Por Ro Tierno, Foto: Alejandro Lurman/ Referente del estudio del quehacer teatral, el crítico e historiador argentino Jorge Dubatti habla sobre el Teatro Latinoamericano, los beneficios de la era digital, y las particularidades de la escena mexicana.

“El teatro es un acontecimiento de la cultura viviente, y ha tenido que dialogar con el cine, la radio, la televisión, el video, la digitalización, y todavía sigue vivo, y cada vez más vivo; más que si el teatro está muriendo, la gran pregunta sería ¿por qué está tan vivo el teatro?”, expresa Jorge Dubatti, actualmente Director del Instituto de Artes del Espectáculo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Con más de treinta años de estudios y publicaciones sobre el tema, Dubatti fundó numerosas escuelas del espectador, en Argentina y distintos países del mundo. En México, es director general del Aula del Espectador de la UNAM, y anualmente participa del Festival Internacional de Teatro Universitario FITU.

Hace unos días participaste de la apertura del Festival Itinerante de Teatro Latinoamericano en Buenos Aires ¿Qué temas se pusieron sobre la mesa?

Uno de los temas fundamentales fue el concepto de Teatro Latinoamericano, hay gente que dice que no existe, lo cual me parece un disparate. Necesitamos tener un conjunto de conceptos para pensar el Teatro Latinoamericano. Yo creo que es un conjunto de mapas, no solamente mapas históricos, sino mapas de localizaciones, circulación de poéticas y formas de producción. No solamente existe el Teatro Latinoamericano, sino que es de una riqueza y complejidad enorme. Lo que tal vez necesitemos son herramientas teóricas para pensarlo en su singularidad.

El segundo gran tema que se habló fue junto a Arístides Vargas que estuvo presente y le pudimos preguntar qué pensaba del Teatro Latinoamericano y la experiencia del exilio, que sería uno de los rasgos de este teatro. Fue muy interesante y conmovedor, porque Vargas se exilió en el año ‘76 y el exilio fue una de las injusticias históricas más brutales.

¿Qué características específicas compartimos como Teatro Latinoamericano?

Una es el exilio, ya sea por el hecho de irse del propio país o tener que recibir. Un gran ejemplo es México, es muy llamativo la hospitalidad que ha tenido con los exiliados, los recibió y les dio trabajo. Por otro lado, el Teatro Latinoamericano tiene la particularidad de que los teatreros, con su corporalidad territorial, andan trabajando por todo el mundo. Vas a Inglaterra, a España, Japón, y hay teatreros latinoamericanos trabajando, este es un rasgo muy interesante, el Teatro Latinoamericano no solo está dentro del mapa geopolítico de Latinoamérica sino que también está produciéndose por fuera. Otro rasgo que yo destacaría es el gran aporte que hace a las poéticas mundiales. Por un lado nosotros tenemos la capacidad de antropofagia, de comernos y transformar a Stanislavski, Peter Brook, Heiner Müller, y por otro también tenemos una gran capacidad propositiva para generar poéticas que no se consiguen en otros lugares del mundo, y las llevan adelante artistas latinoamericanos. Nombraría la Colección Colectiva de Enrique Buenaventura, Teatro Campesino de Luis Valdés, Teatro del oprimido de Augusto Boal, que es un ejemplo increíble de irradiación del teatro en todo el mundo.

Otro rasgo sobresaliente de este Teatro es la capacidad maravillosa de encontrar recursos para evitar el estancamiento y los límites en lo económico, un ejemplo es la producción de teatro independiente, que se lleva muy bien con la falta del dinero. Hacemos teatro que no tiene gran apoyo de grandes empresas o del estado, hacemos un teatro muy potente pero con poco dinero, ahí hay un sabiduría que tiene que ver con dos capacidades, una es la resiliencia, la capacidad de construir en la adversidad de cualquier tipo, y otra es lo que me gusta llamar la serendipia, la capacidad de encontrar cosas donde nadie las está buscando, tesoros teatrales donde nadie los ve. Agregaría un rasgo más que es el teatro de grupo, la formación de grupos estables que construye territorios de subjetividad alternativa. Pensemos en Colombia, en Medellín el grupo Matacandelas que tiene más de 40 años, o en Perú el grupo Yuyachkani, y tenemos grandes teóricos al respecto, como Eduardo Pavlovsky.

¿Qué particularidades crees que tiene el teatro mexicano?

Una es los grandes teatros que tiene, por la cantidad y calidad de producción. No solamente en términos productivos sino teóricos, para mí México siempre es una gran fiesta, no solo tomo contacto con grandes espectáculos y artistas sino también con algo original. Otra cosa es que históricamente es uno de los países con más apoyo de las instituciones, a diferencia por ejemplo de Argentina. En México hay un sistema estatal apoyando la producción, en cambio en Argentina tenemos una Ley Nacional de Teatro pero los subsidios son muy pequeños, no hay un sistema de contención como lo observo en México. Me parece muy sabio y ha demostrado ser muy constante a lo largo de la historia, y esperemos que se sostenga, porque creo que el teatro mexicano ha sabido encontrar en ese apoyo una enorme productividad.

Otra cosa notable es el movimiento de los dramaturgos en México y la fuerza del Teatro Universitario, pensemos en lo que hace la UNAM, desde el FITU hasta el Aula del Espectador, es una gran aliada, y está irradiado en muchos puntos del país. Por otro lado, tiene mucha riqueza interna, diversidad intranacional, disfruto mucho cuando voy a las muestras de teatro en México y de golpe ves grupos del sur, del norte, del centro, del Pacífico, del Caribe, y realmente son espectáculos muy distintos, con tradiciones, historia e imaginario propio.

