Por Arantxa Castillo y Fotos Francisco Bravo/ Desafiado por los personajes apasionantes y las historias poderosas que tienen algo importante que decirle al espectador, Antón encuentra un deleite enorme en su profesión como actor. Esta ocasión se sube al escenario para dar vida a una de sus novelas favoritas, 1984 de George Orwell, en el papel protagónico: Winston Smith.

La anécdota se centra en sociedad gobernada por un régimen totalitario, que  es vigilada por el Gran Hermano, un ambiente distópico completamente deshumanizado por el control que se ejerce en los ciudadanos lleva a Winston a escribir en su diario y cuestionándose preguntas que podrían costarle la vida.

En entrevista telefónica, Antón nos cuenta su experiencia en esta puesta dirigida por José Manuel López Velarde, reflexiona sobre 1984, habla de su relación con nuestra sociedad actual, la deshumanización y el totalitarismo.

¿Antón, cómo ha sido esta experiencia de interpretar a Winston en 1984 de George Orwell?
1984 es de mis novelas favoritas, cuando supe que se iba montar en el Helénico, me citaron a hacer la audición, iba bastante nervioso, no podía creerlo, conocía muy bien la novela, pero no tenía idea de qué tipo de adaptación estábamos hablando, fue una de las audiciones más intensas dado el bloque de escenas que me mandaron. Déjame decirte que cuando salí de la audición no tenía idea de si iba a quedarme, ¿sabes? Pero me dije,” ya lo disfruté”, y el saber que al final me eligieron fue una gran motivación en estos últimos meses de ensayos. Winston no se parece nada a mí, pero me identifico en muchos fragmentos de sus ideas y posturas, que tienen que ver con lo que estamos viviendo.

En esta adaptación de Robert Icke y Duncan Macmillan se exponen dos realidades, una situada con Winston en 1984 y otra con un hombre confundido en un grupo de lectores analizando el diario de Winston, esta parte fue muy confusa para muchos espectadores ¿cómo fue para ti comprender estas dos historias alternas?

Claro, al leerla fue confusa, creo que estamos acostumbrados a que nos cuenten las cosas de una manera lineal o muy clara, pienso que estos dramaturgos apostaron a que Winston se convirtiera en un espejo del espectador, el espectador está muy confundido, tanto como el personaje que no entiende muy bien qué hace con ese grupo de lectores que analizan el texto que él escribió.

Esto ocurre hasta el final, y nos deja esa sensación de… fue su cabeza, o no fue su cabeza, pasó o no, creo que la obra tampoco ofrece respuestas a las preguntas que se formula, porque no hay una respuesta, no se soluciona nada, Winston queda igual de confundido que el público.

¿Qué pasa por la cabeza de este personaje, cómo entender a Winston, porque si bien quiere acabar con el partido, por momentos parece que quiere ser descubierto y se expone demasiado?

El Winston de la novela tiene un cambio muy gradual, en esta obra en muy pocas hojas el personaje pasa de un deseo utópico de que todo sea mejor y él pueda intentar hacer algo, a un fanatismo que raya en terrorista, en breve se convierte en un tipo capaz de matar niños y echarles ácido con tal de derribar el partido, parece se avienta como un kamikaze al vacío y pierde la dirección, pienso que si no hubiesen detenido a Winston, probablemente hubiera construido un partido igual o mucho más poderoso que el partido interior.

La médula de la historia es que también el poder es capaz de corromper hasta el más leal a sus pensamientos, somos muy críticos con los que están sentados en el poder y no sabemos qué tan pesado, complicado sea sobrellevar eso.

¿Cuál crees que sea el equivalente a los dos minutos de odio que expone Orwell en la historia en nuestra sociedad contemporánea?

Pues, mira el Senado, un semáforo, el metro, los torniquetes para salir del metrobús, un cruce de automóvil, el tiempo que tenemos para llegar a la oficina podrían serlo. Me parece urgente que le bajemos a ese estrés que hace que se nos olvide que el otro es un ser humano y que somos capaces de verdad de atropellarlo con tal de llegar al siguiente semáforo, me parece que sí debemos frenar esa deshumanización. Como dice O´Brien en la historia, ¿quién sabe cuándo va a suceder? En ese sentido la obra es muy poderosa, contundente y muy cruda para quien quiera escuchar lo que se dice en la novela.

¿Y quién sería Big Brother?
Más obvio que el gobierno, pero también Big Brother somos tú, yo y todos porque nos la pasamos criticando o juzgando al otro, en la novela es una niñita la que acusa a su papá  con el partido.

Antón comparte escenario en este montaje con Constantino Morán, Vanesa Restrepo, Alberto Eliseo, Angie Vega, Terence Strickman, Alfredo Herrera y Evan Regueira. 1984 se presentará en el Teatro Helénico todos los viernes, sábados y domingos hasta el 8 de septiembre.

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