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LOBATA: Un teatro que quiere derribar muros



Fotos: Camongue

Por Luis Santillán/La Coordinación Nacional de Teatro tiene un ciclo llamado “Por una infancia libre de estereotipos”, como parte de ese ciclo en el Teatro El Galeón se presenta Lobata, escrita y dirigida por Cecilia Ramírez Romo.

Lobata cuenta la historia de Guadalupe y Coyote. La primera huye de una situación que pone en riesgo su vida, tanto así que es su propia madre quien la obliga a huir, a correr, después de haberle cortado el cabello. Coyote desea ser un cantante de rap, al pretender hacer un concierto se encuentra con Guadalupe, ella quiere cruzar el muro, él también. Una serie de sucesos generaran que cada uno halle razones para tomar las decisiones que se ven al final de la obra.

La línea anecdótica del texto expone con claridad los ejes temáticos que Ramírez quiere abordar, propone un universo incluyente donde los personajes deben enfrentar circunstancias sociales mediáticas, quizá preocupada por el tono que podría adquirir la puesta en escena, desde la dirección, opta por una propuesta donde la música y el color son alusivos a un espectáculo musical.

También quiere que la participación del público joven sea activa y existe una escena donde se da la posibilidad de que interactúen con los personajes. Este segmento es idóneo para iniciar la reflexión en torno a la propuesta.

Los personajes necesitan terminar de construir una escalera que les posibilite cruzar el muro, para lograrlo piden la ayuda del público, llevan fragmentos de la escalera, la curioso es que con los fragmentos construyen puentes y no una escalera, bien podría ser una metáfora sobre la importancia de construir puentes en lugar de muros, pero no es así. Una vez que los participantes han hecho la construcción se les invita a que crucen, mas allá de que la acción es frenada por la línea anecdótica, nada ocurre, el relato bien pudo darse sin ese segmento y da la impresión de que la participación es sólo un artificio para  entretener. No repercute, no construye ni en el relato, ni en los personajes, ni en el ritmo porque (como ocurrió en la función presenciada) no causa emoción hacer la acción.

Hacia el final, cuando Guadalupe toma una decisión, da a entender que el principio de la obra no debe ser tomado en cuenta o por “magia” todo cambio y aquello que la obligo a huir ya no existe, pero su cabello fue cortado por eso, entonces ¿importa o no? Hay varios elementos inconsistentes o contradictorios y no como una propuesta de contraposición o para resignificar.

Mónica Perea tiene el crédito de dramaturgista, es complicado identificar si las fallas del texto que sirve de soporte para la puesta en escena vienen del texto original o del trabajo de Perea, aunque parece que la crisis de texto viene desde los elementos del relato primario.

La obra es bien recibida dentro del ciclo al que pertenece, el sentimiento generado por el gobierno del país del norte alimenta una reacción positiva sobre el mensaje final de la propuesta y quizá, a veces, eso basta para que Lobata sea una opción en la cartelera de teatro para jóvenes audiencias.

Las funciones son en el Teatro El Galeón hasta el 11 de agosto, consulta precios y horarios, aquí.

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