Fotos: Francisco Bravo
Por Saúl Campos/ Esta es la historia de un trompetista que ha visto muchas cosas, vivido mil aventuras y disfrutado de infinidad de compañías musicales, pero ninguna de las anteriores podría compararse a la felicidad, complejidad y arrojo que le provoca recordar cuando pudo compartir vida con el mismísimo Novecento, el legendario pianista, prodigio entre los jazzistas, nacido un barco de transporte y turismo que surcaba los trechos comerciales de Europa y América a principios del siglo XX. Hoy, este trompetista nos contará la historia de quien fuera su mejor amigo, y aquello que descubrió viviendo casi toda su vida en una embarcación en medio del mar.
Alessandro Baricco es el responsable de traernos este texto, que, bajo la dirección de Mauricio García Lozano y ejecución de Benny Ibarra, construye una de las propuestas que visualmente tienen mucho para ofrecer en esta temporada de teatro. La fábula de un hombre que nació en el mar, conectado casi de inmediato con la música y aquello que le atestigua como un ser con la capacidad de construir un universo melódico, pero que es presa de una última fragilidad: su humanidad.
En Novecento, la dirección de García Lozano nos pide ir construyendo cada imagen a través de un dispositivo escénico que conspira para otorgar al espectador una auténtica experiencia teatral. La escenografía de Ingrid Sac, en niveles de tela texturizada, junto a la iluminación de Víctor Zapatero, la música de Pablo Chemor y el diseño de audio de Santiago Álvarez y Benny Ibarra, sumergen a la audiencia en un vaivén muy vívido entre las calles, el oleaje, lo industrial, lo rústico, la soledad y sobre todo, el alma de la propia música. Un gran ejemplo de lo que sucede cuando todo el equipo creativo decide llevar su pensamiento al mismo canal.
Nuestro director va tomando las pausas necesarias para darle un ritmo totalmente musical a su obra, nos deja disfrutar de sus silencios, acelera compases, hace intervalos a la menor provocación. El ejercicio de García Lozano, sin duda, constituye una poderosa visión a medida que va desarrollado esta anécdota. La dirección indaga en este personaje del que se habla todo el tiempo y está aparentemente poseído por un espíritu musical indudablemente poderoso, aterrizándolo en un gran terreno para conectar en empatía hacia este.
La anécdota que el escritor narra resulta emocionante palmo a palmo. Desde su abandono tras su nacimiento, hasta verle ganar una fama y reconocimiento insospechados, que lo llevan a enfrentarse al mismísimo creador del Jazz y ganarle por obra misma de la entrega y pasión que lleva en cada nota. Luego ver los efectos de la guerra misma sobre él y la embarcación que había sido su hogar y vida desde siempre. Cada metáfora de Baricco ante el desarrollo de un gran humano con una gran historia va dejando una huella palpable y que se disfruta totalmente.
Sin embargo, es la presencia de Benny Ibarra como protagonista de este monólogo lo que realmente imposibilita que la experiencia funcione del todo. El cantante se entrega a un viaje, que por desgracia no logra terminar, en medio del cansancio y monotonía de su voz, las imágenes necesarias no se hacen presentes ni para distinguir personajes, acciones o emociones mismas.
Novecento es pues una historia que merece presenciarse en escena, gracias al poema escénico que resulta visualmente. Una narrativa armónica a presenciar en el Teatro Milán hasta el 29 de diciembre, consulta precios y horarios, aquí.
