Por Kerim Martínez/Odin Dupeyrón empieza el año con Odinofilia Teatro Fest. Este encuentro cuenta con tres obras (Veintidós Veintidós, Lucas y Los vecinos de arriba) dirigidas y protagonizadas por él mismo que se presentan el segundo fin de semana de enero en el Auditorio Nacional, recinto donde anteriormente ya ha expuesto su trabajo con éxito.
Su montaje más reciente es la adaptación de la obra Los vecinos de arriba del autor catalán Cesc Gay, más conocido por sus trabajos en la pantalla grande (Krámpack, Una pistola en cada mano). Este texto se ha representado en Barcelona (2015), en Madrid (2016) y ahora llega a México bajo la dirección de Dupeyrón (A vivir) y la producción de MejorTeatro, FR Producciones y Grupo Odin Dupeyrón.
Ana y Julio forman un matrimonio convencional cansado del día a día y de todo lo que implican las rutinas de pareja. Una noche, a Ana se le ocurre invitar a los vecinos que viven en el departamento de arriba para convivir con ella y su esposo. Julio no está de acuerdo con esa visita, porque sus condóminos tienen mucha vida sexual y las paredes son muy delgadas. Salvador y Laura aparecen en aquel hogar haciendo notar que son una pareja moderna que rompe cualquier estereotipo. Los ánimos se calientan y las posibilidades de que algo diferente suceda esa noche aumentan a cada minuto.
Cada vez es más frecuente que obras españolas se monten en el país y para los adaptadores es complicado lograr que el humor se entienda y no se note forzado. En este caso, Dupeyrón se apropia de la comedia y a través de su adaptación logra que los diálogos sean fluidos y que el público conecte con los actores en todo momento. Los cuatro personajes están muy bien delineados, el espectador suelta varias carcajadas durante las casi dos horas que dura el espectáculo y las palabras llevan impreso ese sello tan particular que caracteriza las obras de este creador escénico: la reflexión.
La obra cuenta con un elenco sólido que se planta en el escenario para entretener al espectador y llevarlo de la mano mientras le cuentan esta historia llena de actualidad. La actriz y conductora de televisión Luz María Zetina encarna a Ana y es la gran sorpresa del montaje: tiene una comicidad innata; parece sentir cada respiración del público y logra un excelente timing; se conecta con sus compañeros de escena, los escucha y los estimula para no dejar caer la función; construye a una mujer encantador,a pero también llena de miedos y de frustraciones; sobre todo resulta muy conmovedora la transformación de su personaje hacia el final de la obra.
Laura es interpretada por Andrea Noli (Cuentas muertas, Claudia me quieren volver loca) una actriz que se hace notar desde que aparece en escena y que llena de matices a su personaje: una psicóloga que anda con un bombero mucho más joven (Christian Ramos), le gusta el reggaetón y tiene una vida sexual muy activa que incluye cambio de parejas, tríos y orgías. Noli podría caer en la forma y dejarse llevar por la aparente frivolidad de su personaje, pero no lo hace. El peso real del montaje recae sobre ella en el último tercio de la obra y profundiza tanto, que hace que el público vislumbre sobre el escenario a seres humanos con problemas cotidianos y no personajes simples de ficción.
Odin Dupeyrón da vida a Julio, un profesor de música insatisfecho que se refugia en su particular sentido del humor con tal de no enfrentarse con su mujer. El actor marca el ritmo de la obra, hace las pausas precisas para que los chistes sean efectivos y se desprende de su faceta de director, para entregarse por completo a su personaje. Da gusto verlo nuevamente en una obra de otro autor.
La puesta en escena no tiene estímulos auditivos, únicamente inicia y concluye con Ven sin temor de Bruno Lomas. En el programa de mano el director habla de la importancia de esa canción en su vida y lo justifica así: “Cuando aprendes a amar sin temor, a hablar sin temor, a pedir lo que necesitas sin temor o a separarte de lo que te hace daño sin temor, la vida florece”.
Dupeyrón vuelve al teatro con una comedia limpia, precisa, actual y entretenida que devuelve al espectador la confianza en el teatro comercial. Antes de su estreno en el coloso de Reforma, Los vecinos de arriba ofreció unos cuantos previos en el Teatro Manolo Fábregas para que los actores sintieran de cerca al público. Ojalá que pronto tenga una temporada en teatros convencionales; es una obra que merece ser vista muy de cerca.
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