Fotos: Francisco Bravo
Por Roberto Sosa/ Danny Boodman T.D. Lemon Novecento nació en el trasatlántico Virginia cuando iniciaba el siglo XX, un marinero negro de nombre Danny Boodman lo encuentra abandonado, como si fuera su padre se hace cargo de él hasta los ocho años. Su padre adoptivo le pone el nombre Danny Boodman -como él- y le agrega Novecento, porque nació con el siglo. Al morir su padre, el niño desaparece misteriosamente, cuando reaparece lo hace tocando el piano.
Creció en el barco de vapor y nunca pisó tierra firme, el Virginia fue su hogar. Novecento se convirtió en el más grande pianista y en cada viaje, los pasajeros eran seducidos con su música; en altamar las olas se mecían con las notas del piano de Novecento. Su existencia fue tocar el piano para liberar los corazones de los viajantes ante la preocupación y miedo frente a la inmensidad del océano. Su historia es narrada por un trompetista del Virginia, que lo conoció cuando tenía veintisiete años.
La obra se presenta con la actuación de Benny Ibarra bajo la dirección y adaptación de Mauricio García Lozano. Dos artistas que saben de música y teatro reúnen sus talentos en este espectáculo, donde intrínsecamente las dos disciplinas artísticas se abrazan y dialogan con un mismo lenguaje. Un monólogo en el cual el protagonista es un piano que nunca se ve. Novecento es una puesta en escena estéticamente bien lograda.
Novecento es un monólogo que atrapa y seduce por lo bien contada que está la historia, por los elementos con la construyen; cautiva su música, iluminación y actuación. El protagonista toma de la mano al espectador para llevarlo a cruzar el océano, la travesía incluye música, evocaciones y un agitado mar que nos zarandea las emociones.
Equipo creativo: escenografía, Ingrid SAC; iluminación, Víctor Zapatero; vestuario, Mario Marín; composición musical, Pablo Chemor. Producción, Ana Bracho Ahumada y Paula Sánchez Navarro.
Las funciones son en el Teatro Milán de martes a jueves hasta el 29 de diciembre, consulta precios y horarios, aquí.
