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EMILY. LA BELLA DE AMHERST: La poesía de la persistencia



Fotos: Francisco Bravo

Por Luis Santillán/ William Luce escribió en 1976 la obra La bella de Amherst; texto que tiene como personaje central a la poeta Emily Dickinson. En un trabajo que implica dos traducciones, una que se encarga de la prosa, otra de la poesía, Emoé de la Parra encarna al personaje para que se presente en México con el nombre Emily. La bella de Amherst.

De la Parra es quien hace la traducción de la prosa; Marta Donis, la de la poesía; la dirección es de Antonio Algarra. Algarra estuvo a cargo de una etapa previa del montaje, para la versión que actualmente se presenta la actriz retoma esa propuesta pero ahora ella está a cargo de la dirección del remontaje.

Emily. La bella de Amherst es un proyecto que inició en 1998, ha tenido diversas temporadas en estos últimos 20 años. Esta temporada, como se puede leer en el programa de mano, es una especie de tributo.

La propuesta del autor se centra en una remembranza de la vida de Dickinson, apela al recurso de conversación segmentada para que la información llegue al espectador, más que una construcción de relato existe una recreación de pasajes que explican y exponen las razones por las cuales el personaje central vive un encierro voluntario. Más allá de los posibles méritos del texto, es una propuesta cuyo valor puede estar en compartir tanto la poesía como las circunstancias de vida de un personaje tan relevante para la literatura norteamericana.

Es difícil poder dilucidar qué elementos de la propuesta de dirección original persisten en esta temporada, lo cierto es que hay un interés por la recreación temporal de los sucesos, esto direcciona tanto la propuesta de escenografía y la de vestuario, pero también la actuación llevándola a esos terrenos de teatro cuya fuerza radica en la ilustración.

Emoé de la Parra es una buena actriz, logra pasajes donde el personaje muestra espontaneidad, tiene matices que funcionan para dimensionar a su interlocutor imaginario, mantiene la atención del público y le da fuerza a la poesía, vuelve palpable los estados que atraviesa Dickinson. Resulta grato ver la capacidad en el empleo de herramientas, la colocación de la voz para los volúmenes, las cadencias, las inflexiones muestran a una actriz conocedora de su oficio. La entrega que tiene en el proyecto alcanza la fuerza que requirió la poeta para lograr sus objetivos, que estos dos caminos se crucen en la escena muestran los logros que pueden alcanzarse por medio de la persistencia.

Este tipo de proyectos van ligados con una actriz o actor, cada etapa amerita ser acompañada por parte del público, porque más allá de los resultados de la puesta en escena, se puede ver un estado de vida o cómo la escena se transforma a partir del cúmulo de experiencias y enriquecimiento que adquiere quien mantiene la obra en escena. Son estas apuestas que confrontan de manera frontal la fugacidad del teatro.

Emily. La bella de Amherst es la oportunidad para ver a una actriz comprometida con un personaje, a la vez que permite hacer un recorrido por la vida y obra de una mujer que trascendió gracias a su literatura.

Las funciones son en el Teatro Coyoacán Enrique Lizalde hasta el 2 de febrero de 2020, consulta precios y horarios, aquí.

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