Fotos: Roberto Sosa
Por Roberto Sosa/ La vida es sueño y también un espejismo, fantasía o ilusión; la concepción de la vida como un sueño es muy antigua. Según Platón, el hombre vive en un mundo de sueños, tinieblas, cautivo en una cueva. La existencia tiene sentido en la reflexión. Posiblemente la realidad no es como la percibimos, y ésta sea lo que soñamos. La brevedad con la que se vive se limita en la frontera de lo real con la ficción. Y así posiblemente la vida sea solo un sueño, el sueño de la vida.
Segismundo vive en una torre del palacio dentro de una cárcel, una caverna en completa oscuridad. Su padre Basilio rey de Polonia, lo encierra para escapar de su destino. Solo cuando él se reconoce a sí mismo y sabe quién es, será capaz de vivir en libertad y luchar por sus ideales, ambiciones… y sueños. Con el alma reprimida, vive alterado por el encierro. Segismundo es el protagonista de esta obra de teatro, con un texto cuyo eje dramático es la libertad.
La puesta en escena es un clásico que respeta la anécdota y el verso, un clásico con todas sus letras. De Pedro Calderón de la Barca, La vida es sueño se estrenó en 1636, perteneciente a la literatura barroca caracterizada por la idea del desengaño y el pesimismo; las temáticas en esta literatura son la vida como lucha, el sueño o mentira y la brevedad de las vicisitudes humanas. La obra deduce que de lo único que se pude estar seguro es de la existencia de su propia mente y la realidad que aparentemente lo rodea es indescifrable.
La dirección de escena es de Claudia Ríos, su labor ofrece al espectador una obra que lo atrapa y seduce; eligió –según el boletín de prensa- la adaptación de Zaragoza de 1636, que es la que se solía representar, a diferencia de la versión de Madrid de 1640, que es más para ser leída. Ríos dirige una puesta en escena con un gran desafío, conjuntar todos los elementos que componen el proyecto. Su decisión es representar la obra en un escenario tipo arena; subvertir al público con la cercanía a los actores y la dramaturgia, Claudia logra un trabajo sobresaliente.
Las actuaciones son de Ichi Balmori (Estrella), Arturo Beristain (Basilio), Marco Antonio García (Clotaldo), Olaff Herrera (Clarin), Fernando Huerta Zamacona (Segismundo) y Cecilia Ramírez Romo (Rosaura), histriones del elenco estable de la Compañía Nacional de Teatro (CNT). Y como actores invitados: Abraham Lombrozo Levi, David Lynn (Astolfo), Rodrigo Pérez Estañol y Daniel Pérez Galicia. Destacado el trabajo actoral de todos, cabe acentuar lo complicado que es aprenderse un personaje de un texto clásico y más aún memorizar el verso. Sin duda están excelentes.
Desde que el hombre habita este planeta vive y sueña; nuestros ancestros tenían otras necesidades a las nuestras. Hoy cuando soñamos, a veces despertamos con la sensación que fue muy real: el sitio, las personas y sucesos. Pero ¿qué pasaría si lo que hoy vivimos a diario es un sueño…? El planeta que habitamos gravita en este espacio-tiempo y todo es relativo, como lo dijo Albert Einstein. Y tal vez lo que estoy escribiendo y tú leyendo es irreal… acaso estamos en otro plano, en otra realidad. Y así pensar que La vida es sueño.
Equipo creativo: vestuario, Mario Marín del Río; diseño sonoro, Alejandro Castaños y Ramón del Buey; dispositivo escénico, Kay Pérez y Claudia Ríos; iluminación y video, Kay Pérez; maquillaje y peinados, Amanda Schmelz; diseño corporal y combate escénico, Daniel Martínez, Coral Vega y Antonio Peña.
Las funciones son en la Sala Héctor Mendoza de la CNT, del 28 de noviembre al 15 de diciembre y del 9 de enero al 23 de febrero de 2020, consulta precios y horarios, aquí.
