Por Luis Santillán/Landscape_artes escénicas hace una exploración sensitiva integrando distintos lenguajes artísticos en Loop, espejos del tiempo. A partir de bloques escénicos distribuidos en tres espacios genera un fenómeno escénico donde los cuerpos generan acciones en un loop, permitiendo que el público, al rotar por los espacios, reciba una serie de estímulos.
La Titería se convierte en el contenedor de esta propuesta que se sostiene sobre una base dancística, misma que es acompañada por ilustraciones que se crean en el momento de la ejecución.
La propuesta es en sí una experimentación constante tanto del fenómeno escénico como de los componentes artísticos y técnicos que emplea. Si bien los resultados son los que se comparten con el público, resulta difícil no centrar la atención en los recursos, dado la introducción que hace Vivian Cruz, al inicio de la función.
Vivian Cruz es la directora artística y coreógrafa de Loop, plantea que su propuesta está dirigida a jóvenes audiencias, quizá por eso da una bienvenida en la que explica las reglas del “juego” y el cómo se integran los elementos. Este momento, que puede ser aclaratorio, resulta contraproducente, dado que pone el acento en detalles que podrían tener mayor relevancia si son expuestos hasta el final.
Explica, por ejemplo, como la frecuencia y variación de estímulos mentales generan un sonido que acompañan la ejecución, al hacer eso dirige la atención al instrumento y si bien es interesante, es poco lo que aporta o el cómo se aprovecha, de cierta manera la expectación que crea demanda mucho más de lo que en escena se logra.
El trabajo de los ejecutantes destaca por su entrega, hay rigor en su hacer y eso permite alimentar estados emotivos en el público, tienen las variaciones necesarias para mantener un interés constante sobre sus acciones.
Quizá lo más bello es el trabajo de Lynda Cruz, quien hace las animaciones en vivo, y genera espacios que soportan con fuerza los bloques de acción corporal.
Loop, espejos del tiempo es una propuesta que explora el trabajo del cuerpo, mismo que se libera de poéticas aristotélicas para poner en primer plano la respuesta sensitiva del público. Esa libertad se vuelve un limitante en cuanto a la captación de público, es una propuesta para quienes desean participar en una lectura generada por el componente de un lenguaje cerrado; la apuesta de ofrecerlo a jóvenes audiencias puede no ser asertiva, dado que el énfasis está en el proceso y los recursos empleados más que en el resultado escénico.
Las funciones son el La Titería hasta el 24 de marzo, consulta precios y horarios, aquí.
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