Por Mariana Mijares y Fotos: Cortesía Boneau / Bryan-Brown (Crédito: © 2019 Joan Marcus)/Con 9 nominaciones y 4 premios, Ferryman se coronó como Mejor Obra en la pasada entrega de los Tony.
El montaje tiene como contexto el conflicto de Irlanda del Norte (conocido en inglés como The Troubles) una lucha armada en Irlanda que provocó miles de pérdidas humanas durante la segunda mitad del siglo XX. Conocemos de estos sucesos a través de una familia que, en agosto de 1981, se prepara para un gran festín luego de la cosecha, pero este año serán interrumpidos por un visitante.
“La cosecha está presente al inicio y al final, es una entrada y una salida; el teatro está basado en entradas y salidas, pero también nuestra vida: nacemos y morimos”, explicó el dramaturgo: Jez Butterworth a la BBC.
La compleja obra de más de tres horas de duración, que estrenó en el Royal Court Theatre de Londres, se trasladó al Gielgud Theatre de la misma ciudad, y ahora está en Broadway; tiene varios distintivos, entre ellos, el texto de Butterworth -responsable de Jerusalem (2008) y The River (2012; en México recientemente presentada como El Río)- y la visión de Sam Mendes como director.
“Después de Jerusalén, como miembro del público yo esperaba de Jez otra obra extraordinaria y épica de grandes proporciones, y eso es lo que ha logrado”, compartió Mendes a la BBC.
Mendes es conocido por películas como Revolutionary Road y Belleza Americana (por la cual ganó el Oscar en el año 2000), además de las recientes entregas de James Bond: Spectre y Skyfall. Pero el también ex esposo de Kate Winslet tiene una carrera prolífica en teatro que incluye títulos como Assassins (1992), Cabaret (1993), Oliver!, The Glass Menagerie, Tío Vanya, Twelfth Night (Noche de Reyes) y en 2014 la versión musical de Charlie and the Chocolate Factory.
En Ferryman, el director nacido en Reading, Berkshire, Inglaterra tuvo uno de sus mayores retos sobre el escenario, pues la obra tiene un total de 35 actores (incluidos 17 adultos, 10 covers, 4 niños, y 4 bebés en rotación), además de 2 animales reales (un conejo y un ganso).
“Como director debes poder lidiar con el caos. Siempre hay cosas que no se pueden predecir”, contó Mendes en un podcast de Variety, “El ganso puede hacer sus necesidades en el escenario. El bebé puede llorar y gritar. El conejo -como ya lo ha hecho-, puede decidir orinar en todas las manzanas que se almacenan en el mismo bolsillo del actor que se las tiene que entregar a los niños para que se las coman”.
Pero a pesar de las posibles dificultades, el director logró conformar un ensamble notable. Varios de los actores de la producción original se trasladaron a Broadway; entre ellos: Fra Fee, Stuart Graham, Carla Langley, Conor MacNeill, Dearbhla Molloy, Rob Malone, y Niall Wright (en febrero de este año, el elenco cambió). Y si bien cada uno realiza un notable trabajo; el montaje funciona de modo coral al mostrar a una familia grande que incluye hijos, tíos, sobrinos, cuñados, y más.
Ferryman trascurre sobre todo en un espacio: la cocina de los Carney, pero la escenografía de Rob Howell (que ganó el Tony por esta producción) también nos hace imaginar la recámara superior (a la que se llega por una escalera colocada del lado derecho) y el campo; al que se llega por una puerta trasera.
El título deriva de la mitología griega, del mito en el que Caronte era el barquero (en inglés ferryman) de Hades; el encargado de guiar las sombras errantes de los nuevos difuntos de un lado a otro del río Aqueronte. En ese sentido, esta historia nos hace reflexionar sobre la angustia del anhelo reprimido, las relaciones contenidas, o las vidas a medio vivir; además de la necesidad de tomar una posición contra la violencia.
Y si bien el montaje tiene lugar en Irlanda, resulta universal pues se trata de una historia de personas y sus luchas por salir adelante; y de cómo la política, por más que se evite, termina por permear en nuestras vidas.
Ferryman se presenta en el Teatro Bernard B. Jacobs y concluirá temporada el 7 de julio.