Por Arantxa Castillo y Fotos Francisco Bravo/Un aire millennial con claras referencias a la cultura pop acompañan a la puesta en escena Estúpida historia de amor en Winnipeg de Carlos Talancón (La cría), que el director Sebastián Sánchez Amunátegui presenta en el Teatro Helénico para hablarnos sobre la estupidez de enamorarnos, las relaciones y el miedo al compromiso.
Irving, un tipo de treinta y tantos suele bromear diciendo que la felicidad tiene para él forma de quincena y Netflix. Un día conocerá a Juan, un chico menor que él, la fuerte atracción que siente hacia Juan, lo llevará a emprender un viaje que desafía todas sus nociones de estabilidad. De eso va esta historia que nos recuerda que el amor podría hacernos actuar como estúpidos y cometer las más grandes locuras.
“Creo que la mayoría de las historias de amor, en su mayoría son estúpidas, en esta cosa de que cuando la vives puede ser una desgracia, pero con el paso del tiempo te ríes de lo que hiciste, porque el amor nos vuelve muy estúpidos, lo que quería era no perder ese espíritu, ser estúpido no necesariamente es algo ofensivo o negativo: es como un te pasaste o qué güey eres”, comentó Sebastián Sánchez Amunátegui.
Milleth Gómez, José Ramón Berganza y Martín Saracho, quienes participan en este montaje que estrena el próximo martes 17 de septiembre, compartieron en entrevista la importancia de esta historia.
“En ese sentido es una historia muy universal, por muy culto o inteligente que seas el amor siempre te sacude y te pone fuera de tu zona de confort, cuando lo piensas por qué nos abriríamos a alguien más y entregamos tanto a alguien que quizá no conocemos tanto, solo porque estamos enamorados”, aseguró José Ramón, quien da vida Irving.
“Irving es un hombre a la mitad de sus treintas, tiene una vida muy calculada, pero tampoco no le pasa mucho, pero un día conoce a Juan y su vida cambia, empieza a tomar muchas decisiones, se gasta sus ahorros, emprende un viaje, de esas locuras que haces cuando estás enamorado, pero en retrospectiva no entiendes de dónde salió, eso es lo que más o menos le sucede a él”, abundó.
Mientras que Martín Saracho, quien interpreta a Juan, un chico joven que se enamora de Irving, pero le teme al compromiso, nos dijo.
“Es una historia estúpida porque los personajes no se atreven a amarse, porque en sí es una relación como muchísimas con sus lados positivos y negativos, pero dentro lo no tan bonito se vuelve muy especial y lo estúpido es dejar ir y no aceptar que estás enamorado que encontraste a la persona indicada y por orgullo o soberbia dejas ir muchas veces y creo que te puedes llevar de esta obra la idea de hacer algo por la persona que amo y no acabar así. No me gustaría decir que es algo generacional, pero un poco sí queremos tener las cosas muy fáciles, y Juan se le da todo muy fácil y se deja apantallar por eso”.
Para los actores, esta puesta en escena es un espejo de la inmediatez en que se mueve nuestra sociedad y el cómo esta forma de vida también toca nuestras relaciones íntimas.
“Esta obra refleja un aspecto social en cuanto a que es una historia de amor corto pero muy intenso, y creo que actualmente hay mucha gente con miedo al compromiso. Vivimos en un tiempo de mucha inmediatez en todo, hay relaciones que te llegan, son súper intensas, pasionales y profundas y en dos meses ya se terminó; es verdad eso está pasando, revienta y en dos días ya se acabó”, resaltó José Ramón.
Milleth Goméz recalcó también el mensaje de inclusión y aceptación que existe durante la travesía de su personaje, una madre, a quien le cuesta trabajo aceptar la homosexualidad de su hijo.
“El papel que represento es la madre, con todo lo que implica el descubrimiento de que su hijo ha tomado la decisión de amar a alguien de su mismo sexo, es un viaje de aceptación con su hijo. Es un mensaje de que dejemos vivir a la gente con sus historias y los aceptemos como son. Hablando desde la voz de mi personaje, un mensaje que es muy contundente es haz lo que sea, pero trata de ser feliz”.
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