan en la realidad es el más complicado, para esta representación no es necesario utilizar un vestuario adecuado, peluca o maquillaje alguno, sólo necesitan ser ellas mismas y esto sí que es complejo.
La obra inicia cuando Sara se encierra en su cuarto y no abre la puerta, se quiere quitar la vida. Su mejor amiga, Julia Roberta hace intentos por persuadirla. La rivalidad profesional las confronta. La suerte juega con las dos, Julia Roberta pasa por un gran momento en su carrera, el éxito le sonríe; a Sara le da la espalda, nadie le llama. Siente rencor hacia la otra, “me robo una audición y se quedó con el personaje…”. Pero la vida es una rueda de la fortuna y quien está arriba algún día le toca bajar.
La autoría y dirección son de Alan Blasco; su texto nos habla de la amistad cimentada en la rivalidad que va más allá de lo profesional, y termina por impactar su vida personal. Y si se trata de dos actrices, la ecuación se vuelve indescifrable. El texto de Blasco nos aproxima al fútil y frívolo mundo del espectáculo representado en dos mujeres existencialmente vacías.
La obra tendría mejor resultado si Alan Blasco pone su texto en manos de un buen director (a), con otra visión, que manejara mejor las transiciones y cuidara el nivel actoral de las protagonistas. Los elementos que utiliza sobre el escenario, no se complementan con el relato, no se abrazan con los personajes. Una puerta, un sillón, una cómoda, una silla y un perchero “flotan” como las protagonistas, falta solides.
Las actuaciones son de Lariza Juárez y Arlet Gamino / Tania Noriega. El reto es encarnar personajes que hablan de ellas mismas, paradójico trabajo que Lariza realiza con propiedad, Gamino no; la fuerza interpretativa no aparece en las dos actrices, el paralelismo con su profesión solo se refleja en una.
El tono de la obra -dice el autor- es una comedia de humor negro, género que provoca risa, en situaciones de dolor o muerte; la cruel realidad rebasada de comicidad. La puesta en escena se queda en el intento. Las transiciones no son exactas. Sí tiene ritmo y las escenas donde se agarran de las greñas están bien hechas. Es una obra con altibajos con dos personajes que viven bajo el mismo techo, con dos actrices que no viven su profesión de igual forma, en la ficción y realidad.
Papel que nacimos para llenar, se presenta con la producción de Círculo Teatral, en el foro Un Teatro, hasta el 24 de abril, consulta precios y horarios, aquí.
