Por Mariana Mijares, Fotos: Francisco Bravo/Al cambiar a miembros del reparto las obras de teatro suelen convertirse en algo distinto; por ello, al modificar no solo al personaje principal, sino el género de este protagonista, The Pillowman ofrece una nueva y valiosa experiencia.
La obra escrita por Martin McDonagh y adaptada por el director Miguel Septién, tiene ahora al frente a Regina Blandón, quien deja muy atrás aquella faceta cómica por la que se dio a conocer en la televisión, y entrega a un personaje complejo y diferente; una Katurian que empieza siendo vulnerable y frágil al no entender por qué ha sido detenida por dos detectives de una dictadura, y que se irá transformando al comprender la relación que ella y su hermano Michal guardan con la desaparición de tres niños.
Platicamos con la actriz sobre este drama ganador del Olivier Award (por Mejor Nueva Obra), y dos Tony, que se presenta los miércoles en el Foro Lucerna.
Antes de este proyecto, ¿cuál había sido tu acercamiento a Martin McDonagh y a este texto?
A McDonagh lo leí cuando estaba en la universidad, en la escuela de teatro. The Pillowman siempre me pareció un texto padrísimo.
Con un texto así de bien escrito tu trabajo es muchísimo más fácil, no tienes ni que pensar, porque con lo que dices llegas a lo que está sintiendo el personaje.
¿Qué te sirvió del montaje anterior (protagonizado por Pierre Louis) para construir tu propia interpretación de Katurian?
Siempre verlo de afuera ayuda mucho y Pierre es un gran actor y gran amigo.
Creo que solo con cambiar el género se cuenta algo totalmente diferente y es mucho más fuerte. Como sociedad estamos acostumbrados a cómo se le habla diferente a un hombre a una mujer, y cómo eso afecta al público. Fue muy raro la primera vez que tuvimos gente, porque nos dimos cuenta de que la obra no funcionaba igual porque teníamos esa concepción muy marcada. Pero se trataba de ofrecer algo distinto.
En ese sentido, ¿Qué consideras que gana o pierde tu personaje: Katurian, con este cambio?
Creo que agarra un sentido bien chido por todo lo que estamos viviendo como sociedad; sobre todo el querer expresarnos como mujeres.
También que no se nos apaguen los cuentos; por ejemplo “La Pequeña Jesús” está escrito para una niña, o cómo se modifica la relación con Michal, el hermano, porque la dinámica cambia entre hombre-mujer, se vuelve una dinámica a veces maternal, a veces no.
Hay muchos aciertos, y no creo que haya perdido cosas de la puesta pasada; éste es un texto fácilmente adaptable porque es humano, verdadero y vulnera mucho. Es solo otro enfoque.
Retomando lo que decías, sobre el momento que estamos viviendo, estamos también en un contexto en el que a películas como Los Cazafantasmas o recientemente After the Wedding, se les ha cambiado el género a los protagonistas. ¿Crees que el género se podría cambiar en cualquier proyecto? ¿O éste tendría que tener ciertas especificidades?
Está padre abrir esa conversación; saber que no necesariamente tiene que ser un hombre, porque son cosas que viven los hombres. Pero creo que valdría la pena conocer a profundidad el texto -como en este caso lo conoce Miguel-, para poder adaptarlo.
Tendría que decir algo congruente con lo que quiere contar el autor, respetando lo que éste quiere decir. En este caso funciona muy bien.
Has mostrado un rango amplio en el teatro luego de proyectos como Hoy no me puedo levantar, La Caja, Parásitos o Happy, ¿Qué te ha dado The Pillowman?
Creo que ha sido lo que más trabajo me ha costado en el mundo; por eso salgo nerviosa, y por eso releo los cuentos siempre, porque hacer la obra solo una vez a la semana sí te hace perder el músculo, como cuando dejas de hacer ejercicio.
¿Cómo fue incorporarte a un equipo y a una producción que ya había hecho una temporada?
Entrar a una compañía como ésta, que llevaba meses de ensayos de ocho horas, es complejo, pero todos son muy talentosos y es padrísimo estar con gente que te escucha y que atiende tus necesidades, porque finalmente todas las partes de un equipo tienen que estar bien engranadas, aceitadas.
Fue bien lindo entrar a una compañía así; mi trabajo se hace más sencillo porque en el teatro uno nunca carga el barco solo.
Hablando de ‘barcos’, ¿Cómo fue tu mancuerna con este ‘capitán’: Miguel, el director?
Katurian tiene muchas capas y pasa por momentos diferentes a lo largo de cada función. Hay que ponerle subtexto a lo que está diciendo y a la relación con cada uno de los personajes; ese fue un trabajo en el que Miguel me ayudó muchísimo y le agradezco enormemente.
Nos juntábamos mucho en las noches para repasar los cuentos. Rascarle a eso -creo-, fue lo que más nos costó trabajo, porque generalmente en el escenario estamos acostumbrados a estar conviviendo y escuchando al otro; pero aquí se cuenta algo para lo que tienes que mirar al público, y eso impone.
También trabajamos mucho con los detectives (interpretados por Pablo Perroni y Enrique Arce); las diferentes jerarquías y momentos.
Finalmente, ¿Por qué te gustaría que el público vaya a ver The Pillowman?
Porque es una historia muy conmovedora, muy humana y muy bien escrita. Decir estas palabras del autor con el tratamiento de Miguel es increíble.
Venir al teatro es para hacer catarsis, para olvidar lo mal que nos está yendo allá afuera y ésta es una historia que toca muchas fibras y que está muy bien escrita.
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