Ya hace unos años que existe Teatrix, y Netflix también empezó a ofrecer obras de teatro en su plataforma. ¿Cuál es tu opinión al respecto, de una obra de teatro en un servicio de streaming?

Creo que es un aliado del teatro, no lo veo como un enemigo, por supuesto eso no es teatro. Es muy interesante el lema con el que trabaja Teatrix, no es teatro, es teatrix. Las plataformas digitales están inventando una forma de teatro liminal con lo tecnológico. Cuando vos ves los gráficos de las personas que ingresan a Teatrix, la mayoría de las obras son de Buenos Aires pero la gente no es de Buenos Aires, son de las provincias argentinas, Estados Unidos, Japón, Chile. Entonces hay algo interesante porque es un aliado del teatro en el sentido de la multiplicación que genera, tiene un archivo y genera una enorme publicidad. Un ejemplo muy lindo es lo que le pasó a Othelo, de Gabriel Chamé Buendía, que lo puso en Teatrix, lo ve un productor de España, y lo lleva hacer la obra allá. Yo no lo veo como algo que desafíe al teatro, porque no puede reemplazarlo, al contrario, es un complemento, una ampliación, un multiplicador, un diálogo. El teatro implica reunión de cuerpo presente, territorialidad, si quiero ver teatro esta noche tengo que trasladarme, lo peor que uno puede pensar es que está reemplazando lo terrenal por lo digital, eso la gente lo tiene claro porque el tipo de experiencia teatral es única, no puede ser reemplazada por una proyección digital. Estoy feliz de que se extienda cada vez más esto, para los historiadores es maravilloso, el espectáculo se levantó, ya no se hace más y está la posibilidad de verlo una y otra vez. Ya sabemos que ese registro no es el acontecimiento teatral pero sí hace formación sobre el acontecimiento teatral. Ojalá tengamos cada vez más plataformas, porque es un fenómeno que ayuda a multiplicar y reconocer el teatro.

¿Crees que de alguna manera ha afectado al teatro el mundo de la hiperconexión?

El teatro es un acontecimiento único, me gusta llamarlo ‘el aconteciendo convival’. Una cosa es ver fútbol en la cancha y otra es ver fútbol en la televisión, son dos experiencias distintas, estamos hablando de públicos sensibles e inteligentes, que se dan cuenta que una cosa es ir al teatro y otra es ver un soporte digital. A mí me resulta muy útil meterme en una plataforma de Francia y ver que está pasando allá, pero también me incentiva para viajar a Francia y conocer el teatro de Peter Brook por ejemplo. Esto no quiere decir que no existan profetas de la muerte del teatro, que es un disparate, el teatro es uno de los tesoros culturales e invenciones de la humanidad más potentes, porque se lleva muy bien con lo humano, alguien podría decir que el teatro va a morir, pero el teatro ha tenido que dialogar con el cine, la radio, la televisión, la digitalización y todavía sigue vivo y cada vez más vivo, la gran pregunta sería, ¿por qué esta tan vivo el teatro? Porque propone un tipo de experiencia que la digitalización no te puede dar, lo que falla es la teoría del que dice que un holograma es lo mismo que un cuerpo viviente. Una cosa es reunirte con María Callas, viva, atravesada por la existencia, por el azar, y otra cosa es ‘reunirte’ con un holograma. No se trata de decir si son mejores o peores, se trata de decir que son diferentes, no es un juicio de valor, es juicio de existencia.

¿Cuándo fue la última vez que te sorprendiste en un teatro?

Yo tengo una enorme capacidad de sorpresa porque tengo un método, no voy a ver lo que ya sé, sino que voy a buscar la serendipia, la capacidad de encontrar tesoros, una mirada parecida a la mirada del niño, no busco en el teatro un vínculo tautológico, sino de permanente renovación y de ver lo que antes no veía. En ese sentido, yo te diría que el teatro de Buenos Aires es tan bueno que la sorpresa me pasa muy seguido, recuerdo por ejemplo uno los últimos espectáculos que vi, el viaje que hace a sus ancestros Mauricio Dayub en El equilibrista, o el trabajo que hace sobre su propia historia Dennis Smith en Los abrazos huecos, o la historia de las mujeres argentinas en Vientre, de Marcos Arano, realmente puedo decir que me emocionaron, me sorprendieron, me sacaron totalmente de cualquier tipo de aburrimiento o parálisis emocional o intelectual. Si soy fanático del teatro es porque el teatro me da muchas cosas, me da felicidad, me renueva ideológica y espiritualmente, y específicamente me pasa cuando voy a ver los espectáculos de los más jóvenes, como si fuera a ‘vampirizar’ cómo los jóvenes están viendo el mundo a través de sus obras, eso me renueva constantemente, yo te podría decir que si hay algo que agradezco del teatro es esa sorpresa permanente a la que me somete.

¿Cuándo estarás de nuevo por México?

Vuelvo en octubre para un encuentro, y estamos con un programa de trabajo muy fuerte con el FITU para el año que viene, con Luz Emilia Aguilar Zinser, y un equipo de gente del Aula del Espectador. Esta es una de las cosas que más le agradezco a la vida, poder estar en diálogo permanente con la cultura y el teatro mexicano, nunca termino de agradecer.

No dejes de recibir en tu correo, Facebook o Twitter toda la información y los estrenos de las obras de teatro de la Ciudad de México.