Por Saúl Campos/Hay un punto de la experiencia como espectador frecuente del teatro, donde uno se pregunta, ¿cuántas veces dentro del año, o mínimo del lustro es válido contar la misma historia? Sí, ya sabemos que las producciones son diferentes, que las direcciones distintas nos pueden presentar todo desde otro ángulo. Pero vaya, ¿acaso no hay más historias Incluso de los mismos autores. Parecería que a Henrik Ibsen solo le conocen en CDMX, Un Enemigo Del Pueblo, Casa De Muñecas o Hedda Gabler… Así que, sí, este siguiente es un análisis a otra adaptación de Hedda que nos presenta el Teatro Helénico, bajo la dirección de Angélica Rogel.
La historia de Hedda Gabler en resumen: la hija de un general se casa con un catedrático venido a menos, cuyo principal rival resulta ser un viejo (y verdadero amor) de ella, Alberto. Alberto es el amante de una vieja amiga de Hedda, quien ha abandonado a su familia para seguirlo y ser feliz a su lado. Hedda está harta del mundo, de su gente y de quien la rodea, ella buscará lo mejor para sí misma, pero, ¿a cambio de qué podrá alcanzarlo, a quién tendrá que eliminar de su camino?
Esta versión de Hedda Gabbler sucede en una casa de los 60’s, que extrañamente tiene un jardín/balcón que debería ser el cubo de luz principal de la casa y en él no hay nada más que oscuridad. Con un elenco en un vestuario que baila entre esta década y las 3 siguientes, bajo un diseño de Mauricio Ascencio, que en esta ocasión nos queda a deber una línea definida y se mezcla entre una iluminación de Víctor Padilla que logra 3 momentos clave y luego se pierde.
El texto original es una de las grandes joyas de la literatura universal y un personaje icónico: una mujer sin escrúpulos y sin miedo por derribar a quién necesite para lograr lo que ella quiere. Básicamente es la musa que el arribismo tiene en un altar. Sin embargo, esta psique viene desde un sentido más profundo, la educación con la que creció la hija del general, su extraña fascinación por las pistolas, su modo de conducirse por la vida, Hedda es un ser vil, pero extrañamente encantador.
Gabriela Guraieb decide presentarnos una adaptación en la que todo el trasfondo de Hedda queda en un plano inexistente, para irnos de lleno a un personaje que, lejos de la complejidad que Ibsen propone, resulta plana frente a los estímulos que su entorno le provoca y acciona arrebatadamente en vez de bajo una estructura de malicia y ambición.
Angélica Rogel trata de remendar el texto con una dirección que nos entrega momentos increíbles, con un cuidado e impacto que hacen honor al tamaño de la historia que nos cuenta. Sin embargo, el ritmo termina por seguir al texto y nos lleva por momentos a lugares bastante desangelados, lo cual nos deja en una experiencia en la que la directora, por vez primera, no es completamente emocionante.
Con los pronósticos en contra, el elenco es quien termina por no hacer despegar este avión. Pese a lograr reunir a buenos e increíbles actores en escena, pareciera que no hay una empatía que los amalgame en escena, una pasión por la historia a contar. De entre todo este caos, logra erguirse Iker Madrid, en el tono correcto y con una actuación desgarradora que da vida al tormentoso Alberto, un escritor en la cima del éxito y en el fondo del olvido para Hedda.
Madrid alcanza un punto de madurez escénica bastante envidiable y sorprendente. Su rol alcanza una fuerza bastante apabullante que toma el control de la situación y nos permite entender más allá la historia, apoyado por el gran ejercicio actoral que Jerónimo Best y Verónica Bravo aportan, con dos interpretaciones sutiles que van llevando las escenas bajo matices interesantes.
Hedda Gabler es un clásico que quizás ya no debería revisitarse, a menos que la literatura contemporánea no nos deje opciones, aunque quizá lo que faltan sean exploradores que opten por traernos algo nuevo a la mesa del discurso, o al menos con el suficiente trabajo de por medio para hacerlo fresco y necesario.
Las funciones son en el Teatro Helénico hasta el 20 de agosto, consulta precios y horarios, aquí.
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buenos días el pasado dia 3 de julio acudí al teatro legaría a presenciar la obra gay pieza inconclusa para dos con los señores Pizaña y Gatica, en viaje especial de la ciudad de veracruz. y por causa de fuerza mayor los señores no llegaron, y la obra fue dada por las mujeres. por supuesto que no me quede a ver algo que no me interesaba. como se adquiere la devolucion de mi entrada ? por favor me pueden informar ? gracias ¡¡