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LA MATÉ POR UN PAÑUELO: Donde los celos solo son de palabra



Fotos: José Jorge Carreón

Por Luis Santillán/La maté por un pañuelo es la versión de Andrea Salmerón Sanginés y Alfonso Cárcamo sobre la obra Otelo de William Shakespeare. En esta propuesta las características físicas de Otelo son remplazadas para focalizar la distinción que existe entre los protagonistas de la política mexicana. Otelo es un general del ejército mexicano, es alguien que, proviniendo de un origen humilde, escala posiciones hasta incrustarse en el grupo de poder; esto desata envidias y cuestionamientos sobre su capacidad y atributos para desempeñar el cargo que le han asignado.

La mejor aportación de la versión es el uso del lenguaje, de manera concreta logra construir un universo donde la palabra proyecta las características sociales de los personajes. La fuerza está en la sutileza para establecer la violencia constante, las vejaciones hacia lo femenino, la brutalidad del pensamiento expresado en charlas y argumentos tan cotidianos que reflejan la invisibilidad del abuso.

Es en la palabra y voz de los personajes donde el discurso de dirección mejor se proyecta.

En la dirección de Salmerón hay decisiones que parecen contradecir –o por lo menos enrarecer- lo que está indicado en la palabra. Las características de Otelo se crean por el empleo de adjetivos, pero en la escena ninguna acción respalda el decir de los personajes.

La dirección crea una línea de acción monolítica en cuanto a la dinámica de relación de personajes femeninos ante los masculinos; en el caso de Desdémona/Otelo se permite la violencia explícita, pero queda velada toda acción que muestre ese deseo que los condujo a ir en contra del “orden establecido”, sus acciones son como las de dos hermanos que se estiman, el problema de eso recae en que la línea central de desarrollo es la ira de Otelo que se convierte en celos; en escena no hay pasión entre estos personaje y tanto los celos como el asesinato de Desdémona ocurren porque así está marcado en la historia.

Blanca puede nalguear a una edecán, ejercer plenamente su sexualidad como si ambas cosas estuvieran permitidas porque vienen desde una masculinización del deseo y del abuso, pero no hay contraste, no hay dinámicas de equilibrio que provoque el acento en el comportamiento abusivo pues todo en ese universo es abuso.

La puesta en escena tiene una primera parte que se sostiene por las variaciones rítmicas, el desarrollo de situaciones, los cambios espaciales. La segunda parte, cuando los elementos construidos se activan la obra tiene una caída, los tonos comienzan a volverse monocordes, las acciones están marcadas pero no alimentadas emotivamente hasta llegar a una especie de epilogo generado por una danza en tela que no va más allá de ser “bonita”.

Leonardo Zamudio encarna a Otelo. Él es un buen actor, su trabajo en obras previas hacen atractiva la idea de ver qué podía hacer con un personaje tan visceral como este, sin embargo, naufraga de manera catastrófica. Quizá con forme la temporada avance adquiera la fuerza, los matices, la construcción emotiva que la obra le demanda.

Antonio Vega tiene el personaje de Iago, en él recae todo el peso de la obra. En la primera parte genera que los personajes a su alrededor sean activos, como si fuera el eje de un huracán que provoca el movimiento de todo lo que está en escena. Para la segunda parte solo su personaje sigue en desarrollo, cada acción que ejerce suma en la construcción. Logra un trabajo estimulante.

La maté por un pañuelo es una propuesta que tiene componentes muy atractivos como el telón de fondo, la iluminación que le da matices y lo coloca en primer plano; la propuesta escenográfica de Tania Rodríguez (quien también diseña la iluminación) es efectiva tanto por la forma en que crea los espacios como por el ritmo que propone para que las situaciones se vayan enlazando.

Quizá las partes débiles de la propuesta (Otelo, Desdémona, las escenas verbalmente aleccionadoras, la poca activación de la palabra o lo poco que se respalda las acciones con los estados emotivos) vayan desapareciendo conforme la temporada avance.

Las funciones son en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón de jueves a domingo, consulta precios y horarios, aquí.

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Un comentario sobre “LA MATÉ POR UN PAÑUELO: Donde los celos solo son de palabra

  1. Soy una mujer de 35 años de edad y he sufrido violencia en algún momento de mi vida. Ver la obra “la maté por un pañuelo” me hizo reflexionar a profundidad (desde mi corazón) en relación a la situación que se vive en la actualidad en México, en la ciudad, en mi familia con todos los temas que abordan de una forma tan profesional y excepcional. Sin duda la recomiendo más que al 100% porque estoy segura que todos (sin excepción) podrán reflexionar respecto a como nos comportamos, cómo permitimos, cómo somos cómplices, víctimas y muchas cosas más. Gracias a los actores por compartir su talento de la forma más loable que puede existir: sigan apoyando la causa. Debe haber más promoción de obras como ésta. Díganme como apoyar. Toda mi admiración y respeto. Mil gracias.

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