Por Ro Tierno, Fotos: Prensa TNA Teatro Cervantes/ En el marco de su presentación en el encuentro Volumen. Escena Editada realizado en Argentina, hablamos con la performer argenmex.

En la Sala Trinidad Guevara del TNA Teatro Cervantes de Argentina, un grupo de personas se descalza y se acomoda en los laterales del cubículo rectangular. En el centro, dos cuerpos se funden como uno: de allí comenzará a reconstruirse la pieza Lectura, de la artista argentina radicada en México, Tania Solomonoff.

Hacia el final de la sala, contra la pared, se proyectan imágenes de archivo. Son fotos de Tania y su familia durante el proceso de emigración de Argentina a París (exiliada por la dictadura militar argentina de 1976), su vida en Mozambique y su llegada a México. Su padre, quien participó en la pieza al igual que su hermana Analía como una incorporación in situ, recita palabras que escribió en aquella época, contando las emociones y los avatares de una familia en continuo viaje por el extranjero.

¿Qué es volver? Se pregunta la artista en el texto inicial. Y de aquí se despliega un abanico de experiencias, lugares, objetos, que fueron y siguen siendo el ejercicio mismo de la identidad. Una identidad individual como la de Tania, que comparte con seres que la han rodeado durante su vida y que expone públicamente sabiéndose parte de una memoria colectiva, traspasando los límites de la subjetividad (o más bien extendiéndolos) para encontrarse con los otros, que en su propia individualidad serán interpelados y atravesados por esta Lectura colectiva.

En el piso, un despliegue de figuras realizadas con papel y cartón negro que Tania y Analía van acomodando geométrica y desordenadamente. Una casa se vislumbra, círculos, cuadrados, figuras amorfas que recuerdan el arte africano.

Lectura tuvo, en esta ocasión, un proceso de tres días, ya que antes de la presentación de la pieza la artista realizó dos encuentros a modo de ‘activación con el público’, para dialogar con la población local y dejar que ésta atravesara la pieza.

“Es la primera vez que hice activación con el público, por este desplazamiento de territorio y para dar tiempo de ver cómo la pieza se desplegaba en Volumen, en el espacio específico de la Sala Trinidad Guevara, y con las aportaciones de mi padre y mi hermana. Me parecía muy abrupto llegar y montar algo en un lugar donde no había un dialogo mínimo construido, entonces decidí tomar estos tres días in situ”, explicó Tania.

La pieza, presentada en Volumen. Escena Editada, tuvo sus inicios en México: “Yo estaba volviendo de una residencia en Argentina donde había hecho una investigación de archivo, y en mi regreso a México empecé a pensar qué me había atraído del texto y la textualidad. Me di cuenta que ese material era, por un lado, el cuento y la escritura, por parte de mi madre, y trazos más territoriales, de construcción de espacio, de parte de mi padre. Decido entonces hacer este cruce de archivos restaurando todo, la salida del país, la separación de la familia, el divorcio de mis padres, y deposito una serie de fragmentaciones y me doy al juego de empalmarlas en tiempo real tipo collage, dejando que las imágenes vengan, los recuerdos, y así nació”.

Ya has presentado esta pieza en México, ¿qué te resignifica presentarla en Argentina?

TS: Me resignifica en muchos sentidos, uno porque es una pieza donde interviene la familia local, a la que puedo convocar en el país a donde voy, en este caso mi hermana y mi papá. Hay un ajuste interno en la pieza, que tiene que ver con acercarnos entre sí y recomponerla con aportaciones corporales, conceptuales y por supuesto de historia de vida. Por otro lado, este es un proceso que se va continuando y desarrollando en tiempo real a medida que va sucediendo la obra, y ahí también hay un reajuste que se hace antes, durante y después.

