Fotos: Francisco Bravo
Por Luis Santillán/ Carlos Talancón es un autor que ha generado textos que exploran estructuras, universos y temáticas diversas; su dramaturgia tiene un amplio espectro donde la constante es la exploración del comportamiento. Con Estúpida historia de amor en Winnipeg construye una comedia romántica cuya resonancia pueda estimular la reflexión, es al mismo tiempo, una propuesta que experimenta sobre los mecanismos estructurales para retener la atención del espectador.
El texto tiene elementos que permiten el flujo de relato de manera ágil, hay una sólida construcción tanto de los personajes como de la dinámica de relación que hay entre ellos. Las variaciones logran que los estados emotivos de los personajes queden en primer plano, más allá de las posibles distancias de contexto, la empatía se logra porque los sucesos tienen un eco universal, pero destacan por las particularidades. A nivel estructural hay aciertos que permiten sostener el contenido, que proporciona la velocidad e imitación de fugacidad que le interesa al autor. Los atributos de la obra la hicieron meritoria de una Mención honorífica en el Concurso Internacional de Dramaturgia Sor Juana Inés de la Cruz 2017.
La estructura combina la narración directa de los acontecimientos y las escenas dialogadas; esto logra una vinculación particular con el público que se sumerge en la dinámica clásica de las comedias románticas, y reacciona ante las variaciones agridulces que el texto usa como detonadores.
La dirección es de Sebastián Sánchez Amunátegui. En una primera impresión podría pensarse que la propuesta de trazo es un poco “fría”, “acartonada”, sin embargo hay un contraste sutil, interesante y parece una decisión afortunada. Da la impresión de que la dirección recurre a sus herramientas para generar un universo que restringe, que “direcciona” el comportamiento; si los rompimientos ya están en el texto, la dirección puede contrapuntearlos con la propuesta y así obtener una puesta en escena más compleja.
Todo lo aparentemente “regulado” del trazo contrapuntea la dirección de actores de Sánchez, no en el sentido de liberar a su reparto, sino de generar espacios donde aparentemente las propuestas del equipo son encaminadas para que construyan un tono unificado, hay una suma, una colaboración que, mediante, la dirección genera armonía escénica.
Hay decisiones interesantes en la dirección; al tener momentos más crudos, más expuestos, equilibra los que son más de interpretación del público, y construye una partitura donde las secciones de humor son el enlace entre unos y otros.
Estúpida historia de amor en Winnipeg muestra una colaboración muy afortunada entre dramaturgo y director; si bien el texto no fue escrito ex profeso para que Sánchez lo escenificara, los resultados en escena hacen visible la mancuerna que propicia el teatro cuando un texto es el punto de partida.
En esta puesta en escena se puede apreciar un sólido trabajo de dramaturgia, a la vez una dirección que explora y beneficia el material de partida, todo esto sumado al trabajo actoral coloca a Estúpida historia de amor en Winnipeg como una divertida (y quizá reflexiva) opción para ver teatro entre semana.
Las funciones son en el Teatro Helénico hasta el 17 de diciembre, consulta precios y horarios, aquí.
