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NUESTRO CUADERNO ROJO: Tres actrices orgullosas de su género



Fotos: Francisco Bravo

Por Kerim Martínez/Desde sus orígenes, el teatro ha funcionado como una plataforma para hablar de cualquier tema, incluso de cosas que incomodan o molestan, pero que al exponerlas ante un espectador pueden desembocar en reflexiones profundas. Se ha puesto sobre la mesa un sinfín de discursos pero rara vez la escena teatral se ha preocupado por ahondar en los sentimientos encontrados que poseen las mujeres al tener la primera regla.

Recientemente se estrenó en el Foro Lucerna Nuestro cuaderno rojo de Claudia Romero (El Guana está en la cárcel) bajo la dirección de Alejandra Ballina (3 roomies) y las actuaciones de Ana Silvia Garza (Memorias de Madrid), Mariana Garza (Nerium Park) y María Perroni Garza (Los miserables).

La obra tuvo su primera exposición a público (bajo el nombre de Mi pequeño libro rojo) a manera de lectura dramatizada dentro del festival por la equidad de género Tiempo de mujeres en marzo de 2019 en la Plaza Ángeles Salas del CCB. En este encuentro el texto de Romero fluyó adecuadamente con los espectadores que interactuaron en todo momento y se vislumbró el potencial que la obra podría tener si se colocaba arriba de un escenario.

Romero basa su dramaturgia en el libro My little redbook de Rachel Kauder. Éste es un anecdotario de mujeres de distintas nacionalidades, edades y razas donde cuentan sin tapujos cómo se enfrentaron por primera vez a “esos famosos días”. Claudia Romero recopila nuevos testimonios para dar forma a una obra de teatro ágil y honesta encabezada por tres mujeres de diferentes generaciones (curiosamente unidas como actrices por la sangre) que dialogan entre ellas, se meten en la piel de varios personajes y cuestionan todo el tiempo esta condición distintiva de la mujer: la menstruación.

María Perroni Garza interpreta a la niña curiosa que plantea este tema tabú de forma divertida a su madre y a su abuela. La actriz tiene brillo propio y mucho carisma; logra que el público conecte con el texto desde los primeros minutos de la función. El personaje y su intérprete representan a toda una generación de jóvenes que se quieren comer el mundo al dar a entender que se puede hablar de todo sin tener que disfrazar las palabras con eufemismos absurdos.

El personaje de Mariana Garza representa a esa mujer moderna que logró con muchos esfuerzos que su género fuera tomado en cuenta y que busca que las más jóvenes sigan luchando por sus derechos. Ella domina el escenario, su proyección de voz es impecable así como la manera de involucrarse emotivamente.

La mujer sabia y al mismo tiempo pudorosa es personificada por Ana Silvia Garza. La actriz resuelve sus parlamentos con mucho desenfado, pareciera que está jugando a ser una niña haciendo teatro y eso se agradece: no existen pretensiones y es evidente su regocijo al estar en un escenario seguramente haciendo lo que más le gusta.

Alejandra Ballina presenta un montaje sutil y lúdico con un trazo bastante limpio. El principal acierto de la puesta en escena es el haber reunido un elenco seductor para dar voz a estos relatos femeninos. La directora sabe aprovechar la relación real (abuela-madre-hija) que existe entre ellas y hace que el público sienta que es testigo de un buen rato de intimidad familiar; tanto que los hombres y mujeres presentes terminan confesando sus historias relacionadas con el tema.

La escenografía de Jorge Ballina resulta muy funcional. Se trata de figuras abstractas y acolchonadas colocadas en diferentes niveles que bien podrían simular unas toallas femeninas gigantes u olas blanquecinas de mar flotando en un negro absoluto. Las actrices (también vestidas de blanco) se acuestan en ellas, se sientan, brincan y juegan: hacen el espacio suyo por completo.

Afortunadamente no se abusa de la musicalización (original de Iker Madrid) como en otras puestas contemporáneas. La obra cuenta con breves transiciones musicales que ayudan al público a entender el cambiar de las diferentes voces y una canción interpretada por Mariana Garza y su hija.

Ahora que la perspectiva de las mujeres ha tomado protagonismo en la vida diaria, Nuestro cuaderno rojo podría ser el pretexto perfecto para ver en escena a tres actrices orgullosas de su género y dispuestas a convencer a los espectadores que para trascender lo más importante es la comunicación entre los seres humanos.

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