También el situarlo en la Ciudad de Buenos Aires, en el contexto de Volumen, en una invitación de Gabriela (Halac). Por un lado, sí me siento extranjera en varios sentidos, en términos del contexto escénico ya que no tengo establecidos diálogos muy cercanos con la comunidad teatral o las producciones e investigaciones que se hacen, entonces hay una pregunta de cómo insertar la obra. También me pregunto quién es ese otro que va a recibir la pieza. La pregunta ¿qué es volver? queda resonando, y la deposito en la acción de la pieza, en todo el proceso de deconstruirla y ajustarla in situ, y ahora estoy sintiendo ese eco. Por ejemplo, hay una clara diferencia entre presentarla en México o en Argentina. Increíblemente, aquí muchos argenmex aparecieron, gente que vivió en Africa y París por el exilio y también gente que no salió o pertenece a otra generación pero que sin duda vivió o le tocó por algún lado esa época.

Este trabajo es en torno a la identidad, ¿qué temáticas se han desprendido de este eje?

TS: La pregunta como tema identitario surge del tema del cuerpo, me sitúo constantemente en este lugar/territorio, construcción de sentido, en la experiencia concreta y sensible que puede ser esta corporalidad/cuerpo, que se vuelve lo permanente, lo que siempre está. Vengo de la danza, de lo coreográfico, y también de una vida nómada, entonces a partir de esta mirada, me doy cuenta que quiero pensar lo identitario, qué somos, de qué estamos hechos, cómo resonamos, dependiendo de cómo estamos situados, hacia dónde transitamos, qué tipo de lenguaje desarrollamos o improntas tenemos, y entonces el tema de la identidad es un eje.

La identidad es un tema que nos atraviesa a todos y todas, ¿cómo ha sido la devolución del público?

TS: No suelo lanzar el tema literalmente. Son temas que resuenan desde lo arquetípico y desde lo actual muy concretamente, están ahí emergiendo de a poco, en el tejido del discurso de la obra, y la gente los va leyendo, los va identificando, y siento (no siempre), que se abre un diálogo. Hay una devolución de la experiencia y de la resonancia que tienen que ver con el estar, estar ahí. Lo que es interesante es que de alguna manera golpea sensiblemente a quien está. Tiene que ver casi con un tema vibratorio, y ahí viene un trabajo corporal para los que estamos y el que está como público. En ese sentido todos somos testigos. Un tema con el que trabajo mucho es cómo el cuerpo se vuelve canal, cómo asumir que soy y somos canal de la información que está llegando, que se está convocando, de la información del lugar que a veces está bloqueada y que ese bloqueo es parte. Pero sí sentir que está circulando información y que todo lo que se está organizando, en realidad, está articulando esa capacidad de comunicarnos. La resonancia, la conexión es desde el estar.

Hay una intención en el trabajo de Solomonoff, de ‘graficar’ la memoria. En este sentido, el recurso corporal es muy sutil, y mucho más presente está lo objetual, invitando a una activación desde lo visual y material, con algunos destellos de nostalgia (que pareció tener lugar en esta ocasión quizá por la presencia de su familia más cercana), y una relación con la voz y las palabras. Parte de la pieza también es la lectura del cuento Por qué el Conejo tiene las orejas largas, de Zoraida Vásquez, madre de Tania.

Como un dibujo, como un mapa, la artista va construyendo esta memoria a partir de su propia subjetividad, pero también desde el intercambio sensible y vibratorio con el público. En definitiva, pensar quiénes somos, cómo y de qué manera nos situamos es parte inevitable de nuestra existencia, un continuo proceso que no cesa y que compartimos desde nuestra individualidad como seres sociales.

Tania Solomonoff es Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del FONCA, cuya primera etapa es De lo que estamos hechos. Archivo renovado, “una revisión de archivo de obra y procesos creativos, con una selección y resignificación del material”. El resultado de este trabajo, que la artista crea entre México y Argentina, tendrá su exposición tentativamente en diciembre en México. Su participación en Volumen. Escena editada fue gracias al apoyo del FONCA, Teatro Nacional Argentino – Teatro Cervantes y de la Embajada de México en Argentina.

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